Retales bajo la lluvia
Tuesday, 4 de November de 2014 por Ramón
Llueve una lluvia lenta, muda. La ciudad iluminada se ha llenado de espejos que la multiplican en el asfalto. Huele a Italo Calvino, a belleza. Camino con las manos en los bolsillos, dejándome empapar la cara, los labios. Parece un bosque animado. El sueño se quiebra al paso de una manada de hooligans que braman contra el Chelsea. Deben de pensar que eso es popular en Madrid. A cierta distancia les siguen tres furgones policiales habitados por antidisturbios con el casco puesto.
Vengo de Caixa Forum, de un encuentro para celebrar el quinto aniversario de Frontera D, una joya de revista. Se titulaba “Debate en torno a la complejidad en la experiencia de lo contemporáneo”. Llegué tarde, obligaciones familiares y fiscales me demoraron. Estuve algo menos de una hora, pero disfruté en la escucha. Alfonso Armada, creador y director de la revista, periodista y autor de teatro preparó un escenario sin guión en el que los personajes decidían, quizá sin saberlo, el discurrir de la no obra. Pensar es una aventura; conversar, un reto.
Me siento conmovido por la valentía de Brittany Maynard, que a sus 29 años decidió desafiar a La Muerte muriéndose sin esperar a que la enfermedad terminal que padecía le devorase las últimas fuerzas. Creo en la eutanasia, la buena muerte. Hay consenso en la izquierda y en una parte de la derecha en que el aborto debe ser legal. No entiendo es la falta de coraje en legislar el derecho a morir dignamente.
La Iglesia católica se opone porque solo su dios, aunque no sea el tuyo, puede quitar la vida. Me parece un planeamiento totalitario. Y una blasfemia si pensamos en las guerras diseñadas por el hombre, en el hambre ajeno olvidado, en las enfermedades para las que no existe cura porque no hay negocio. Aprender a morir es el reto; aprender a vivir, una necesidad. Feliz semana.
Creo que cuando en este país se encuentren con millones de pensionistas que viven más de 100 años y llenos de enfermedades y sin recursos personales ni estatales para atenderles, esta ley que por cierto no obliga a morirte, se aprobará con el consenso de todos los estamentos. ¿Por qué han de dejar sóla a una persona mayor que ya no quiere vivir, que no tiene familia, que sólo sufre, en un piso al que si no es por los voluntarios nunca entraría nadie?. El Estado no puede dejar estos temas en manos de ONGs. ni del voluntariado. Sería respetuoso que si estas personas desean esta “solución” a su no futuro, previo análisis de su caso y siempre a petición del interesado, pudieran tener al fin un descanso merecido y, muy importante, acompañado.