La gata de los siete nombres
Friday, 13 de September de 2013 por Ramón
La gata que llegó a llamarse Tokio, Siria, Neda, Clara, Nora y -en algunas horas de la tarde de ayer- Muffin, ha encontrado, por fin, su nombre: Nana, como la Nana de la cebolla de Miguel Hernández; Nana, como la perra de Wendy de Peter Pan; Nana, porque es un nombre africano.
Nana era la más miedosa de los nueve gatos disponibles. Dudé porque no quería un animal asustadizo, que bastante tenemos con el mundo exterior. Tardó horas en salir de la esquina más abuhardillada del salón, donde se sentía inexpugnable. El miércoles empezó a realizar incursiones, una para orinar en el sofá, pero sin dejarse acariciar. Por la noche aprendió dónde hacer sus necesidades y a comer en el cuenco. Ayer ronroneaba con hablarle despacio. Busca el contacto, que la tomes en brazos. Se ha pasado la siesta entre sueños y ronroneos sobre el brazo del sofá. Creo que este es el inicio de una gran aventura.
Por la noche vino Martes, la gata del tejado. Hice las presentaciones a través del cristal: Marte bufó, Nana ronroneó porque estaba en brazos.
Mi último gato se llamó Claudio, vivió 15 años, el ser vivo que más tiempo me ha aguantado sin decir palabra, solo miau. Trato de recordar la fecha de su muerte, pero un velo me lo impide: ¿11 años, tal vez? La conexión con Claudio era magnifica. Nos entendíamos con gestos. Sufrió mis ausencias balcánicas en las guerras de los noventa, que me las hacía pagar con un par de días de desprecio al dueño que le mudó de casa. Un día, Jesús Ceberio, director de El País, me espetó: “Te vas a Bosnia, pero necesito que salgas ya”. Respondí: “Antes debo colocar a mi gato”. Fue objeto de chanzas. Hasta me regaló un libro gatuno años después.
Los animales acompañan, copian tu carácter y tu copias el suyo. En mi caso, salgo ganando.
Me gusta tu sensibilidad hacia ellos, Ramón.
Yo era perrero y, semiobligado a vivir con un gato, me he hecho gatuno, también. Quizás tenga un poco de los dos.
Un abrazo y felicidades por convivir con Nana.
Soy gatuno; de hecho soy gato, y no por vivir en Madrid, sino por mi manera de ser. También me gustan mucho los perros, pero no en un piso en el centro de Madrid. Abrazos, Luis.
Pero qué sorpresa Ra un nuevo gatito ??
Me alegro por ti, siempre te han encantado
los gatos tienen una sensiblidad especial para captar lo negativo de las personas. En mi caso cuando me visita mi mamá que tiene muy mala vibra, el mío se escapa corriendo y se esconde dentro del placard al lado de los zapatos.
Prefiere el olor a zapatos que estar en el mismo espacio que mi vieja.
Mi enhorabuena por tener un nuevo amigo gatuno, me gusta pensar que lo has adoptado y no hayas entrado en el negocio de compra venta de animales, confío en que sea así
Te deseo años de complicidad y felicidad con Nana y con todos los gatos y perros que encuentres en tu camino
Ayer fue el cumpleaños de mi hija: 8 añazos, nueve meses y unas horas gloriosas, a su lado. Su regalo fue un hamster al que ya hemos bautizado y rebautizado unas cuantas veces. Antes tuvimos a Dino, un hermano-perro que -¿cómo lo expresaste?- cruzó la barca de Caronte hace dos años, menos 11 días. Los animales van y vienen por casa dándonos lecciones de vida y muchísima felicidad.
Feliz día gatuno 😀
Anécdota: mi gato se llamaba Nono 😀
Es el animal perfecto, es la compañía perfecta … ¡¡¡ son perfectos !!!
En mi casa ahora viven cuatro, tres son míos (o yo soy de ellos, no sé) y el cuarto está “de paso”, esperando que alguien se enamore … Comprendo perfectamente tu conexión con Claudio, yo la tengo igual desde hace ya casi 7 años con mi gato Polanco, pero él no solo me dice “miau”, sino muchas más cosas … ahora se les ha unido una galga que quizás, de entre los perros, es el más “gatuno”, así es que me alegra enormemente cada vez que alguien deja entrar a uno de estos bichos de cuatro patas en sus hogares … ¡¡¡ enhorabuena a Nana y a tí !!!
Que razón tienes cuando dices que en el intercambio, nosotros, los humanos, salimos ganando.