La ruta mágica del autobús 29
Monday, 26 de December de 2016 por Ramón
La ciudad está mapeada de recuerdos. Es como si durante años hubiera pasado por ella marcando esquinas y portales. Cuando estoy melancólico huelo esas señales, oigo las voces que conservan, veo rostros y escenas.
Regresé a casa en el autobús 29, desde Manoteras a Goya. Después caminé hasta Ópera. Quizá sea la navidad que me entristece, pero hoy mi cerebro era una algarabía. Pasé delante de la farmacia de Arturo Soria en la que compré mi primer preservativo a los 17 años. Estuve rondándola como un idiota más de una hora. Eran tiempos de demora sexual, zarandeados por el tardofranquismo y la represión moral. La compra fue un arrebato de optimismo: caducó.
Al girar hacia la cuesta de los Sagrados Corazones oí disparos. Eran de cuando corríamos como posesos calle abajo. Fue en la campaña de las primeras elecciones. Pegábamos carteles en la parada del autobús 70 cuando escuchamos los tiros. Pensé: nos ataca un comando de la extrema derecha. En el sprint, un compañero exclamó: “¡rápido, la policía!”. Me sentí salvado, di media vuelta y fui hacia ellos. Tuve suerte; en EEUU me hubieran baleado sin preguntar. Los polis perseguían un coche de ladrones y al vernos correr se confundieron de presa.
Pasada la plaza del Perú me acordé de Isabel Arias. Era bellísima: ojos azules y una boca grande de labios carnosos que siempre sonreía. Salimos durante unos meses. Pasamos juntos la noche en la que una parte de la ciudad, y sus padres, guardaban cola (por si acaso) ante el cadáver expuesto del dictador. Recuerdo su portal, la primera vez que la acompañé. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Cómo podría localizarla?
Hace unos días encontré por casualidad en FB a Cristina. Coincidimos en el curso 1972-1973 en Izarra . Hemos quedado en tomar un café. Me produce emoción. Es pensar en ella y escucho la voz del director adjunto del internado, a quien llamábamos El Chefo, pararme en el patio: “Lobo, ¿no sabe que está prohibido tener relaciones con chicas del colegio?”. Negué todo, claro. El Chefo sentenció: “Usted no es un lobillo, es un zorrillo”. Era un colegio mixto con las instalaciones separadas. Coincidíamos los fines de semana en los campos de juego y en las excursiones al lago.
Me acordé de Maite, de Bermeo. También fuimos novios en Izarra. No recuerdo el apellido. Me encantaría verla, hablar. Cuando siento ganas de regresar a las personas que transitaron por mi vida, aparece un temor, algo literario, nacido de un texto de Gabriel García Márquez sobre la muerte de Jaime Bateman, fundador del M-19 colombiano. En él describía cómo el guerrillero se fue despidiendo de todo sin saber que se despedía antes del accidente que lo mató.
En la esquina de María Molina vi nuestra primera casa, conté los pisos. Busqué mi balcón. Aparecieron José Ramón, Jesús Pascual, Ángel Luis Bienvenida y las dos hijas de Ordóñez en la piscina de la azotea. Me acordé de mi primer beso en la boca. Se llamaba Mari Carmen. No dormí en toda la noche. Debíamos tener 10 u 11 años.
Me bajé junto a la casa de Blanca. En unas semanas hará un año que murió. Hace poco limpié el buzón de voz del móvil, pero conservé su último mensaje. La voz sigue aquí para cuando necesite escucharla. Me sucede con los números: jamás borro a los muertos, sería como tacharles de mi vida. Ahí están todos, hasta Kapuscinski. Será por si un día deciden llamarme desde el más allá. No quisiera ser descortés y preguntar, ¿quién eres? Feliz semana.
Genial, como siempre. Sigue escribiendo y deleitándonos con tu prosa, como siempre.
La nostalgia nos asalta a menudo. Lo importante es afrontarla y darle caza en los recodos de nuestra memoria.
Y siempre el resultado es sanador.
Gracias por compartirlo volví a reencontrarme con Todos náufragos.
Buen año
Ufffffff, vaya sopresa. Y pensaba que yo era la única sacerdotisa de Cronos. Me ha provocado carne de gallina. Mi sacerdocio me lleva al recuerdo vivo, si, pero temo las derivas y las realidades actuales. Pura cobardía, supongo.
Pero la vida sigue, difícil, complicada, sencilla, hermosa…. yo que sé. quiero compartir un escalofriante (para mi) “Hallelujah” cantado por una chica de diez años, autista y con ADAH (hiperactividad y déficit de atención). Me ha emocionado. Espero que la música le facilite para siempre una vía de escape. No lo tiene fácil.
http://www.boredpanda.com/autistic-girl-sings-leonard-cohen-hallelujah-kaylee-rodgers/
P.D.: la memoria la tenemos en las piernas, en espacios oncretos, en las rutas, en olores, en todo el cuerpo y el alma. No solo en el cerebro ¡¡Afortunadamente!!
Gracias, la niña es impresionante
Graciñas por esa dosis de nostalgia que nos lleva a entender como e pasado conforma de alguna manera el presente. Y si no se habla de uno el otro queda muy cojo. Es un ejercicio del que tanto joven de ahora pretende desprenderse…
Y graciñas a afectada por acercarnos a ese mundo tan desconocido como es el del humano diferente. Y que conste que no comulgo con su opinión del cerebro (tal como la expresa)…
La ruta del 29 también marcó , durante años, la ruta de mi vida… ¡que recuerdos!!!!!
Me alegro que os haya gustado la niña.
Xaquin, ni me atrevo a hablar del cerebro. No soy neuróloga, ni neuropsiquiatra ni neuropsicóloga. Hablaba de la memoria. Yo muchas veces no recuerdo ni el nombre ni la dirección de un garito que me ha gustado. Pero mis piernas recuerdan el camino. Proust nos empalagó a todos con el olor de su dichosa madalena. Pues bien, mis recuerdos olfativos son: en España el olor a churros, el mal olor de los mercados y y el olor del fuego de sarmiento para asar sardinas, el olor del mar….. En Alemania, donde viví hasta el final de la adolescencia, mis recuerdos olfativos son hogueras y patatas asadas, el olor a la vela en el interior de una remolacha vaciada (no se llamaba Halloween, pero era un rito similar: asustar con la remolacha hueca, con caras recortadas y una vela en el interior, asomándolas a las ventanas de las viviendas. Hay muchos mas olores, no los voy a citar a todos, Solo quería decir que no almacenamos todo únicamente en la unidad central, sección recuerdos, del cerebro. Hay recuerdos que surgen de otras partes, de otras vivencias. Y vale, si quieres, todo es cerebro. Pero no.
Por cierto, no hay “humanos diferentes”, como no hay personas “ilegales”. No hay una “DIN (Deutsche Industrienorm = Norma Industrial Alemana). Las personas no somas DIN-A4 ó DIN-A5. Somos personas. Con todas y cada una de nuestras particularidades y circunstancias, pero personas, solo personas y, ante todo, personas.
Que el 2017 nos sea benigno.
Besos para todos
Totalmente de acuerdo con afectada. Pero espero que Ramón el Magnánimo nos ceda parte de su patio de vecinos para tener un intercambio amistoso (aclaratorio) entre 2 vecinos internautas.
Siento lo de comulgar pues resulta algo acre para personal que no pase los sesenta. Para los que comulgamos tanto viene resultando una palabra más bien anodina. No me preocupa la gente que dice amar con el corazón, me puede preocupar la gente que se lo cree.
Más complicado es lo de los humanos diferentes. Teniendo en cuenta que dos gemelos lo son (por mucho que se parezcan!). No es para establecer diferencias de valor, precisamenet tengo claro que todos los humanos están a una misma altura. Única forma de poderse dar la mano (no el puño). La diferencia de posición en altura impide una efectiva solidaridad interhumana… y esperemos que el homo roboticus (si viene!) aprenda bien la lección y no se olvide de incluir un gen solidario en su ADN.
Para acercarse a eso llamado cerebro y homo sapiens sapiens (de “los hugos”) invito a disfrutar con este marabilloso y humano documental:
https://youtu.be/bvoRtOTuH6c
Veo que estás rescatando los momentos buenos de tu infancia y adolescencia. Está muy bien, con tu libro Naúfragos ya rescataste los malos.