Tengo miedo al dentista
Wednesday, 29 de May de 2013 por Ramón
Aquí estamos otra vez entre dos dolores; el real, una muela cabrona del maxilar superior izquierdo y el del futuro: pensarme recostado en la camilla del dentista, la boca abierta como la de un león y él, sonriente, con los aparatos de matar en la mano imaginando la cuenta que me va a meter.
La última vez que fui iba en coma tras una noche de aupa en la que ni un bruja colombiana amiga pudo aliviarme el dolor en el retrete de un garito de farra. La última vez fui muchas veces y Eduardo, un tipo encantador, pero dentista, debió irse a Japón o más lejos gracias a la minuta. Ahora, por intensidad comparativa del dolor, no pasa de Ibiza, pero de vacaciones se va seguro.
Este miedo animal a los dentistas es una rémora de la infancia. Como soy entrado en siglos imagino que alguna escasez de anestesia en tres empastes creó en mi cerebro el estereotipo del dentista torturador.
Soy de los que se ponen rígidos con la sola visión del espejo. Cuando salgo tras una sesión de una hora tardo un día en desgarfiarme. Los que tenemos miedo deberíamos ir cada seis meses, para evitar emergencias. Es lo que dicta el sentido común. Pero con los miedos no hay sentidos que valgan, uno se aplaza y se aplaza hasta lo inevitable: “Bueno, parece que el dolor amaina”.
Los dentistas tienen además la manía de hablarte cuando tienes la boca inundada de aparatos succionadores. Es una conversación imposible y potencialmente peligrosa. ¿Y si es del PP? ¿Si le encanta Gallardón? ¿O tiene un Jaguar en el garaje y no se ha enterado? No se limitan a darte la charla; preguntan y nada de cuestiones retóricas, todas directas y exigencia de respuesta. Mi truco es murmurar y sonreír, que se las apañen con la traducción.
Seguiremos informando; si salgo de esta, claro.
Ramón
Ni soy del PP ni tengo un jaguar,pero soy dentista,y me brindo a arreglarte tu muela a cambio de un Isla África firmado
Eso si,te tendrás q venir a Badajoz a hacerlo,o a que te lo hiciera en Sierra Leona este agosto cuando vaya a mi proyecto en Lunsar
Un abrazo
Jaja! Pues debe ser miedo colectivo como dices por la memoria de una mala experiencia, también de muy joven, pero esto fue pot la codicia de un dentista eminente que al decirle que era de Mutua, como estas le liquidaban menos que laconsulta privada, ahorró visitas y con un flemón y la cara hinchada, me sacó la muela y no veas la que me lió… Se aprovechó de mis 20 años. Y ya nunca mais porque para una simple higiene pido anestesia. 😀
Lo mejor es ir a menudo aunque no tengas ningún problema . Tengo un hermano que va cada dos meses a que le echen un vistazo y nunca le coge una caries a traición. Muy metódico él.
Yo aún voy más a menudo pero, en mi caso, por obligación, mi dentista es una plasta y para una cosita de nada me hace ir decenas de veces, luego viene la factura que es cuando, a pesar de la alegría de despedirte del dentista para un tiempo, te sientes maltratada.
Como dice ELISA, la mayoría tenemos algún trauma infantil por el recuerdo de algún arranque de muelas en que, además, el ponerte la anestesia ya era de por si dolorosísimo. El dentista además solía llevar gafas de culo de vaso o así es como yo lo recuerdo.
¡Vaya temita el de hoy!
Soy dentista, te admiro y prometo ponerte toda la anestesia del mundo, tratarte los dientes que haga falta sin que luego me tengas que pagar el viaje a ningún sitio, y sobre todo no darte conversación, cosa que yo también odio cuando me toca ser la paciente…. lo único malo es que no vivo en España, sino que me he tenido que mudar a Finlandia a trabajar…. sí, entre los dentistas (jóvenes) también hay paro y unas condiciones de trabajo que dan vergüenza ajena.
ánimo! que no todos somos malos! (ni del PP!!)
Un saludo!
Seguro que sales de esta y de todas menos de una, acuérdate cuando le preguntaban al Maestro ¿Cómo va la salud don Enrique? “Pues aquí estoy con mis 18 años recién cumplidos, esperando al tercer cáncer?
¿Miedo?: Solo al miedo. También él decía a los jóvenes que iban por primera vez a cubrir su primera guerra: “No tengas miedo, que la bala que te matará no la oirás”.
Muchas gracias Ramón por hacernos reír y pensar.
Vicente.