Puestos de observación playera 1
Sunday, 4 de July de 2010 por Ramón
Salirse del mundo, bajarse del tiovivo, y subirse a uno de los paraísos que aún quedan en la costa española tiene sus efectos colaterales: no hay wifi ni llegan las señales de las publicitadas redes de telefonía móvil. Este silencio tecnológico y mental tiene ventajas e inconvenientes, el principal que ayer me resultó imposible colgar un post.
En el paraíso, cuyo nombre exacto ocultaré para evitaros tentaciones, pude ver el partido de Paraguay-España rodeado de un montón de gente desconocida. A la derecha se sentó una mujer de voz roca, casi varonil, de esas que se esculpen con miles de cartones de ducados y varias destilarías Dyc sin hielo. La mujer vestía una camiseta de España, de las de 70 euros, escudo y sentimiento patriótico incluido, indumentaria que debió trastocarle la razón y el comportamiento. Al sonar el himno llamado nacional se levantó activada por un resorte con mano en el pecho y exclamó: “Todos en pie”. Respondí: “No, que da mala suerte”, idea bien acogida por un público algo vago para cosas tan mayores que le afeó el gesto en la mano: “Es que he vivido mucho en Nueva York”, replicó ella.
Quien se mostró así antes de que rodara el balón se multiplicó después con gritos de “vamos, vamos” y “España, España”, y el estribillo de ese poema que tanta fortuna ha hecho estos años: “Oe, oe, oe”. Cada vez que la cazallera se le iba la labia, España fallaba el pase. En la segunda parte, cuando se le agotó el fuelle, a ella y a los aguerridos paraguayos, y se hizo el silencio, España desplegó su mejor juego. Los expertos dirán que se debió al cambio de Cesc por Torres. ¡Qué ignorancia!
Delante de mí, dos niños: Juan y su hermano menor Bruno. El pequeño, de no más de cinco años, animaba más que una grada de ultra sur en estado de éxtasis. Él nos dio suerte y contrarrestó los esfuerzos malévolos de la mujer bañada en Dyc.
A la derecha, una pareja en estado de ebullición. Ella, un bombón: piel barnizada y tersa; joven. Vestía una falda diminuta pero tenía aprendido el arte de los movimientos porque en ninguno de los que desplegó mostró prendas íntimas ni colores llamativos. La chica guapa estaba acompañada de un tipo sumergido en los cincuenta largos, pelo abundante y revuelto y pantalón hippy de marca último modelo.
Mi amigo Antonio y yo, muertos de envidia, le adjudicamos alguna profesión dudosa pero socialmente respetable: especulador inmobiliario, tiburón bursátil, intermediario de lo que sea o vago de familia rica. El caso es que no nos gustó.
Para ser justos debo reconocer que en el gol de Villa, el defensor paraguayo parecía estar más fuera de la televisión que dentro embriagado por las piernas de la chica y fue esa mínima distracción la que permitió el pase de Iniesta a Pedro y la carambola posterior Mientras que Dyc gritaba Oe, oe, oe, el niño Bruno pareció guiñarme el ojo y decir: “Ha sido ella”, dijo como solo saben decirlo los niños más espabilados.
Lobo, teniendo un CV como el tuyo es facil ligarse a una 20 o 30 años menor. Lo que pasa es que no lo usas. Espero que cuando tenga tu edad y con un CV el 25% del tuyo pueda estar con alguien que me regale su juventud.