Tipos de locura en Downtown
Saturday, 17 de October de 2015 por Ramón
Nueva York es el lugar con más averiados del mundo. La ciudad es un gigantesco imán que los atrae. Por eso me gusta: soy uno de ellos; aquí me siento como en casa. La locura también tiene clases sociales, juegos de apariencia.
En Nueva York abundan los mendigos que hablan solos repartiendo bendiciones o maldiciones, según sople el viento en sus cabezas, y personas bien vestidas que llevan colgado un cable del oído y con el que simulan hablar por teléfono. Los avances tecnológicos y el dinero permiten que cientos de locos impolutos, recién lavados y alimentados vayan por la calle hablando solos sin que nadie se dé cuenta de la impostura. También existe la posibilidad de que hablen de verdad por teléfono. Hay gente pa tó.
A mediodía, la ciudad se llena de gentes que se mueven de un lugar a otro cargando bolsas de papel con comida y bebida. A veces son pizzas; otras, hamburguesas o cualquier variación de comida más o menos basura que mi estomago europeo y mal acostumbrado no logra retener más de media hora. Esta tara me genera situaciones complicadas y cómicas, carreras prietas de las que no ofreceré detalles (de momento) y que recuerdan a las películas de Charlot.
Estas u otras personas invaden parques, plazas, bancos de madera, piedras o cualquier adorno que permita sentar las posaderas, para comerse esos fritos al sol de otoño. Son los libertinos, los que osan dedicar 20 minutos a comer.
EEUU ha aportado mucho al mundo, más allá de Apple y los drones, pero en el arte del comer y degustar andan un poco justos, como los ingleses. Sé de lo que hablo mi madre es inglesa y lo suyo nunca fue la cocina.
El culto calvinista al trabajo y al esfuerzo estajanonista convive con otro contradictorio al cuerpo. EEUU es el país más fitness del mundo que tiene la mayor tasa de obesos del planeta. No es ejercicio lo que les adelgaza, es la comida lo que les engorda.
El tráfico ruidoso y bocinero se mezcla con gentes amables y casi siempre bien dispuestas. Ayer, una mujer de color me golpeó la tripa con el codo mientras esperábamos en un semáforo. Fue un accidente. Nos pedimos disculpas; ella, por la agresión y yo por el tamaño de la tripa. La mujer se rió y me dijo que estaba muy dura (la tripa). Le respondí: “Esto es así porque todo está pagado”. Ella lanzó un grito de asombro “¿Todo pagado?”.
Tener todo pagado, carecer de deudas, es un acto revolucionariamente insolente, populista, y más aún presumir de él, en el centro de un capitalismo salvaje basado en la deuda y la especulación sin límites. Feliz día.
Qué cielo más bonito.
Gracias Ramón por compartir. Nos hemos echado unas risas. Pero tu post rezuma poesía urbana.Eres genial!
Gracias, me ha encantado el post, sobre todo la anécdota del codazo.
Recuerda lo que dice la novela: “La locura, en el fondo, como tantas otras cosas, es una cuestión de mayoría. Un número reducido de individuos ve los objetos con otros ojos, los llama con otros nombres, piensa de manera diferente, encara la vida de modo distinto. Como están en minoría… son locos”.
Si en Nueva York sois mayoría, es porque los locos son otros.
Si se rió y alabó la dureza de la tripa, seguro que la historia acabó de una manera que no nos vas a contar, no es igual tener una tripa fofa a base de hamburguesa y perrito basura, que tripa una tripa sexy hecha a base de buenos cocidos, jamón, lechazo, marisco , cañas, vinos y cavas.