Historias extraordinarias
Monday, 25 de October de 2010 por Ramón
Este fin de semana escuché a una mujer común con una historia extraordinaria. Me emocionó. Son de esos regalos que dan sentido a un día, a un fin de semana, a un viaje. Todos somos portadores de historias extraordinarias, solo necesitamos que alguien nos las saque de dentro, que nos escuche. La mujer tiene un hijo crecido al que educó como le habían educado que se educaba. Creció, sacaba muy buenas notas, sobresalientes, parecía que el trabajo estaba hecho, pero la mujer había olvidado lo más importante: mostrarle que le quería. “No le enseñé a abrazar y ahora cuando necesito que me abrace no sabe hacerlo”. Aprendemos, todo es aprendizaje para quienes tienen los ojos abiertos. Cuando no aprendes a querer es difícil permitir que te quieran. Aprender a abrazar exige de alguien que quiera aprender a dejarse abrazar.
Somos bombas de relojería repletas de sentimientos, islas a punto de estallar. Todos censurados y recensurados por la educación, los miedos, por lo políticamente correcto, por el qué dirán… Carecemos de frescura y cuando manifiestas un poco detrás de las corazas sociales y personales te acusan de inmadurez, de no haber matado al niño, de Peter Pan. A veces tengo ganas de dar saltos mortales hacia delante, como un gimnasta en una diagonal en el suelo. Me sucede en las situaciones más extrañas. En el trabajo: sueño con acabar exhausto de revueltas en el despacho de un jefe. O en una boda. O en un entierro. Solo con pensarlo sonreío y más cuando lo verbalizo ante una amig@ y este dice “sería estupendo”. No solo me gusta que le guste mi travesura, lo que me encanta es que me vea físicamente capaz de hacerlo.
Yo soy uno de esos a los que no enseñaron a abrazar, me siento rarísimo cuando algún amigo reencontrado viene a dármelo, pero me encanta; yo me siento incapaz de hacerlo. ¡Cuánto daño nos hicieros!.
Gracias Ramón por la reflexión.
http://www.youtube.com/watch?v=d-5Q9HqzwKE
No soy ningún crítico literario, ni siquiera soy habitual lector pero pienso que hay clásicos que son un fiasco, por muy bien escritos que estén:
Peter Pan es uno de ellos… nunca he sabido porque hay que crecer… ese madurar como un enagenarse de lo propio para aceptar un consenso, eso sí, escrito en algún papel (deuteronomio, mishná, o tabla social de turno).
Moby Dick es otro: personalmente, todavía quiero cazar my monstrou blanco… Melville me parece un cateto.
con perdón !
Es cierto cuanto daño nos hicieron, a mí por no enseñarme, no me enseñaron nada. Me dejaron como un animalillo salvaje, que se arrastraba por la casa, siempre con las manos sucias y desolladas. Asustada por el hombre del saco, me pasaba horas escondida bajo la mesa, siempre imaginado cosas imposibles, para las que no tenia nombre. No me enseñaron palabras bonitas, de colores de estrellas o animales. Yo los inventaba en mi cabeza.
Después me llevaron a una casa con barrotes y empecé a planear miles de huidas. Cuando logre salir, ya nunca me dejaron regresar, y llevo toda la vida aprendiendo las cosas sin orden ni concierto, como me van llegando, en medio de esta gran desolación de los que nunca les enseñaron como se hacían las cosas. Como se recibían los abrazos
Algún comentario sobre Wikileaks !
los abrazos, una palabra justa en el momento que se necesita, la ternura, un llamado de telefono justo cuando uno esta triste y solo,
una mirada atenta a las necesidades, el estar siempre aunque uno no se de cuenta,
como llenan nuestra vida
Me parece, que a pesar que estamos tan interconectados, nos falta estar juntos, nos falta hacer brotar nuestro lado sensible…
Recuerdo a mi hijo mayor aplaudiendo al final de la ceremonia de enterramiento de su abuela, luego de algun quedo rezo de parte de alguno de los asistentes…
Ya no la podria abrazar.
Algunos reafirmaron ( interiormente) la”locura” de èl…quizás me costò un tiempo vislumbrar el dolor de ese nieto depositado en el batir de sus palmas, ( yo tambièn “regulada” por las”maneras” sobreimpuestas por proto-colos ).
Hace tiempo que pienso cuànto perdì al no animarme a unirme a su homenaje.
Abrazos a vos.
Desgraciadamente, aprendemos muy pronto a dosificar nuestras emociones, lo único verdaderamente nuestro y que nos define. Los excesos quedan para los niños. Una persona “mayor” pasaría por loca si hiciera cosas que de normal hacen los niños a cada momento: saltar, correr, llorar a grito pelado cuando algo te duele, abrazar, besar porque sí… Ni lo intentes cuando pasas de los diez años o acabarás en la consulta de un psicólogo infantil. Es una censura tan subliminal y refinada que no sólo te cambia la educación de padres, maestros,… sino que llega un momento en que somos nosotros nuestros propios celadores y verdugos, autocensurándonos.
Esta mañana hablaba de estas cosas con una compañera de 50 y tantos, le decía que creo que mi éxito con los alumnos y alumnas es mostrarme como soy, hablarles con el corazón, ser espontánea. Menos mal que elegí este trabajo que me permite está cerca de la frescura, la espontaneidad y transparencia emocional de los adolescentes, si no ya me habría muerto. Me aburre el mundo de los supuestamente adultos, un mundo en el que lo políticamente correcto es lo hipócrita, en el que lo serio es lo aburrido, en el que aparentemente cuanto más disimulas lo que sientes más éxito tienes, en el que reír demasiado alto es censurado, en el que nada tiene la valentía de mostrarse vulnerable, en el que todo es siempre más de lo mismo. Voy a cumplir 42 el próximo sábado pero todavía no he aprendido a vivir en ese mundo y creo que no quiero aprender.
Un abrazo atrevido y espontáneo, Montse
PD: Esas historias locas soñadas cuando estamos despiertos y compartidas con gente que nos entiende son fascinantes y divertidísimas.
No pensemos en lo mal que nos han enseñado algunas cosas,pensemos en que podría haber sido mucho peor.
La calle, que es donde está la vida… Os dejo una conversación cazada hace un tiempo a dos señoras en la Línea 27 de la EMT, a la altura de Neptuno.
“- ¿Que tu hijo ha venido a verte? Lo que tienes que hacer es echarlo. Otra vez viene a llevarse tu dinero. Es un desagradecido, un borracho. Se aprovecha de que estás enferma y te va a sacar hasta los ojos.
– Mi hijo no es malo, es que ha tenido mala vida…
– Que no es malo, dice. Te saca los cuartos, te rompe los muebles, y todavía dirás que lo quieres en tu casa.
– Es que, cuando me habla, durante un rato, desaparece el dolor.”
Hay tanta vida en el 27, quizas por eso es mas largo que los demás autobuses de Madrid.
Ese “sería estupendo” igual significa “si pudieras hacerlo”.
Como mínimo hay que querer hacerlo, si luego circunstancias ajenas a nuestro deseo no lo permiten… pues a otra cosa mariposa.
Un saludo
Larga vida a la Línea 27!!!
Por cierto para explosión de emoción y sentimientos, la de Moratinos en su despedida del ministerio…Por lo visto, a Perez-Reverté, se le atragantó…Que pena..Se vé que tampoco lo abrazaban cuando era chico, …me lo imagino como el repelente niño Vicente…jajajaja
[…] no me gustaría que a ninguno de nosotr@s nos pasara lo que cuenta Ramón Lobo en esta historia: “No le enseñé a abrazar y ahora cuando necesito que me abrace no sabe hacerlo” y, además, estoy convencida de que hay que enseñar con el ejemplo, aquí dejo una recopilación […]
Yo diría que este blog tuyo está lleno de abrazos. Los que tú das y los que recibes.
(Felicidades a Montse, por su cumpleaños)