Los reyes también dimiten
Monday, 2 de June de 2014 por Ramón
Dimitir tonifica, abre ventanas, airea. En eso, el rey ha dado un ejemplo. Hay razones sobradas para justificar su decisión. Se trata de un intento de salvar la monarquía en un momento en el que todo está en discusión. Esa debilidad no se supera con un gambito de rey, aunque el nuevo sea abiertamente del Atlético de Madrid, lo que tiene su punto. La monarquía solo se regenerará en un referéndum, porque en las urnas está la legitimidad.
En democracia no puede haber cargos hereditarios ni vitalicios, y menos aún fuera del alcance de la ley. Sin urnas, Felipe VI nacerá lastrado. No basta el apoyo de dos partidos en crisis de solvencia ética.
En 1931, el debate no era solo entre monarquía o república, era ‘ancien regime’, la España negra, la Iglesia troglodita, versus modernidad, democracia, libertad. Por eso tenemos tanto cariño a la II República. Es un asunto emocional, menos para los restos de la España negra, claro. Ahora el debate es más sofisticado: tenemos democracia y libertad formal, pero de baja calidad. Y empeorando, que regresan algunos lodos que nunca se fueron, solo se disimularon.
Me interesa más la regeneración del contenido que el nombre del continente. Si tuviéramos una república con José María Aznar de presidente, por poner un caso extremo, no me serviría de nada estar feliz por el cambio en la forma de Estado. Quiero alguien eficaz, que haga su trabajo, que nos represente.
En un asunto así, prefiero la república. Es cuestión de piel, de convicciones, de igualdad, de democracia real, y perdón por el adjetivo. Tenemos muchas cosas que corregir, muchas que cambiar después de años de desidia en los que la ciudadanía renunció a ejercer de ciudadano. ¿Cuándo empezó la molicie? ¿En 1976, 1981, 1982?
Hemos dejado la política en manos de los mediocres, de los corruptos. Es hora de recuperar el control democrático, ser responsables, exigir cuentas.
Del Rey, como de Rubalcaba, se puede decir que este país entierra bien a sus muertos, como sucedió a Suárez. En el caso de Franco se enterró tarde y mal, en el sitio equivocado. Y de ahí viene toda esta inmundicia. Feliz día de lo que salga.
No quisiera ser cenizo, pero en cuestión de tierras prometidas no importa tanto quien la concede (incluso quien guia la “manada”) como el proceso de llegar a ella…toca evitar las idolatrías varias que persigue el ADN humano (en su parte animal)…y el recurso fácil a los diversos moisés que nos tientan para abrir el camino…
Una cosa que aprendí en la paraclandestinidad franquista y “transición” posterior fue a desconfiar de las manos que se juntan cantando, pero se separan rapidamnte nada más salir de la asamblea… (por algo se parece a la misa católica)…
El muro de contención PPSOE se está resquebrajando y la monarquía tan debilitada necesita apoyos más fuertes. Como dices, ningún apoyo mejor que el de la aprobación o aceptación del pueblo en referéndum. Sería una forma de que esa institución no nos pese tanto, llevaba mucha carga poco clara sobre la que, los partidos no monárquicos en aumento, podrían seguir hurgando indefinidamente hasta obligar igualmente a Juan Carlos a renunciar. Mejor ahora que estamos de reflexión y de cambios. A mí no me importaría que Felipe fuera el jefe del Estado, si admite que no lo es por derecho divino. Creo que sería más ético él que la mayoría de políticos.
Supongo que es de tiempos de crisis y zozobra cuando surge la reacción y -en las elecciones más anodinas, en las europeas- se resquebraja estrepitosamente el bipartidismo, cae el Psoe… y al cabo de una semana, abdica el borbon… Y supongo que es ahora cuando una sociedad adulta -y no adocenada y anestesiada en su molicie- debería abrir un proceso constituyente. Haria falta líderes fuertes que diseñen un proceso claro en el que, para empezar, se consulte al pueblo. Y que el pueblo hable. Si monarquia o República. Y que lo que salga se respete y garantice. Y si hay que pedir colaboración a Europa para afrontar tan ingente tarea, se pide.
[…] Cercas escribe, y de alguna manera lo hacía yo también, que los problemas de este país son de fondo, no de forma; no estamos ante un debate entre […]