Ligar en el Metro
Thursday, 14 de October de 2010 por Ramón
El día fue largo, el post de Aguas Internacionales, laborioso y complejo, y tuve que escribir para la sección de Deportes sobre los hooligans del Estrella Roja. Creo que el texto que se publica en el papel cabreará a serbios y croatas. Si es así, perfecto. Conseguí asiento en el vagón del Metro. Enfrente iba una mujer de ojos claros que los mantenía bajos, incrustados en una libreta apaisada en la escribía palabras y números. Me fijé pero no logré información suficiente para decidir si era un cuaderno de trabajo, un diario o una bobería. A sus pies llevaba una bolsa con el dibujo de tres gatos. Estaba tan gastada como el bolso que le servía de apoyo. Cuando guardó la libreta, me miró. Los ojos eran azules, casi mar y grandes. Penetraban. Pelo moreno y abundante, botas marrones con el vaquero remetido, como si ya hiciera frío. Luego, tras observarme, cerró los párpados y se simuló dormida. Era atractiva.
Un hombre delgado de pelo cano, más guapo que yo, se sentó a mi lado. Parecía árabe. El hombre miraba a la mujer que decía dormir. Ella movía los labios, como si le bailaran las palabras por dentro. Cedí el asiento a una señora mayor y ancha que no me dio las gracias por el gesto. La mujer de los ojos caros los abrió en la parada de Rubén Darío y se quedó mirando al hombre hermoso. Apoyó los codos en sus piernas y se adelantó unos centímetros hacia él. El hombre desvió la mirada. En Alonso Martínez, la mujer se incorporó y se fue hacia la puerta. Él le midió el culo y salió tras ella. En el andén adelantó a la mujer que se bamboleaba. Luego aminoró y se dejó alcanzar. Mi convoy siguió la marcha y me quedé sin el final de la historia. Bajé en Gran Vía, descendí por Montera haciendo eslalon entre putas, chulos y turistas y desemboqué en Sol. En el mercado de San Miguel me compré la cena: lechuga y fruta. Ahora cuando escribo este post me dan ganas de ponerme música. Pienso en el hombre más guapo que yo y en la mujer. ¿Estarán ya en la cama? No les tengo envidia. Solo yo sé por qué.
Este post reafirma mi teoría de que las mujeres más guapas de Madrid siempre bajan en Alonso Martínez.
Y estos son los momentos bonitos que nos regala el metro, ¿verdad?
yo siempre juego a inventarme la vida de la gente, de dónde vienen y a dónde van. Como hago en los aeropuertos, en ocasiones nacen historias muy emocionantes.
Mira que eres misterioso… “solo yo se por qué”, estás deseando que te lo preguntemos… nuestra imaginación puede ser muy mala para contigo…, de todas formas la próxima vez que me monte en el metro de Madrid me cuidaré mucho de no montarme junto a tí Lobo, escudriñas más de la cuenta, joío…
La verdad es que un viaje en metro tiene que dar para mucho.
vaya que diferencia
aca viajamos en el subte (metro) apurados, apretados, viajamos como en la capsula que ayer rescataban a los mineros chilenos,
en verano es un horno, fijandonos bien quien nos toca, o quien nos mira por si nos roban la cartera o los telefonos o la billetera. Evitando el contacto con otras personas que no conozcamos y menos bajar dando cabida a un desconocido.
Los argentinos somos paranoicos, pero es la constante inseguridad que nos hizo asi.
Pero prefiero ser precavida que irme con cualquier hombre que me avanza en el subte.
Hola RL, acabo de leer tu pieza sobre el fanatismo en Serbia (y en Bosnia, y en Croacia…). Valoro, y mucho, tu esfuerzo didáctico para explicar al lector de deportes qué es lo que ocurre con la mezcla de deportes (fútbol) y política en la antigua Yugoslavia, pero creo que coincidirás en que este asunto es más complejo. Bastante más complejo. Y la culpa, ese invento tan poco generoso, no es solo de ellos. Algo tendremos que mirarnos nosotros. En todo caso, gracias por tu didáctica. Es una pena que no dispongas de espacio mayor para ahondar en el drama de los Balcanes, donde los halcones grises no dejan de devorar a los corderos negros. Lo dicho, mis respetos. Que tengas buen día.
“No hay nada que más me atonte que un bonito par de ojo”… Arroz Blanco, de Antonio Bartrina (Malevaje)
Ay el amor, que bonito sentirte enamorado, se te relaja el sarcasmo y nos regalas más sentimiento
Mi querido Ra,,, estoy de acuerdo con Kattya,,,
qué bonito es el amor!!! :-)) me alegro tanto por ti…
Hola Ramón,
enhorabuena por el artículo de hoy en El País. Aborda con precisión los problemas de los Balcanes del pasado y su entronque en la actualidad con una sencillez y una claridad que no puede ser más que la del orfebre. O la del Periodista. Excelente.
Sabemos por qué, su nombre: Cristine O´Donell.
Yo no sé por qué pero me lo imagino. Felicidades, Lobo.
Luis Pablo, totalmente de acuerdo contigo (sólo yo sé por qué 😉
Yo me enamoro cada dia en el Metro de Madrid a pesar de que no vuele, como dice doña Esperanza Aguirre. Un saludo!