El metro y la taquillera
Thursday, 7 de October de 2010 por Ramón
Madrid tiene decenas de chascarrillos, un género menor del proverbio. “No sé si tirarme al Metro o a la taquillera” es de los más afortunados aunque resucitarlo en este post corro riesgos ante el sector más hembrista y combativo. No sé si empeoraré las cosas si escribo que siempre tuve claro el orden de los factores. La crisis, la globalización y los recortes liberalizadores de Zapatero han dejado herido al chascarrillo y a las taquilleras, pues apenas quedan unas pocas tras tanta reducción de personal. En vez de mujeres más o menos malhumoradas, dependiendo de la hora y las circunstancias, me encuentro a diario a unos pistoleros sin pistola que se pasean por los tornos, los pasillos y los andenes como si te perdonaran la vida. Algunos se hacen acompañar por perros embozalados y mirada tabernaria. Ya lo escribí hace meses que al verlos digo miau por lo bajini, por si me oyen y me apalizan por anarquista, o por gato.
Ahora, en los días grises, en los que una grisura interior te deja pocas ganas de lucha, las opciones que quedan son tres: seguir viviendo, viajar en autobús o tirarse al Metro. Sin vendedoras reales, de carne y hueso, el pasajero mustio es obligado a la muerte o a la exhibición de una rareza. Raro debe ser quien intenta sexo con las máquinas expendedoras porque los Rambos que ladran están descartados.
Enfadado por estos recortes tan poco sociales y humanitarios me he subido a una caja de madera en la Puerta del Sol, como si fuera un speaker londinense de Hyde Parrk, y he empezado a reclamar a gritos el regreso de aquellas mujeres eficientíisimas y subterráneas, aunque sea para tenerlas cerca, como una opción mental y darles los buenos días. Al cabo de una hora éramos una manifestación. “Aguirre, dimisión, Zapatero dimisión”. España, camisa blanca, empieza a despertar.
Reconforta leerte. No dejes de mirar, sentir y contarlo.
Gracias.
Ramón, no te preocupes. Nosotras decimos: “no sé si tirarme al tren o al maquinista”. 😛
Gracias por este post de mirada sensible y sensata hacia urbanidad y sus circunstancias. Un saludo.
Un activismo romántico, me gusta.
Otro saludo.
SEamos justos, señor Lobo, lo de la desaparición de las taquilleras no se debe a recortes ni globalizaciones, es simple evolución del negocio, pronto les tocará a las conductores del convoy porque informatizarán el tráfico de convoys… Es la modernidad la que marca esos cambios, no la economía.
De todas maneras, me parece estupendo que clame, clamando se llega a Roma.
Vaya, qué mal escrito mi comentario, sobra un convoy y me refería a lOS conductores… Perdón.
Los adelantos técnicos sólo sirven para destruir empleo, o más bien la investigación y desarrollo va dirigida al ahorro de costes y nada más.
En el año 1984 el presente 2010 parecía de ciencia-ficción, todo lo iban a hacer las máquinas y nosotros nos íbamos a rascar la barriga ( yo me esperaba la tercera república, fíjate) ¿ Y cómo estamos? Con un paro acojonante y los que trabajamos, las mismas horas o más. No estoy en contra de la técnica pero si con su mal uso, internet me parece lo más; pero quién se ha hecho rico con ésto, el de gugel, el de feisbuq, el Bill Gates y pocos más, y los usuarios, al menos en España pagamos una cuota exagerada, y subiendo.
No es de extrañar que las taquilleras estuvieran malhumoradas… Ahí metidas, con todo el mundo hablándoles desde una posición más elevada, demasiado pegados siempre al cristal para que nos oyera y oírlas… Si es que… hasta yo me amargaría… Tú lo has dicho, eran de carne y hueso: debían acabar todas con depresión. Sólo cuando toque cambiar las máquinas, tal como están las cosas y con los recortes laborales, igual vuelven a coger personas, que vamos camino de ser más baratas que la tecnología.
por lo bajito o por lo bajini?
se le ve muy poético ultimamente Don Ramón, será el otoño madrileño.
Pablo, gracias; mejor bajini.
¡Cómo me gusta leer lo de hembrismo!, no porque yo sea hembrista (creo que no) sino porque poco a poco vamos aprendiendo a diferenciar el hembrismo del feminisno. Así que, bueno, que se queje en sector hembrista, las y los feministas (sí, también hay afortunadamente hombres feministas) no nos quejaremos siempre y cuando nosotras también podamos tirarnos al metro o al taquillero, jajajaja.
Tema interesante el que plantea Jose O.; en mi opinión, los adelantos técnicos no destruirían empleo si su uso estuviera orientado al progreso humano y no al progreso económico (ésa era la esperanza de los ilustrados, ¿no?). Las máquinas no se inventaron para trabajar menos personas el mismo tiempo, dejando a muchas otras en paro, sino para trabajar todos/as cada vez menos horas, disponiendo así de más tiempo de ocio que es el auténtico tiempo humano siempre y cuando no sea también un ocio dirigido por otros y orientado al neg-ocio.
Un saludo en igualdad donde todos y todas podamos tirarnos a todas y todos en libertad. Montse
Lobo, no te imagino maullando, te aseguro que a veces no es recomendable, pese a ser inevitable. Las máquinas son el progreso y el precio a pagar es que sustituyen a las personas, decían que mejoraban nuestras vidas, que nos las hacen más cómodas, pero a algunos, en este caso algunas como las taquilleras, les priva de vivir. Salud.
El metro y la taquillera…
Madrid tiene decenas de chascarrillos, un género menor del proverbio. “No sé si tirarme al Metro o a la taquillera” es de los más afortunados aunque resucitarlo en este post corro riesgos ante el sector más hembrista y combativo. No sé si empeoraré las…
Cuando yo era pequeño el metro tenía unos asientos que decían reservado para caballero mutilado y muchas veces iban ocupados efectivamente por un señor sin pierna o sin las dos piernas et. pero además es que cuando entraba una señora ya entrada en edad incluso estos mutilados la ofrecían el sitio y esto viene a cuento de estos seguratas que tan bien describes y que desgraciadamente han tenido que ser necesarios ante lo que te puede pasar…si no te apalea el segurata te apalea o te roba cualquier desalmado/desalmada y si encima eres viejo/vieja niño/niña pues con más saña.
También entonces había unas taquilleras pechugonas y muy pintadas de rimel…algunas bien simpáticas.
Ahora no te queda indudablemente más remedio que tirarte a la vía y hacertar que te pille bien pillao porque como te quedes cojo ya no existe el asiento de “caballero mutilado”