Puestos de observación playera 2
Sunday, 4 de July de 2010 por Ramón
Día 2. Playa. Amaina el Levante. La arena ya no traspasa las piernas, solo pincha. El mar está repleto de windsurfistas. Todos son jóvenes, guapos y no exhiben tripa. Me pregunto cómo navegaría yo encaramado en uno de sus artilugios de velas de colores llamativos. La pregunta obtiene respuesta rápida: mal.
La parte alta de la playa, donde crecen los matorrales y el césped, es donde nos concentramos los que no sabemos hacer nada cuando el mar se encrespa y las vacas que andan de picoteo. Al menos cuatro somos periodistas, una profesión que vive de contar las cosas que los demás sí saben hacer.
Los perros zascandilean de toalla en toalla como si estuvieran calculando las ventajas de cambiar de dueño. Lo llaman libre mercado. El más grande, un pastor belga, es el que más ladra porque es que el tiene más miedo. El tamaño y la fuerza aparente no garantizan la seguridad. Lo mismo sucede en la lucha antiterrorista mundial que emprendió George W. Bush y que felizmente ha enterrado Barack Obama. Ya no hay eufemismos, pero quedan las realidades: Irak, Afganistán… Los pocos niños que pululan por los matorrales parecen de otro planeta. No sé si los surferos tienen pocos hijos, éstos son mudos o nacen ya educados.
En el chiringuito que tiene categoría de bar dan de comer sardinas y un arroz de primera. El dueño que se enrolló con un pibón brasileño está en Brasil. Dicen que de negocios. La numerosa familia de la chica está aquí, en mi paraíso, comiéndose la nevera del dueño del bar. Es lo que se llama compensación humanitaria.
El mar está picado, cada ola lleva a cuestas espuma y belleza. En frente, África escondida por vientos y vapores. Gracias al aire no hay veraneantes. Ni vendedores de helados. Ni tribus con tortilla de patata a cuestas y balón azul de Nivea. Cuando sopla el Levante nadie grita. La arena se mueve de un lado a otro cargada de alfileres.
Las escapadas de la gran ciudad, aunque sean solo de fin de semana, oxigenan y dan vida. Cuando se abren los pulmones de par en par y se respira aire limpio uno se olvida de la crisis y de lo que está por venir, que si doble recesión, que si depresión, del Alemania-España, de Angela Merkel imitando a Sandro Pertini y de los maquiavélicos juegos con la deuda española.
Apuro un café rodeado de gente de apariencia normal. No veo las corbatas que inundan la prensa con sus declaraciones vacías y pomposas de los que se dicen dispuestos a salvar el mundo y de los que se embolsan millonadas sin importar si la Bolsa sube o baja, que para eso están los blindajes contra la mala pata. Aquí en la playa, los que estamos de visita en el paraíso, vamos en pelotas para dar vida al dicho aquel de “lo que se han de comer los gusanos, que lo disfruten los humanos”.
Te quejaras. Me gustaria estar en la piel del Lobo.
Y dicen que hay crisis.
Pues cuando estas encima de la ola te sientes super ligera, te lo digo yo que no peso medio kilo.
Hoy como estoy en niu yol, me dice un brasileno ( no tengo ahora el teclado nuestro), que toda la gente con dinero se dedica a viajar al estar todo parado. Me gusta la crisis de ellos viajando, guay.
Me parece que estamos sufriendo el mismo levante… y no digo más.