Roma de soledades
Tuesday, 17 de August de 2010 por Ramón
Observo a los turistas en Roma; ellos me observan a mí. En Piazza Navona vi a un hombre muy delgado hacerse fotos a sí mismo. Me pareció la expresión máxima de la soledad. Sentí ganas de ofrecerme pero tenía sonrisa; quizá una mueca, quizá un recuerdo. Llegan las parejas. Él toma una foto de ella; ella, de él. No hay mundo compartido. Dos soledades paralelas que coinciden y no se encuentran. En la avenida de los Foros Imperiales trabaja una estatua disfrazada de blanco con el maquillaje corrido que persigue a los clientes. Es la crisis que obliga a correr a los inmóviles. Los pasos de cebra son una zona de alto riesgo: nadie frena, todos aceleran. La actitud ante el paso define nacionalidades y timideces. Los alemanes, tan ordenados ellos, son capaces de pasarse las vacaciones allí, al borde de un precipicio rodado, en espera que alguien respete el código. Me gusta cruzarlos como El Litri, mirando al tendido. Llevo veintitantos días y ni un rasguño. Es por la tripa cervecera, nadie desea arriesgarse a un estropicio de chapa y pintura.
Hoy, la báscula-mojama se ha portado: me ha reconocido 500 gramos. Es por el tiramisú que ya solo relamo en fotografía. Es martes, hice colada y compra en el súper de la esquina de todo lo que me bebí y comí estos días. La novela vuela y siento que empieza a tener vida propia, que no me necesita. Cerca de donde vivo, en la puerta del Moisés que una señora vio palpitar cuando lo que palpitaba era su imaginación, hay un cubo de basura con sombrero panamá que habla por los codos que no tiene. Hoy, por ejemplo, me ha contado una historia preciosa de un navegante que un día vendió su barco de grandes aventuras y decidió que la mayor de todas estaba en vivir en tierra, en el mar interior. Me gustado mucho, pero no revelaré el final. Buona sera.
Pronto se dejará de ver tan raros a los solitarios, al igual que dejamos de ver raros a los que hablan por el móvil.
Pues yo, como siempre me meto donde no me llaman (unas veces seré bienvenida y otras maldecida, supongo) me atreví a dar el paso que tú no diste. En Florencia, en la puerta de la Catedral estaba viendo a una pareja de enamorados hacerse fotos el uno a la otra y la otra al uno y ya no pude más y les dije: ¿os hago una foto yo? Ellos encantados y yo también, me hacía ilusión contribuir a su felicidad, después de todo creo que con la emoción la hice mal y les dio vergüenza pedirme que la repitiera, yo les di la opción sinceramente. De hecho, yo siempre pregunto qué es lo que quieren exactamente que salga en la foto pero la vergüenza, siempre la vergüenza …. Bueno, la intención es lo que cuenta.
Y ya reflexionando más a fondo, ¿por qué tenemos tanta vergüenza de pedir lo que deseamos?, ¿por qué siempre andamos pensado lo que los demás van a pensar y eso nos paraliza y nos impide hacer lo que deseamos? ¡Ay, siempre pensando qué van a pensar los demás!, si en el fondo casi todos sentimos parecido, si somos de carne y hueso y sentimos de forma similar, ¿por qué nos complicamos tanto la vida?, ¿por qué no somos más espontáneos?, ¿más sinceros?, ¿más auténticos? Por eso me fascinan los niños, siempre dicen lo que sienten, sea lo que sea, cuando te adoran te adoran y cuando te odian te odian, pero siempre es auténtico lo que sienten.
Un abrazo espontáneo, Montse
Señor Lobo, per caritá, no me sea usted tan tópico, que yo a veces elijo viajar en solitario (cuando vi “Lost in translation” no me podía creer que lo mejor que se puede hacer en Japón es quedarse en el hotel y allá que me fui yo solito para estupor de mi pareja de entonces y un par de amigos dispuestos a acompañarme) y también me busco la vida para hacerme fotos sin sentirme por ello especialmente solo. Y bueno, cuando se viaja a dos, pasan esas cosas, ay señor Lobo, con lo que me gusta leerle, no se me haga el interesante observando cosas que en realidad no tienen tanta miga, con el debido respeto, of course.
ramon, no puedo evitar felicitarte por tus post y agradecerte el ratito que nos dedicas, algunas frases sueltas son geniales, si hiciese un pacto con el diablo seria a cambio de escribir como saramago o si me respondiese que eso es demasiado, le diria que al menos escribir como tú….
“La actitud ante el paso define nacionalidades”. Me ha encantado esta frase por lo cierta que es. Recuerdo cuántas veces estuve a punto de ser atropellada. En 3 ocasiones me llegué a imaginar debajo de las ruedas de un coche, y en una de ellas tuve que poner la mano en el capó del coche para que el conductor pegara un frenazo de esos que van acompañado de un chirrido que provoca que la gente se vuelva a mirar qué ha pasado. Recuerdo también cómo cuando iba de copiloto de un romano experimentado a veces me veía en medio de una colisión que al final nunca se produjo.
Los romanos son un pueblo de gresca, que está a la que salta, que si se puede saltar las reglas (o los pasos de cebra y las señales) mejor que mejor. Y eso, inevitablemente, se refleja en su modo de conducir.
Aún así, ni qué decir tiene que les echo mucho de menos.
y respondiendo al ogromiguel le diria que en realidad no importa lo que sintiese esa persona solitaria, ya fuese feliz o desgraciada, aqui lo que importa es la interpretacion del escritor y su expresion, la escritura es subjetividad pura, es como pedir que en macondo rigiera la realidad mas estricta, aqui lo fundamental (en mi opinion) es la belleza del mensaje no la realidad, de estudiar eso ya se encarga la ciencia…
No Juan, si yo no me refería a que el escritor busque objetividad, me refería a evitar lugares comunes, como humildemente me ha parecido tanto lo del viajero solitario como lo de la pareja, muy alejado de la novedad que en su momento el realismo mágico que acontecía en Macondo. Dicho lo cual, soy el primero que lee a menudo este blog, por algo será.
Pintas la soledad tan desapasionada que parece que uno ni otro la siente. Me gustó mucho el retrato, viajo sola casi siempre y el momento de pedirle a alguien ¿me sacas una foto? se hace tan triste a veces.
Pues búscale el lado positivo Eugenia, pídele a ese chico/a (según lo que te guste) tan guapo/a que te saque la foto, quien sabe, igual ¡Tachín! Salta la chispa y terminas practicando eso tan saludable llamado sexo, o teniendo una conversación sobre la caza de la Gambusia en Renania, ese gran tema que sólo a ti parecía interesarte. O aprovecha para investigar nuevas formas de encuadre apoyando la cámara en cualquier lado para conseguir tu retrato deseado… Son algunas ideillas…
Me he estado preguntando cual podria ser el final de la historia del navegante que vendio su barco. Quizas volvio a la mar para seguir sus aventuras? Se dice tanto que, quien ama la mar no es capaz de vivir lejos de ella, asi que algo de cierto debe haber en ello.
Disfrutar de la soledad es un privilegio que solo se aprende cuando uno es capaz de soportarse a si mismo. No se si esto lo lei o si acabo de inventarmelo, pero me suena logico.
Un saludo corddial.
Ogromiguel, haré lo que dices cuando llegue a Venecia, la semana que viene.
Pues no te digo que me cuentes porque no me conoces de nada, pero ya sabes, a vivir que son dos días, y si te da tiempo, te ves “Locuras de Verano” de David Lean con Katherine Hepburn.
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Roma de soledades | En la boca del lobo…