Debajo de la hojarasca hay una novela
Friday, 28 de July de 2017 por Ramón
Existe un punto de tristeza que remueve y empuja a escribir. A un lado del abismo, los sentimientos; al otro, los fantasmas. La novela entra en sus últimos tres capítulos. Después quedará desbrozar, retirar la hojarasca, rescatar el texto que puede haber debajo. Me gusta editar. La sustitución de una sola palabra ilumina una página, logra que todo crezca un centímetro. El pulimiento exigirá tiempo, tino y paciencia. No tengo prisa ni contrato.
Este es el primer verano en 42 años que no tengo con quién irme de vacaciones. Hoy repasé lugares y personas. Pertenecen a otra vida, a los ríos que dejé de navegar. El martes cené con un amigo que había transitado el año pasado por soledades parecidas. Fue de poca ayuda, dijo, “es muy jodido; este año estoy igual pero como me he comprado una casa hay muchas cosas que hacer”. No tengo una casa nueva, pero acabo de reorganizar la cocina. Y están los personajes de la novela con los que hablo y discuto porque no siempre obedecen.
Resulta apasionante poner los dedos sobre el teclado y dejarse ir, ver cómo brotan las imágenes. Escribir es caminar hacia uno mismo con la esperanza de encontrar algo más que un cascarón vacío. Escribo con los pies en el suelo, no me sueño Italo Calvino. Conozco mis fronteras, mis invisibles.
Acaba julio y arranca agosto. Además de los personajes inventados están los gatos, y mi madre que se evapora en los recuerdos. No va a ser un buen mes, lo presiento. Llevo dos cines y un teatro en solitario, otra novedad. Luego discuto lo visto con Nana y Morgan, que ha decidido seguirme a todas las partes. Parece un vigilante.
Al atardecer paseo por una ciudad invadida por los turistas. En vez de sentirme perdido, me imagino uno de ellos buscando una dirección en Google Maps. “¿Marte?”, pregunto por fastidiar. “La primera a la derecha, después siga recto 60 millones de kilómetros”. Y en eso estoy, despegando con la escafandra puesta. Feliz fin de semana.
No es tan malo irse de vacaciones sola,A veces lo hago, lo más fastidiado es tener que pagar el suplemento individual,no me gusta nada ;-).Esperando esa nueva obra.
Si quedarte sin vacaciones Ramón nos brinda una futura y esperada novela tuya lo aplaudo.
Y gracias por ese segundo párrafo que nos vincula a tantos veraneantes solitarios. Y toda la entrada del blog es poesía.
¡Feliz agosto!
Kike P.
Creo que esta forma de “cerrar” los países tantos días seguidos por vacaciones no es sana. Ni para los que se van de vacaciones ni para los que se quedan. Todos los lugares quedan desvirtuados. La verdad es que irse de vacaciones con alguien es más complicado de lo que parece. A veces tu familiar más querido o tu amigo más intimo no son buenos compañeros de vacaciones aunque sí lo sean del viaje de tu vida. Agosto es un mes muy extraño, cualquier sentimiento en este mes es posible. Y escribiendo un libro debe pasar volando.
Yo seré más radical que Ana: las vacaciones están sobrevaloradas (en cuanto a la identidad vacación=viaje). Pienso que el calendario agobiante del invierno hace necesitar el período vacacional como agua de mayo. Y viceversa.
Es como la nueva manía de “desconexión digital”. Se parece al estrés de estar “enchufado al trabajo”. No creo que la actividad humana agobie en si, más bien será la forma de ejercerla lo que nos pone al borde del abismo. Hay una cosa que se llama organización social que hace aguas por todas partes…
Siempre es un placer leerte. Espero ese libro !!!!!