A vivir que es domingo
Sunday, 23 de September de 2012 por Ramón
Hay muchas ciudades visibles e invisibles en una misma ciudad. Se muestran y esconden. Cambian por barrios y calles: aquí, paseo; allá, peligro. Las fronteras son imperceptibles. El Madrid de las siete de la mañana del domingo huele a garrafón y farra. Cruzo la plaza Mayor y Sol y me topo con la noche alargada: parejas que se besan sin correr a una cama, grupos que cantan y gritan como si fuese divertido. Miro las ventanas de las casas de los que duermen, de los follados hace varias horas, de los que trabajan cada día, de los que se amargan en una vida enredada y difícil. Dos jóvenes góticas se agachan para acariciar un perro peludo minúsculo en la calle Preciados. Sus hombres de negro y cadenas apremian con voz impostada, de macarra: “vamos ya”.
La Gran Vía está vacía, sucia, como si hubiese pasado Atila: papeles, cartones, comida, botellines rotos. Sobre un cubo de basura, un vaso de plástico con un gin tonic aguado. Una prostituta africana me llama guapo en la puerta de la SER. Antes del programa, A vivir que son dos días, me asomo a la terraza con Javier del Pino, Lourdes Lancho y parte del equipo. El amanecer me apasiona. Hoy nació rojo otoño. Madrid se teñía nube a nube.
De vuelta apenas quedan habitantes de la ciudad noctámbula. Es domingo y no bulle la ciudad que trabaja. Hay calles vacías. Me gusta ese silencio irreal. Serpenteo por las calles pequeñas y las plazas diminutas, como la del Alamillo, donde los tribunales islámicos del primer Madrid impartían justicia. Cruzo la plaza de la Paja, majestuosa a estas horas vaciadas, y pienso en las ejecuciones cristianas.
Llego a casa, preparo un café, respondo a las partidas de Apalabrados, mi nuevo vicio inconfesable, y escucho la ciudad despertada correr debajo de mi ventana. Pongo música, cuelgo una foto, y regreso a la cama. ¡Cómo me gusta madrugar! Buen domingo.
Me encantó. Gracias.
Gracias por darme este paseo por el centro de Madrid en esta mañana de reclusión hospitalaria post-operatoria.
Saludos, Montse
jajjajajaja Me a encantado y con estas frases (Es domingo y no bulle la ciudad que trabaja. Hay calles vacías. Me gusta ese silencio irreal)
No podría vivir en la ciudad. Repito me a encantado su texto.
Bárbara Cifre
¡Uauuuu! It´s a wonderful, wonderful sky… No need to say…
Saludos…
A mí también me gusta madrugar y salir con el café en la mano a la terraza y mirar el lucero del alba que no falla, bueno sí, si está nublado. Es la renovación.
las calles despertando… me encantan.soy alondra,gracias por el post y la foto
A mi me gusta la canción perfecta para arrancar un domingo por la mañana…
[…] del antiguo hospital de Santa Isabel cuando ya anochece, por ejemplo. O vivir el despertar de un domingo en la […]