Tres necrológicas
Wednesday, 27 de May de 2009 por Ramón
Volé en abril de 1993 en un C-130 Hércules de la ONU de Split a Sarajevo. Iba sentado junto a Fernando Múgica, de El Mundo, y frente a Kurt Schork, de la agencia Reuters. Cuando el aparato inició el descenso sobre la capital de Bosnia-Herzegovina pensé en los tiradores serbios y murmuré a mi compañero de asiento: “Tengo miedo de que me maten el primer día. Parecería idiota. No harían ni una necrológica en el periódico”. Múgica, que presumía de Vietnam donde estuvo a los 18 años como fotógrafo, respondió: “Una buena razón para extremar las precauciones”.
Ahora pienso en Juanxtu Rodríguez, en Jordi Pujol y en todos los primeros días que fueron el último de muchos compañeros y siento vergüenza.
Primeros meses de 1994. No recuerdo la fecha exacta. Buscaba coche blindado para entrar en Sarajevo por la ruta del monte Igman, la única posible cuando se cancelaban los vuelos. Había perdido los últimos vehículos de Associated Press porque tuve que cubrir la muerte de una cooperante de Médicos del Mundo en Mostar. También me falló una periodista que prefirió no desviarse diez minutos de su ruta para llevarme en el suyo. Desesperado acabé en el coche no blindado y no todoterreno de un francés loco de Journal de Dimanche. El gran Juan González Yuste, que tenía oficina en el bar de ese hotel, me acompañó al aparcamiento y antes de arrancar formuló varias preguntas al conductor: nombre, apellidos, medio… Ya de camino, el periodista francés me preguntó: “¿Para qué tantas preguntas”. “Para la necrológica. Es que en mi periódico son muy maniáticos con los datos y la precisión”, respondí.
En enero de 1999 debido a la confusión generada por un periodista de una importante agencia de prensa, nos dieron por secuestrados a Gervasio Sánchez y a mí en Sierra Leona. El error duró un par de horas. Los verdaderos protagonistas de la aventura eran Javier Espinosa y Patrick Saint Paul. Entre una noticia y otra, algún jefe de mi diario encargó que alguien escribiera un perfil sobre mí. La novia de entonces que afortunadamente para ella (y para mí) nada tenía que ver con esta profesión, preguntó después. “¿Qué quieres decir con un perfil?” “Es el borrador de una necrológica. Si aún está en presente se llaman perfil”, contesté.
hoy te has pasao !! 😉
Emocionante
Joer hermano Lobo, qué miedo!.
No se que es peor, si que a uno le den por muerto o que escriban su necrológica. Afortunadamente ssigue usted escribiendo unas cosas muy buenas que, a veces nos llegan al alma y otras a la punta del pelo.
Nos se si está usted muerto, pero desdeluego nos hace vivir a los demás.
Salud, Hermnao Lobo.
Muy chulo…
Si se me permite una osadía, creo que es hora que empiezes a viajar, Te está pesando la melancolía y las personas ausentes.
Has pasado de la saudade a algo más fuerte.
Genial.