Pulgarcito en Irak
Thursday, 2 de July de 2009 por Ramón
Después de muchos muertos, heridos y destrucción, el Ejército de Estados Unidos ha entregado el control de la seguridad de las ciudades iraquíes al Gobierno de aquel país. Es el primer paso de un calendario pactado de retirada que finalizará en 2011, ocho años después de que un presidente y una administración de irresponsables utilizara otros muertos, los del 11-S, para sus vendettas, negocios y juegos de Risk. Si no fueran políticos estadounidenses, es decir productos del país más poderoso del planeta, no tendríamos tantos problemas con los sinónimos. La justicia internacional, tampoco.
Recuerdo a Donald Rumsfeld, un rostro de película de malos y malísimos en blanco y negro, enviar a sus tropas a una guerra con la que pretendía pasar a la historia como un genio militar: una guerra moderna de ejércitos pequeños, muy móviles y tecnológicos. Esa escasez de medios humanos y materiales en comparación con la anterior guerra del Golfo tenía trampa: en frente no había otro Ejército poderoso, sólo propaganda de cartón piedra con miles de hombres desmoralizados sin armas de destrucción masiva ni de la otras después de tantas guerras y embargos. Rumsfeld, el de la historia de los genios que terminó en la de la infamia, jugaba con ventaja: sabía que no habría combate. Era Mike Tyson contra un niño desnutrido de 12 años. Victoria en tres semanas sin apenas resistencia. Sólo Nasiriya y el aeropuerto de Bagdad… El precio fue alto: saqueos de museos, bibliotecas, comercios y hospitales y, sobre todo, la pérdida de la auctóritas, tan necesaria cuando se es Imperio.
Los que leen historia saben que en toda ocupación la verdadera guerra empieza cuando termina la guerra y comienza la paz.
El virrey Paul Bremer debería ser juzgado. Sobre todo por inepto. También por los crímenes que se cometieron bajo su mandato. Fue él quien firmó la orden en mayo de 2003 de disolver las Fuerzas Armadas y cerrar la administración iraquí a los afiliados al partido Baaz, que era como el Movimiento inmóvil de Franco: fuente de trabajo y seguridad para la mayoría de la población que se apuntaba. Este Bremer de botas marrones y traje de baratillo no sabe que en toda dictadura la única supervivencia está en el teatro, en saber interpretar el papel adecuado. Él y sus jefes de Washington deberían ser procesados (al menos políticamente) en EEUU porque muchos de los miles de soldados estadounidenses muertos en Irak se deben a su mal gobierno.
Recuerdo a Dick Cheney y sus mentiras y sus cuentos de miedos, sus alertas naranjas en el metro de Nueva York y sus manipulaciones. Sus teorías son las impulsoras de las cloacas de la democracia, los Abu Ghraib, Guantánamo, Bagram y las cárceles secretas donde soldados con el uniforme y la bandera de Estados Unidos, que para muchos sigue siendo de la libertad, han torturado y violado a presos indefensos. Como los milicos argentinos. Como los de Pinochet. Si no fuera estadounidense, este Cheney que cuando habla el aire se hiela, podría parecer un fascista. Otra vez los sinónimos.
Recuerdo la prensa estadounidense y la otra, la europea y la nuestra, tragándose las mentiras, y recuerdo a algunos periodistas que entonces decían A y ahora dicen B con el mismo entusiasmo porque lo suyo es decir lo que suena bien al poder. Un problema genético y de catadura.
Recuerdo al trío de las Azores y al hombrecillo insufrible buscando algo despeinado la foto junto al emperador.
A finales de 2007, la situación en Irak empezó a mejorar: más tropas concentradas en Bagdad y un general inteligente, David Petraeus, hicieron la diferencia. Ahora, con menos tropas regresan los atentados y más que habrá. Estados Unidos deja un país encerrado entre muros de miedo y con el riesgo de precipitarse a una guerra civil o caer en otra dictadura. Será, en todo caso, una opción iraquí.
Ahora, vuelve el teatro: tropas árabes formadas y armadas por los ocupantes que danzan y disparan al aire porque se marchan sus padrinos.
Estados Unidos ha perdido mucho en Irak: vidas y valores. Irak ha perdido más, cientos de miles de vidas y unos valores y libertades que nunca disfrutó.
El gran error estratégico de los neocoms ha sido entregar a Irán la victoria regional sin tener que disparar una bala sin poner un muerto.
Sólo queda aprender la lección, seguir las migas de regreso a casa y dar un vuelco a la estrategia de Afganistán, que es como Irak, pero tres o cuatro años después. Es decir, lo peor podría estar por llegar.
Alucinante la sencillez con la que describes y escribes, Ramón.
Hasta los datos que y sucesos que podrían resultar “¿enrevesados?”, consigues convertirlos en frases y en historias que embriagan y que invitan a ser leídas.
Gracias.
Ramón, genial repaso de la cadena de errores que ha sido la invasión de Irak. Después de todas las atrocidades cometidas sólo se me ocurren dos peticiones: que los responsables de este genocidio paguen por ello -y no sólo políticamente- y que la historia no se repita nuevamente en Afganistán.
Salud¡.
Perfecto; y ten por seguro que lo peor está por llegar.
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