Los buenos no retuercen las leyes
Monday, 21 de October de 2013 por Ramón
LAS VÍCTIMAS
Las víctimas siempre pierden, sean de ETA, del 11-M, de las FARC o de Francisco Franco. No existe compensación posible para quienes han perdido a un ser querido en un atentado, en la represión de una dictadura o en una guerra. Ni el dinero ni el cariño mayoritario pueden cubrir ese vacío inmenso. Tampoco la justicia por excelsa y justa que sea puede paliar el dolor porque el muerto es irremplazable.
Las víctimas deberían ser sagradas. Respetar su duelo incluye no manipular las asociaciones en beneficio electoral ni lanzarlas como un dardo contra otro partido, ni prolongar su trauma colectivo a fuego lento impidiéndoles una mínima superación del trauma. Las víctimas no pueden vivir en la victimización permanente ni ser víctimas dos veces. Acusar de terrorismo a los discrepantes de la línea dura, incluido un presidente del Gobierno (Zapatero) y una organización internacional de defensa de los derechos humanos (Amnistía Internacional) es un despropósito. No ayuda a tender puentes, a superar el odio.
Los conflictos nacen, crecen, se multiplican y mueren, como las personas. En ese proceso vital se pasa de la justificación de la violencia por una parte, su exaltación incluso, a la búsqueda de un acuerdo para poner fin a tanta muerte, destrucción y cárcel. Las víctimas también pierden durante unos procesos de paz que no pueden ni deben gobernar. Pierden porque la firma de un acuerdo no incluye la resurrección de los muertos.
EL CONFLICTO
En el País Vasco hay un conflicto; dos bandos que solo ven el dolor de su lado. Apenas existen los grises y las personas con capacidad panorámica e histórica aunque en los últimos años se ha mejorado mucho. En el franquismo hubo mucha represión en el País Vasco, como la hubo en las cuencas mineras de León y Asturias y en pueblos de Andalucía y Extremadura. Esa represión generó víctimas invisibles. De ese cultivo nace ETA que multiplicó el dolor sin paliar el de su lado. Fue una enorme equivocación histórica, injustificable desde la llegada de la democracia. Se puede defender la independencia desde la palabra, nunca desde la sangre.
El País Vasco no es el Ulster, pero guarda algunas similitudes. ETA deberá dejar las armas como el IRA, disolverse y pedir perdón a sus víctimas. Es un deseo personal, no un imperativo legal.
ETA carece hoy de capacidad política y de legitimidad para negociar nada, no es más que una banda criminal dedicada a la extorsión. Pero sí la tiene Bildu, el canal adecuado refrendado en las urnas. Hay que reconocer que el mundo abertzale ha recorrido decenas de kilómetros hacia el entendimiento. Intentar ilegalizar Bildu es un error. Existe un esfuerzo en muchos de sus dirigentes por comprender el dolor del otro bando. Hay también dirigentes que no están en la ruta. Sucede en el PP: no es lo mismo el discurso de la actual cúpula del PP en el País Vasco que el cansino de Mayor Oreja.
Disolver ETA, acercar los presos, poner fin al conflicto, pedirse perdón… Son pasos imprescindibles que están más cerca que nunca. No lo estropeemos. El insufrible hombrecillo del bigote vive de eso, de estropear cosas, de invadir países, de poner los pies sobre la mesa en un rancho de Texas. Son tiempos de pragmatismo y paciencia.
LA SENTENCIA
El fallo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la llamada doctrina Parot era previsible. No se pueden cambiar las leyes o su interpretación a mitad de partido por justa que sea la causa. En democracia el fin nunca justifica los medios. No se pueden aplicar con carácter retroactivo leyes que perjudican al reo. Es un principio sagrado del Derecho Penal.
Se pueden modificar las leyes, mejorarlas, endurecerlas, pero solo se pueden aplicar en los casos posteriores a su aprobación en el Parlamento.
La esencia de la doctrina Parot es justa, pero no su retroactividad. Un preso que ha cumplido su sentencia tiene derecho a regresar a la sociedad, a reinsertarse, sea cual sea su delito. Ha pagado por ello. Si a Gallardón le parece mal que se pene lo mismo por un asesinato que por 25 -a mí también me lo parece-, cámbiese la ley pero dejemos de hacer demagogia con el dolor ajeno, respetemos de una vez los muertos y las víctimas. Permitamos que descansen de una vez en paz. Lo merecen.
Ramón, por favor, no hables de bandos. Hace pensar que estamos ante un conflicto armado, una guerra. No hay bandos cuando los de un lado matan y los otros son asesinados. En el uso del lenguaje se concentra buena parte del cacao que equipara “víctimas” de ambos “bandos”. Solo hay un bando, la banda terrorista: ETA.
En Euskadi hay un conflicto político más allá de la violencia. Y por supuesto que hay bandos. Aun ciñendonos exclusivamente a la parte violenta del conflicto, nos encontramos primero con el estado fascista de Franco, que creó las condiciones para que surgiera ETA. Y debía haber sido responsabilidad del nuevo estado democrático de 1978 revertir esas condiciones para que ETA dejara de tener ningún sentido y menos apoyo. Sin embargo, tuvimos una amnistía a todos los asesinos fascistas, a todos los policías torturadores, a todos los jeuces que dictaron sentencias de muerte… Y no solo no fueron juzgados, sino que se mantuvieron intactos en su poder. Y en su poder, siguieron alimentando la espiral de violencia con los GAL , continuaron las torturas y violaciones de DDHH no sólo a miembros de ETA, sino a muchos activistas políticos de la Izquierda Abertzale.
Indsicutiblemente ETA podía, y debía haber anunciado el cese de su actividad armada hace muuuchos años, pero se supone que el estado democrático de despùes del franquismo son “los buenos”. Los democratas que debían responder con democracia. En vez de eso, se escurrió el bulto mil veces, usando de forma miserable el terrorismo para arañar votos, censurar ideas y ocultar un conflicto político que hoy, demostrando más madurez que ETA y el estado español juntos, la Izquierda Abertzale y la gran mayoría de la sociedad vasca apuesta por resolver en base exclusivamente a la política y la participación.
Y tiene que ser Europa quien venga a darle un toque de atención al estado español por no hacer lo que debe para asegurar este proceso.
#1 Pfaraluce, yo creo que usted tiene un problema. A usted le han contado una película y se la ha creído, que también es el problema del otro lado. Durante muchos años, el bando de los “santos”, al que usted hace referencia, estuvo sembrando y germinando algo que su inherente inutilidad para entender la realidad de las cosas acabó por cegarles. En aquella época, el “bando” era otro: uno que se ponía medallitas, se ajustaba unas botas bien limpitas y salía a la calle pensando que eran “el pueblo elegido”.
Quítese usted la venda, porque está tan ciego como a los que está criticando. Desde mi punto de vista, tanto ustedes como “los otros” han sido lo mismo: radicales y poco más que enfermos mentales. Así que fíjese si algo puede ser relativo.
En el código penal del 73 no dice que la reducción deba ser sobre los 30 años máximos que podía pasar un delincuente en prisión. De hecho se hacía así por costumbre (derecho consuetudinario) pero la reinterpretación no tiene por qué ser jurídicamente incorrecta.
Los beneficios penales se van obteniendo, no se está “rejuzgando” un crimen o una serie de crímenes por cambiar la manera de obtener beneficios.
No obstante, no soy abogado pero entiendo que hay maneras de interpretar la ley. Y la de Estrasburgo es sólo una de ellas.
Te recomiendo este artículo: http://www.eldiario.es/protesto-senoria/Quo-vadis-Doctrina-Parot_6_184841538.html
Lamento de veras que tenga esa postura. Las víctimas nunca hemos -sí, soy víctima- formado un bando. El único nexo en este triste colectivo es el de la sangre, sangre inocente. A mí no me han contado una historia de “santos”; en cambio he podido oír y he vivido muchas de historias de gente corriente a los que nos ha tocado sufrir de cerca la muerte de seres queridos. Vidas destrozadas por repugnantes asesinos. Pero qué sabre yo, las víctimas somos “radicales y poco más que enfermos mentales”.
Pienso que cada víctima es única, que no se puede generalizar sobre ellas aunque el verdugo haya sido el mismo. Creo que lo equivocado es pensar que todas las víctimas piensan lo mismo pero lo único que tienen en común es el dolor. Las politizaciones no ayudan. A mí me parece que la democracia tiene instrumentos para evitar estos errores, porque algún error se ha producido si con esta resolución de Estrasburgo todo el mundo está desorientado y decepcionado, por distintos motivos. Una dejación de nuestros políticos que parchean cuando surge el problema pero que casi nunca se anticipan al mismo.
Ese es el origen de este controvertido tema
Para mí las penas por crímenes deberían ser prácticamente siempre perpetuas, quitar la vida es gravísimo y debe ser condenado con justicia. Independientemente de si son asesinatos que han creado alarma social o no, de si los comete la banda terrorista eta, un delincuente desconocido, un chalado o un gobierno racista que le niega asistencia a un inmigrante.
Menos mal que algunos haceís análisis más profundos sobre un tema tan complejo, esteís en un lado o en otro que los que hacen los profesionales de “la cosa”.
Es triste que el único análisis que la retrógada derecha de este país ha hecho ante esta situación sea una simplificación al límite del tema diciendo que esto viene por culpa de Zapatero. Qué mezquinos ¿no tienen otra cosa que decir? ¿Por qué el actual gobierno, al que le encanta derogar todo lo derogable si está legislado por la oposición, no lo hizo con la doctrina Parot? Son un rebaño de hipócritas.