Gabísimo siempre
Friday, 18 de April de 2014 por Ramón
He olisqueado el interior de los libros que tengo de Gabo, deben de ser casi todos. Aspiraba recuerdos, voces. Están esparcidos sobre la mesa, alrededor del ordenador en el que escribo. Exhalan una parte de mi, de mi juventud, cuando iniciaba la construcción de lo que quería ser y soy. Son letras poseídas, preñadas.
Están los tres pasos esenciales en la iniciación a la magia de García Márquez, el preparatorio emocional y literario para llegar pleno, macondoniano, a su gran obra, Cien años de soledad. Me refiero a Los funerales de la Mamá Grande, El coronel no tiene quien le escriba y La increíble y triste historia de la cándida Erendira y de su abuela desalmada. El primero lo tengo fechado en 1980; los otros dos, en 1979. Un año antes había leído Relato de un naufrago, ejemplo de reportaje y literatura, dos orillas que rara vez, solo en los genios, se mezclan.
Ese 1980, cuando tenía 25 años, caí en todo Gabo. Una inmersión: La hojarasca, La mala hora, Cuando era feliz e indocumentado, El otoño del patriarca y, por supuesto, el gran libro, la cumbre universal.
Leí Cien años de soledad por primera vez a los 20 en un ejemplar prestado. A los 25 compré el mio en una librería de Zaragoza, donde hice el servicio militar obligatorio y gratuito, que ni siquiera cuenta como vida laboral. Ese ejemplar de tapa dura, Plaza y Janés, arrastra dos lecturas embobadas, y una tercera a punto de comenzar. Lo tengo subrayado a lápiz, lleno de notas, de sonrisas. Como lo están Crónica de una muerte anunciada, Noticia de un secuestro y El amor en los tiempos del colera, bien recordado por una lectora amiga
Hace meses empecé a leer Vivir para contarla, sus memorias. No puedes leer deprisa ni despacio, solo puedes leer muy lentamente, saboreando cada palabra, cada frase, para no empacharte de belleza y literatura. Es un ejemplo de lucidez e inteligencia. La magia de su familia mágica está en sus ojos de escritor, en su capacidad de elevar una frase cualquiera a una conmoción universal.
Varias generaciones hemos crecido con Gabo, hemos volado y soñado ser otros y lo somos gracias a escritores como él, como Saramago.
Recuerdo sus artículos el El País en los años 80. Eran cuentos, alguno pasó después al libro Doce cuentos peregrinos, como El rastro de tu sangre en la nieve. Recuerdo otro, más periodístico, dedicado a los militares uruguayos: Los generales que se creyeron su propio cuento. Y este dedicado al fundador del M19, Jaime Bateman: Un hombre de parranda, tímido y triste. O estos dos sobre el pánico a volar: Seamos machos: hablemos del miedo al avión y Remedios para volar con la célebre anécdota del libro de Madame Bovary:
El escritor uruguayo Carlos Martínez Moreno puede dar fe de que no hay nada mejor que un libro para volar. Desde hace veinte años vuela siempre con el mismo ejemplar casi desbaratado de Madame Bovary, fingiendo leerlo a pesar de que ya lo conoce casi de memoria, porque está convencido de que es un método infalible contra la muerte.
Gabo es un escritor desbordante, de los que se te meten dentro y desde dentro te colman de vida. Queda su obra extraordinaria, queda su visión del Periodismo, queda la Fundación con Jaime y Natalia y tantas personas más. Él ya hizo su parte, su camino, ahora nos toca a nosotros pelear por esta profesión única, el mejor oficio del mundo. Feliz viaje Gabo; nos queda tu luz.
http://elpais.com/diario/1981/07/29/opinion/365205612_850215.html
‘Mi Hemingway personal’. Cuando lo leí por primera vez, tuve que releer el primer párrafo varias veces. Por varios motivos: por la maravillosa y visual descripción del encuentro entre ‘maestros’ y por la originalidad del saludo entre una inspiración para tantos (periodistas, también) y el que también fue su propia inspiración.
Esta vez, siempre nos quedarán sus historias.
Yo de joven era algo mitómana y una de las cosas que me apasionaban de la Barcelona de los 70 era la posibilidad de encontrarte por la calle a un escritor, un actor, un músico, artistas varios, hasta políticos nuevos que me inspiraban respeto. En una ocasión lo ví con otras personas, para mí desconocidas, en la cola que estabamos haciendo para entrar en la Filmoteca. Eso si que era aire fresco. Cuánto daría ahora porque se repitiera esa situación tan “limpia”, de partir de cero, dónde todo estaba por hacer, de poder tener cerca o compartir espacios con tantos genios. Eso para mí era un lujo y un aliciente, envidio a las personas que lo hayan tratado aunque sólo haya sido para entrevistarle.
Claro, entonces Barcelona estaba urbanísticamente muy deteriorada y un poco dejada pero estas personas nos hacían percibir la ebullición de un presente y un futuro fantásticos llenos de sorpresas y vida, imparables. Gracias García Márquez. Y gracias a tí por este post.
Un artículo a modo de homenaje precioso. Me emociono con sólo verlo hablar en televisión desde que hemos sabido que nos ha dejado. Gabo nos legó, a través de sus libros, un universo particular, misterioso y lleno de fantasía. Ese era el escritor, también estaba el periodista. Sin duda, un referente en la Literatura y en el Periodismo con mayúsculas.
Un saludo Ramón, me encantan tus puntos de vista 🙂
Gracias
Muchisimas gracias, por acercarme a Gabo con esa sensibilidad tan especial para escribir que tienes.
Apertas agarimosas
http://intentadolo.blogspot.com.es/2014/04/agua-de-limon.html
Siempre podremos aferrarnos a esos libros, como dices, para ahuyentar la muerte. Gracias.
Soy admiradora de esos hombres que escriben por amor y que lo hacen con pasión, pero sobre todo que lo comparten.
Gracias a esos libros soy amante de la lectura.
Nuestro Colombiano con ese realismo mágico que marco con su excelentes obras Gracias totales!!!