Las tonterías móviles no tienen precio
Wednesday, 28 de October de 2009 por Ramón
No sé cuánto dinero se gastan los españoles en decir tonterías por el móvil, pero debe ser mucho. La mayoría de las conversaciones que se escuchan en un tren son similares a esta: “Hola, ya estoy en el tren”. “Acabamos de arrancar” “Estoy llegando a Madrid”. No he prestado suficiente atención como para asegurar que llamadas similares se realizan cuando el usuario siente necesidad de evacuar, sean aguas menores o mayores, y si da cuenta de los progresos en el vaciamiento interior en el caso de las segundas, siempre impredecibles. En los aeropuertos, el tono es similar. “Hola, acabamos de aterrizar”. “Estoy esperando la maleta”.
Antes de la existencia del móvil, aunque ahora parezca mentira, había un mundo en el que la gente no se lanzaba a las cabinas nada más llegar a la estación o al aeropuerto para dar cuenta de su situación: “Hola, te llamo desde…”. Se denomina móvil porque la mayoría de la gente que lo utiliza habla caminando. “Hola, estoy en la Gran Vía”. Lo que más irrita de estas conversaciones a medidas, y casi siempre a gritos, es no conocer la respuesta del interlocutor. A veces imagino una sagaz: “Y a mí qué coño me importa dónde estés”.
Para las mujeres con amante les viene bien que el pesado de su marido en viaje de negocios le anuncie cada paso. Así se calcula mejor y se evitan los disgustos, esos pequeños detalles que pueden delatar: un calzoncillo de otra talla, unos calcetines de fantasía en una casa donde solo hay colores negros, el típico preservativo sin abrir… Después están las tribus de ejecutivos que se retan desde sus Blackberrys e iPods a un combate de voces y excelencias en las que el interlocutor, si existe, debe ser un comercial de la marca elegida.
Creo que seria una buena idea crear vagones sólo para adictos al móvil, como antes los había para los del tabaco. Lo malo es que la tendencia es la opuesta, y se nota en algunas líneas del metro de Madrid: “Hola, estoy en Sol dirección Atocha” . Menos mal que nos quedan los músicos rumanos armados con acordeones para acallar esta plaga de móviles y cretinos. El siguiente paso es que los músicos aprendan a cantar.
¿Vale un comentario solo para sonreir? :-))
Muy bueno el post porque creo que el que más y el que menos se ve reflejado en el relato. ¿O acaso soy sólo yo?
Menos mal que nos recuerdas que hubo un mundo sin estas monadas…y yo que juré que jamás tendría uno…mea culpa…
Ramón,
La gente en general suele hacer tonterías, con el móvil, con el coche, con … La pregunta interesante seria saber por que lo hacen. Si hay (habemos) tantos, no debe ser malo evolutivamente hablando o al menos debe tener alguna utilidad.
Las tonterías móviles no tienen precio…
No sé cuánto dinero se gastan los españoles en decir tonterías por el móvil, pero debe ser mucho. La mayoría de las conversaciones que se escuchan en un tren son similares a esta: “Hola, ya estoy en el tren”…….
Si, si, creemos una plataforma a favor de los vagones para usuarios de móvil. ¡Qué lujos aquellos cuando te ibas de viaje y hablabas como mucho una vez a la semana con casa!. Vamos, ¡que no se nos ocurra no llamar todas las noches!. Muy buen post y muy divertido. Por cierto que horror lo de soitu.es. Para un buen proyecto en la web.
nuria
Pues yo creo que no son tan tonterías, cuando la persona al otro lado te está esperando, diciéndole dónde estás se hace una idea de lo que vas a tardar.
Y en cuanto a los rumanos armados de acordeones, qué quieres que te diga, yo he visto muchos más españoles que rumanos, más pesados, más maleducados, y sobre todo mucho peor dotados para tocar el acordeón, lo que lleva que al final les pagues no por escucharles sino por que se vayan.
Y que conste que a mi los acordeones en bares públicos me parecen otro crimen comparable al de los gorrillas, y que nuestro faraón tasador ya está tardando en inventar una nueva multa para ellos.
Siempre me sorprende que los que utizan los moviles en el tren, esos ejecutivos que compaginan portatil con teléfono movil no sientan pudor en hablar publicamente y decir lo que dicen. Creo que es un acto narcisista y para de ellos de poder. Para los adolescentes tambien. Lo mismo es que estos ejecutivos o no, vete a saber, no han crecido y siguen siendo adolescentes.
Puede que tengas razón, pero yo recuerdo como una de las situaciones más divertidas que he presenciado lo que ocurrió en un viaje en tren desde Granada a Madrid.
Enfrente de mi iba una mujer joven que se pasó todo el viaje hablando con el movil. Según supe al final, venia a Madrid para aparecer en un programa de televisión, donde le había preparado una encerrona a su padre del tipo; “quiero que mi padre siente la cabeza”.
Dicho así puede no tener ningún interés, pero fué la forma en que poco a poco fuimos conociendo la historia lo que la hizo el viaje apasionante.
Cada cierto tiempo alguien distinto llamaba a la chica, y ésta le contaba algo; “que si mi padre no sabe nada” “que si les llevo un video” ” que si mi madre dice que estoy loca” etc. De esta manera, poco a poco, los que ibamos en el vagón pudimos ir completando la historia. Fue como una de esas novelas de Agata Christie en que solo al final encajan todas las piezas.
En cuento a la propuesta de vagones sólo para los que hablan por el móvil…
En Dinamarca hay vagones de silencio, no sé si es su nombre exacto, yo los llamo así porque el cartel que los indica es alguien con un dedo en la boca en señal de mandar callar. Son vagones destinados para aquellos que quieren viajar en perfecta paz, dónde no se puede hablar por el móvil y las conversaciones deben reducirse al mínimo y hacerse a media voz. Para mi son geniales cuando hay que coger el tren demasiado pronto y apetece echar una cabezadita 😀