Calor, mucho calor en Madrid-Sonora
Wednesday, 7 de July de 2010 por Ramón
Cae un calor de plomo, de los que te abren la cabeza. Me asomo a la ventana como un pez fuera de la pecera en busca de una brizna de aire. Los tejados de Madrid parecen hornos que echan humo y alguna que otra maldición. A lo lejos, miles de luces sin barcos. Más que mar podría ser el desierto de Sonora tras pasar por las manos insaciables de una banda de enladrilladores. No funciona el aire acondicionado del salón. Es la teoría de la tostada: si fabricas medios de comunicación previsibles la gente abandona esos medios y se instala en Internet. Creo que la teoría era otra, pero es este sopor el que me hace tener visiones. Ahora, por ejemplo, tengo sentada delante a Marilyn Monroe con el traje blanco y las faldas levantadas. Parezco Tom Enwell, de La tentación vive arriba.
Hace calor y tampoco me gustan los martes. Acaba de ganar Holanda 3-2 a Uruguay y siento vengada la derrota injusta de Ghana pero me dan ganas de abrazar a Eduardo Galeano. Dos ríos de sudor me caen por la sien en busca de un mar que ya no existe. En días así pienso en África, en las noches estrelladas de Freetown cuando el runrún de los generadores enmudece a los pájaros y silencia las conversaciones de las personas en la calle. África es una mezcla de runrunes y silencios. Donde calla la máquina habita la pobreza extrema.
Echo de menos ese continente. A sus gentes. Miro por los barrotes de la cárcel de mi casa y no siento la brisa ni huelo el pescado en salazón ni veo ese sol grande y naranja hundiéndose en el océano para nacer cansado en otro mundo. En los días así, en los que el sueño se vuelve esquivo, me gusta escuchar música, de esas que dan ganas de bailar. No refresca pero ayuda a que cada sueño bañado de sudor se transforme en uno de pasión y sexo. Aunque sea con Marilyn tantos años demasiado tarde.
Ramón, un pequeño homenaje veraniego para un narrador de historias, que no sabe hacer nada más, que engarzar palabras, desde atalayas de cemento, desde playas vírgenes, desde bares con pasión futbolera, desde bocas de metro……..
Engarce de fina orfebrería, arte regalado, sentimiento, peso y medida magistralmente combinados.
Cuenta cuentos, de Oriente a Occidente………y este buen y selecto manjar, regado con deliciosa música. ¿Qué más se puede pedir?
Gracias Lobito,
Qué regalo para un miércoles que a las 9.00 de la mañana ya respiraba un sol altiplánico. De mi parte africana, de mis viajes recuerdo Addis Abeba (Flor Nueva) y recuerdo un grupo de mujeres reunidas en el margen oeste de la ciudad, en la sede de una pequeña cooperativa, devolviendo una cuota de un microcrédito. Eran vendedoras de casi todo, sus niños/as de grandes ojos negros entre arabescos y coptos, me miraban por gringa y extraña. Recuerdo dos semanas de trabajo intenso sin agua para el despilfarro del aseo personal, sin luz para alimentar la mente despues de la luz y sin noción de calor. Recuerdo que al final no sentía calor ni por la noche. Recuerdo que más al final, no me sentía ni a mi misma.
Hola Lobo
Tu Freetown sigue asi,estuve en febrero y yo tambien alucino con esa ciudad…..solo un pero,quitaron todos los chiringuitos de la playa y ahora no es igual.
Mañana estare con tu amigo Chema,esta en una mesa redonda en Badajoz,recordaré esa maravilla que escribiste y que a los que conocemos Lakka y el Hotel Florence de Franco tanto nos emociona leer.
Un abrazo sin conocerte……………aun
La pregunta es, ¿tiene usted algún límite para dejar se sorprendernos?
Yo sigo aquí en el Sur de Cádiz, lo siento Lobo.