Construyendo la paz desde una bayeta
Sunday, 29 de November de 2015 por Ramón
A veces se confunde la ausencia de guerra con la paz: cesan los disparos y nos apresuramos a propagandear los méritos de los presuntos pacificadores. Sucedió en Bosnia-Herzegovina, Liberia, Sierra Leona… Interpretamos el cansancio de matar con el deseo de construir espacios de convivencia.
Para lograr una paz verdadera y estable se necesita una cantidad suficiente de justicia, escuchar a las víctimas y edificar una memoria común que permita un relato que supere la épica de los vendedores. Solo es posible la reconciliación desde la generosidad.
Escribir Todos náufragos me ha ayudado a finalizar una guerra personal de casi toda una vida; ahora busco la manera de construir una relación con mi padre. Que lleve 32 años muerto no es una excusa porque yo estoy vivo. El arranque del proceso no exige declaraciones pomposas ni alharacas, bastan gestos concretos que activen la voluntad de perdonar y ser perdonado.
María, personaje clave en mi vida y en el libro, me ha acompañado al cementerio de San Isidro. Hemos ido a pie cargados de los aperos del aprendizaje de la paz. A veces son suficientes una bayeta, un cubo, jabón y agua, Hemos lavado el frontal de un nicho que jamás se había limpiado desde 1983. Después colocamos unas esponjas mojadas capaces de sostener y dar vida a unas flores. María, republicana como yo, eligió amarillas; le pareció una afrenta que fuesen moradas.
Mi padre era franquista y tal vez, tan muerto como está, no haya podido desprenderse de sus prejuicios con las ideas y los colores. Ahora parece una tumba acompañada, como si de este lado de la vida hubiera gente que se preocupa del que está al otro lado de la frontera.
Iré durante el puente a la de mi bisabuelo para dejarle unas gotas de colonia Álvarez Gómez, su favorita, e informarle de que ya hay tres miembros de la familia que quieren participar en el pago del arreglo de la tumba: mis dos sobrinas Isabel y mi primo Ramón Aymerich.
Entre vivos y muertos voy construyendo una pertenencia a una familia de la que nunca me sentí partícipe, más por mis averías que por sus errores. Feliz domingo.
Ramón: Mejor La Paz que la guerra. Mejor la reconciliación que el rencor sin dejar de reconocer errores y apelando siempre a la memoria. Buena suerte con vuestro libro
Gracias
Precioso comentario. Suena a tópico pero sin ellos tu no estarías aquí. Creo que limpiando su lugar de reposo, limpias algo más que una lápida, mucho más. Es un acto increiblemente simbólico y un paso importantísimo. A pesar de sus errores le das en cierto modo su sitio como ser humano y eso sólo puede servir para dignificarlo a él pero también a tí mismo, una forma de abandonar las armas. Esto no puede ser sino positivo, una forma de tirar lastre de dejar que los antepasados tengan también su paz o, al menos, tu respeto. Tu lo dices mucho mejor pero la paz puede empezar por algo tan simple como esto para alguien que al final fué un humano, posiblemente con defectos y que quizás no aprendió a querer, tal vez no fué del todo culpa o responsabilidad suya, quien sabe. Algo lo convirtió en un fundamentalista de su tiempo.
Yo esto lo hago el dia de Navidad con mis padres. De toda mi familia siguen siendo los más importantes, todavía me pregunto a veces que pensarian ellos de algunas de mis decisiones. Así que ¿cómo los voy a dejar de lado el día más familiar del año?
La paz debe ser algo activo , nos lo hemos de currar, ya tuvimos 40 años de paz boba y como bien dices la paz no es solo la ausencia de armas.
Patricio.
Ayer he acabado de leer tu libro , “todos náufragos”, y me ha gustado mucho.
Enhorabuena.
‘Todo en tí fue naufragio’