I don’t like Mondays
Tuesday, 6 de July de 2010 por Ramón
No es fácil el tránsito brusco entre una playa de ensueño, por muy ventosa que se manifieste, y Madrid, y más aún si aquí te aguarda el desempleo, un trabajo de empleado público con rebajas o una plantación cualquiera con su “un, dos, un, dos” y demás infantería. Las vacaciones, y más si son mínimas, de fin de semana, representan un narcótico, una droga extraordinaria que permite ver, sentir, oler y palpar el paraíso.
Ahora me siento noqueado, con la lengua abultada moviéndose dentro de los labios buscando el sabor de la sangre y el tacto del labio partido. No es sencillo transitar de la felicidad a la incertidumbre, entre lo que uno es y lo que le gustaría ser, sin demasiadas magulladuras. Pero estas bruscas mudanzas, pese a sus efectos secundarios, son necesarias para despertar y vivir, para que la molicie que es la peor de las muertes, la muerte lenta de aburrimiento, no se instale en el salón de tu casa y decida qué es sonrisa y qué llanto.
Faltaron abrazos. Siempre útiles para este tipo de lunes.
A ti no te gustan los lunes pero contigo cerca son más llevaderos. 🙂
Yo volví de unas “mini” hace tres días. Mi primera lectura en una playa casi desierta ha sido tu libro Cuadernos de Kabul. Un libro para leer y releer.
Salud
Como entiendo hoy esta jugada eterna del tiempo: nos vamos, volvemos, siempre, sin remedio. Dspués de diez día en Rodalquilar de nuevo, como te entiendo.
Y enhorabuena por tus entradas, da gusto leerlas, miralas, escucharlas…
Soy una vaga contrariada.
Mi deseo, practicar permanentemente el “dolce far niente”
Receta estival para todos los achicharrados de las grandes ciudades:
Ingredientes: un cuarto, una cama, una persiana, música, un libro, sol y brisa
Imprescindible tene: capacidad de disfrute y adaptación, imaginación, sentidos desarrollados aceptación y una sonrisa.
Toda la casa con las persianas medio echadas para que no entre el calor. Ventanas abiertas para stablecer una corriente de aire, Tumbarse en la cama después de comer para echarse la siesta. Música, la que más guste, pero en segundo plano (si es fin de semana, recomiendo Radio 3), coger el libro o no, e ir cayendo en ese maravilloso sopor, sintiendo la brisa marina y esos rayos de luz que penetran por los agujerillos de la persiana, dar vueltas a un lado y otro, medio dormida, medio despierta, sabiendo que no trabajas ni tienes que ir a ningún lado. Sólo disfrutar e imaginar con esas sensaciones que estás en otro lugar más paradisíaco. Se puede. A lo largo de la tarde, si seguimos en el mismo lugar, libro again, o música, o las dos cosas, acompañados de un daikiri, mojito, cerveza…
Que disfrutéis.
Saludos…
Si no hay aire, un ventilador. El aire acondicionado no sirve para esta práctica.
Saludos again… Palomei