Cuadernos de Kabul: cuando ser mujer es el problema
Monday, 9 de November de 2009 por Ramón
Ser mujer es peligroso en Afganistán, sobre todo para aquellas jóvenes como Anese, de 25 años, que deciden escapar del burka de sus madres y abuelas y retarle a la tradición desde profesiones tan poco adecuadas como la de periodista de televisión. No es este un país para heroínas ni adelantadas a su época ni para aquellos que discuten la inmovilidad de tanta grisura e injusticia.
Trabaja desde hace un año en Tolo, la cadena más popular del país. Allí son cinco las mujeres en un mundo de hombres. Tres presentan noticias y dos son reporteras. Anese pisa la calle cada día acompañada de un camarógrafo para filmar lo que es noticia. “Sólo me muevo por Kabul porque en las provincias es imposible. No podría salir con el micrófono. Nunca aparezco en la pantalla. Sólo pongo mi voz. A mi familia no le gusta que sea periodista. Mi padre es muy estricto y me prohibiría trabajar. Sentiría una gran vergüenza si todos me pudieran ver”.
Viste un chador negro y se cubre parte del cabello con un pañuelo verde. Tiene unas manos grandes que no se corresponden a la dulzura de sus facciones. Mientras responde a las preguntas juguetea con un bolígrafo y garabatea en una libreta de notas. Parecen su burladero. La entrevista se realiza casi en la clandestinidad, en los jardines de un hostal, lejos de las miradas curiosas.
“Cuando estoy en la calle grabando una entrevista los hombres me dicen cosas, algunas son insultos; otras, frases de mal gusto que no puedo repetir. (…) La situación de la mujer no ha mejorado, en las aldeas sufren malos tratos. Es una cuestión cultural: la mujer siempre ha sido un elemento secundario”.
En el autoescuela Usmani, cerca del teatro nacional de Kabul, son tan modernos que enseñan a conducir a las mujeres que lo desean y pagan por ello. No muchas se atreven a romper el tabú. El volante es cosa de tipos rudos que mascan palillos, se hurgan la nariz sin esperar al semáforo que nunca funciona y meten el capó porque cada cruce es un campo de batalla. En Uslami los machos peatonalizados no se conforman con su rol de mirones y vagabundean por los alrededores para llamar putas a las aspirantes. Lo mismo le sucede a Anese en sus reportajes. Puta es toda aquella mujer que cree en la libertad.
Anese dice que es un trabajo duro y recuerda a las dos periodistas asesinadas, Zakia Zaki de Peace Radio y Shakiba Sanga Amaj, popular presentadora de televisión. “Siempre quise hacer este trabajo. Desde que tengo 12 años”. Pese a su coraje reconoce que si su padre le prohibiera seguir en televisión tendría que dejarlo. “Soy musulmana y debo obedecerle”. El padrem que mucho refunfuña hacia fuera, más para combatir el qué dirán, debe guardar en su interior algún sentimiento de satisfacción y orgullo por lo que hace su hija. Eso o quizá sean los 500 dólares que Anese gana al mes lo que ablanda la jerarquía de valores, que cuando más estrictos parecen los padres más histrionismo llevan encima.
Preguntada qué haría si su futuro marido le pidiera dejar el empleo, Anese sonríe desde un hilo de travesura: “Tendría que negociarlo con él antes y establecer las condiciones para evitar sorpresas, pero además de hacer televisión sé escribir y podría dar clases”.
Para las mujeres como ella, que escaparon del analfabetismo que lastra al 84% de las afganas, todo es diferente: saben que existe la posibilidad de elegir y eligen. “La educación es la única arma, un derecho esencial, pero sólo es posible ejercerlo cuando hay paz”.
Publicado en Cuadernos de Kabul, publicados en la web de El País.
[…] Cuando ser mujer es el problema […]
Sin comentarios. Imagino que habrá muchas más Anese, escondidas y asustadas. ¡Qué valiente!. Me he quedado con su voluntad por ejecer su condición de persona.
nuria
Crónicas como esta deberían hacernos mirar más allá de nuestras fronteras, o al menos, empujarnos a seguir luchando por lo que debería ser una realidad consumada.
Cuando hablan de que EE.UU. “corre en auxilio de los países bajo regímenes dictatoriales” para llevarles “la democracia”, siempre se olvidan de que no es cuestión de guerra, sino de educación, y por mucha policía que patrulle las calles, si su modelo de democracia continúa fomentando roles medievales, cabe estudiar el significado de lo que predican y lo que aplican.
Gracias por acercarnos la “otra realidad” de las mujeres, invita a no relajarnos con lo que se ha conseguido en países democráticos, pues a pesar de las leyes, está claro que aún queda mucho por hacer aquí y allí.
Enhorabuena por esta segunda serie de tus Cuadernos de Kabul. Son enriquecedores.
Un abrazo
Puede ser un poco difícil de creer o de percibir,pero de la misma manera en que desde España se ve el poco desarrollo en materia de igualdad y oportunidades para las mujeres que hay en Afganistán, una mujer escandinava puede percibir ,no lo mismo,pero algo parecido, el trato hacia las mujeres en los pueblos del interior de la península ibérica, y porque no , en algunas zonas urbanas de España. no hay que irse tan lejos. No es comparable la situación pero se pueden extrapolar algunas cosas.
Gracias por este comentario. Estoy convencida de que el día que los derechos y la dignidad de la mujer sean una prioridad para la política y para la prensa, el mundo dará un giro revolucionario. La educación de las niñas y de las mujeres es la clave. Sólo necesitamos eso, la conquista de derechos, la libertad, la justicia, …vendrá rodada.
Recomiendo visitar esta página:
http://www.halftheskymovement.org/
Gracias por mirara más allá y dejarnos ver algo más de lo no quieren que veamos.
Y también por el articulo de los talibanes, porque se generaliza y nadie especifica nada , salvo usted.
Lobo, ser mujer es peligroso en cualquier lugar del planeta, aunque en algunos sitios más todavía. Me ha gustado el retrato de Anese y me ha gustado ella porque ama lo mismo que nosotros y puede vivir su sueño, pese a su padre y un futuro hipotético marido.
Hoy en las páginas de El País dedicadas a Andalucía aparece una foto de los trabajadores de una empresa de Granada que están triunfando en el mundo de la animación; no los he contado, pero te aseguro que había bastantes, todos eran hombres, ni una sola mujer.
Anese se mueve en un mundo de hombres, pero yo ignoro qué mundo hoy no lo es. Quizás algún día tú y yo veamos un mundo de mejores y entonces podremos decir que ha merecido la pena, mientras llega yo también apuesto por la educación, la de todos, la de las mujeres en los medios rurales, en los barrios marginales de las grandes ciudades y en los países más desfavorecidos económica y socialmente, pero también la de los hombres para que seamos capaces de una vez por todas de ver la luz o al menos de aprender a mirar a la mujer de igual a igual. Cuidate. Salud.
Ser mujer es mucho. Más en una gran parte del planeta, que aquí, en Europa. Vaya coraje. Qué suerte tienes, en conocer a personas así.
🙂