Necesito un poco de Stendhal para respirar
Monday, 28 de June de 2010 por Ramón
Me gusta la frase regalada de Stendhal: “He puesto toda mi felicidad en estar triste”. La melancolía es el estado de ánimo perfecto para escribir porque desde ella se siente más y mejor. Uno no elige estar triste, lo está de repente. A veces por motivos fugaces e incomprensibles que después no recuerda. Admiro a las personas, y conozco una que compite con Margarita Xirgu, capaces de cerrar los ojos y abrirlos unos segundos después bañados en lágrimas y el rostro desencajado. Para ellas es fácil porque actúan hacia fuera, lo peligroso es despeñarse hacia dentro.
No sé actuar, no sé elegir mis estados de ánimo. Es un defecto grave. Éstos se mueven en su tobogán ajenos a la lógica y a mis necesidades afectivas y creativas. Por eso dejo que se barajen secretamente dentro de mí mientras que sobrevivo protegido por una sonrisa y unas inmensas ganas de vivir y disfrutar cada instante. Soy un optimista que arrastra una bola de tristeza que nadie ve. Sonreír no es una buena política en una sociedad amuermada en la que la alegría resulta extravagante, una afrenta al poder, sea cual sea su manifestación y cantidad, que lo interpreta como un ataque a la autoridad. ¡Ja!
También funciona al revés y por mecanismos tan poco razonables como los de la tristeza. Una canción, cualquiera del gran músico sudafricano Vusi Mahlasela, uno de mis preferidos, puede arrancarte del letargo. La alegría interior es un estado fantástico que también permite crear palabras, y supongo que trazos, notas y jugar con volúmenes. Ese sentimiento o el contrario te conducen a una especie de euforia interior en la que los dedos comienzan a componer palabras y frases que se transforman en una navegación personal.
Me gusta también la frase de Scott Fitzgerald: “Hablo desde la autoridad moral que confiere el fracaso”. O esta otra de Samuel Beckett: “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
No sé en qué instante de la infancia uno elige su equipo de fútbol para el resto de la vida, pero debe ser la misma época en la que uno toma una de las decisiones más transcendentales de toda su existencia, una que determina la actitud del individuo en la sociedad: decidir si le gustan los triunfadores o los perdedores.
Si marca la primera casilla buscará el éxito social a cualquier precio, vaciará su maleta de peros morales, y es muy posible que dado como están las cosas le vaya razonablemente bien y no pise jamás la cárcel por mucho que se desmane.
Si opta por la segunda se le abre un menú amplio y mucho más interesante: suspensos, castigos paternos, fracasos emocionales, suicidio, drogas, alcohol (mejor vodka polaco), vida bohemia y más o menos disipada (siempre es menos de lo que parece), psiquiatras, hacerse del Atlético de Madrid (dicho con el máximo cariño), ser de izquierdas por no dar una derechas, que se te cuele todo el mundo en el mercado, asilo y soledad.
Elegir los triunfadores no garantiza el triunfo, que la mayoría son espectadores del de los demás que viven como suyo por razones incomprensible. Elegir el segundo garantiza la derrota. En eso es mejor: no engaña.
Pues entonces no sé cómo, pero elegí ser perdedor, me has definido, incluso con la elección del equipo de fútbol….. buaj, estoy harto…
Los dos palmos que separan los ojos del papel o de la pantalla, son la distancia justa de la autocomplacencia, o si no, ¿cómo es que seguimos vivos?
Lobo, a veces encontrarse muy muy jodido tiene como una extraña voluptuosidad. No es masoquismo, que tampoco está nada mal lo de sentirse Flex, y se agradecen los días en los que ese es tu ánimo, pero desde la jondura de la más jonda tristeza a veces se encuentra uno más lúcido, más extrañamente productivo. Más guapo no, lamentablemente.
El fracaso creo que es patrimonio de los que apuestan sistemáticamente a caballo ganador, aunque lo diga Scott Fitzgerald. El fracaso es para los brokers de la bolsa, para los entrenadores amarretas o para los opositores al premio Planeta. Ellos conciben la vida en términos de éxito o fracaso. Creo que es una receta anestésica: así no te enteras de qué va la película.
Mejor que de fracaso, hablemos de derrota, que es cuestión mucho más elegante. La vida como una larga, inexorable, dulce pendiente hacia la derrota. La vida como suma de asumidas derrotas. Vida para apurarla a sorbitos o a bocanadas, según el estilo de cada cual, pero, sobre todo, sin anestesia. Sabiendo que los bofetones, los ninguneos y las embestidas de crueldad de esa gente que va por ahí como subida en un tanque, entran en el sueldo de quienes no quieren circular con el cuchillo entre los dientes.
Lo de “fracaso”, en Beckett y en Scott Fitzgerald, es licencia de traductores. Debería ser pérdida o derrota. Porque son situaciones bien distintas la del fracasado y la del perdedor. El fracasado tiende al autismo emocional: el perdedor empatiza con su entorno, y sabe encontrar la complicidad de otros perdedores. Por ejemplo, si hablamos hoy de Capello, hay que definirlo como fracasado; en ningún caso como perdedor.
Así que, para el patrón del blog y para todos los que por aquí pasen, un regalito sonoro: mi canción africana preferida, de la Orchestra Baobab, que parece que tuviera encerrada dentro al mismo tiempo toda la belleza y toda la derrota posibles en este mundo:
http://www.youtube.com/watch?v=aE6aCm41aPU
Ramon , dices ” soy un optimista que arrastra una bola de tristeza que nadie ve ” , bueno , a mi me parece que la tristeza si que se te ve , en el blog , en los articulos del periodico no .
agur
querido Reimon, justo anoche hablaba con Antonio Gasset de una variante del fracaso idolatrado: sobre qué hace a algunos pueblos elegir -porque se elige- una fecha malograda como momento identitario fundacional… pensaba en los checos (la Montaña Blanca), los serbios que bien conoces y algún otro, que también. Y observábamos como se habían auto-marcado por una pérdida.
Tienen como todos momentos grandes o tristes, pero por alguna razón eligen uno de los últimos. Con los años creo poder decir que castigan a las generaciones futuras a definirse por el fracaso y a ser insatisfechos, no importa lo bien que les vaya y los éxitos que luego cosechen: es una herida elegida, que duele imaginariamente
Subrayado futbolístico. Observo que Lobo se pregunta cómo puede ser hincha de un club, Real Madrid, que tiene por emblema una ideología de la victoria. Que no admite otra cosa que la victoria. Que encuentra inadmisible, incomprensible, cualquier aplauso o reconocimiento al perdedor. Que sólo quiere olor matutino a napalm, como el teniente coronel Kilgore.
Todo esto elevado al cubo bajo la presidencia del gélido Florentino, epítome del culto a la cuenta de resultados. Luego, para colmo, esos resultados pueden considerarse algo menos que discretos, en sus dos etapas. ¿Cómo es posible haberse abrazado a este credo, tan a contraestilo de lo que uno piensa sobre casi todas las cosas? Naturalmente, porque estas fidelidades futbolísticas brotan en la infancia, cuando uno lo más parecido a una derrota que pueda haber experimentado es, normalmente, que los Reyes Magos no se hayan enrollado en la medida necesaria.
Pero sí, estoy a puntito, lo que se dice a puntito, de suscribir cualquier declaración de apostasía madridista. Una palabra más de F.P. sobre “excelencia”, supremacía moral blanca (que es cosa que apesta a Ku Kux Klan), personas que “han nacido para” jugar en o entrenar al Real Madrid, una grosera exhibición más de talonario para contratar al divo de moda, aunque no pegue ni con cola en el conjunto… Una pitada más de esa afición desconsiderada hacia cualquier futbolista que no tenga el coeficiente necesario de virtudes “galácticas”, una apelación más a las “esencias” de la camiseta (como no sean esencias a chotuno por exceso de sudor…), una provocación más y apostato. Vaya si apostato. No sé si Lobo acabará llegando tan lejos, pero es que ya tocan las narices con tanto engolamiento, tanta cursilería, tanta fatuidad y tanta falta de respeto a todo lo que no consideren como propio.
Una de mis miles contradicciones inexplicables es ser del Real Madrid (estoy de acuerdo con la descripción de Alfonso) y no de Atlético, mucho más próximo a la poética que defiendo. Pero hay cosas, muy pocas, que no son modificables pese a Florentino 😉
No son modificables, en efecto. Pero qué duro ser parte de una afición que, por regla general, antes se dejaría amputar las criadillas que asumir ese “manque pierda” de los béticos de antaño. Porque los de hogaño, y ahí estará Vicente mejor informado, parece que han adquirido feos hábitos por culpa de Lopera.
¡Jo! Gracias Alfonso. Tengo esa canción guardada en una cita de Orquestas Africanas” desde hace 20 años. ¡Maravillosa!
Gracias again…………………….
Vusi Mahlasela. Me gusta también. No lo conocía. Muchas gracias Lobo. Tengo una muy apropiada para ese estado de ánimo pero no estoy en casa.
Ya la buscaré. Está incluída en un álbum muy bueno para quien el guste la música americana y la canta una mujer. El álbum se titula: Borderdreams. la ruta americana. Es la tercera canción, si no me equivoco, del CD2 Deliciosa, de verdad.
Saludos
A cambio, envío esta versión de “Somewhere over the rainmbow” deliciosa.
http://www.youtube.com/watch?v=V1bFr2SWP1I
Tiene que ser Eleni Mandell y la canción “Another Loney Day”, y coincido con tu admiración por ella, pero ni rastro, de momento, en el Youtube para cortaipegar.
El mejor concierto de mi vida, o al menos aquel en el que mejor me lo he pasado no es de ninguna gran estrella del rock: es de la Orchestra Baobab (Sala Caracol, Madrid). Son ya bastante veteranos, pero todavía siguen dándole vueltas al mundo con la formación original (no es una franquicia), y recomiendo a cualquiera que no se los pierda si tocan en su ciudad. En directo son todo lo buenos que puede apreciarse en el video.
Hablando de perdedores y derrotados, mucho y muy dolorosamente los músicos del Tercer Mundo. Justo en el momento en que mayor era la repercusión de muchos de ellos en todas partes, llega Internet y…
Sí Alfonso, creo que es esa. Que pena.
Bueno, me voy al laboro, se me acaban de terminar las vacaciones en este instante.
Saludos…
http://planetamussical.blogspot.com/
Interesante para los amantes de muchos tipos de música.
DERROTA
Khalil Gibran
Derrota, mi Derrota, mi soledad y mi indiferencia;
Tú eres más querida por mí que mil triunfos,
Y más dulce para mi corazón que toda la gloria del mundo.
Derrota, mi Derrota, mi conciencia y mi desafío,
A través tuyo sé que soy aún joven y de paso ligero,
Y que no seré atrapado por laureles marchitables.
Y en ti yo encontré la soledad
Y la alegría de ser evitado y despreciado.
Derrota, mi Derrota, mi brillante espada y escudo.
En tus ojos he leído
Que ser entronado es ser esclavizado,
Y ser comprendido es ser menospreciado,
Y ser apreciado no es sino alcanzar la plenitud
Y es como una fruta madura que cae y es consumida.
Derrota, mi Derrota, mi osada compañera,
Tú escucharás mis canciones y mis llantos y mis silencios,
Y nadie sino tú me hablará del batir de las alas,
Y del furor de los mares,
Y de las montañas que se incendian por las noches,
Y tú sola escalarás mi escarpada y rocosa alma.
Derrota, mi Derrota, mi inmortal coraje,
Tú y yo reiremos juntos por la tormenta,
Y juntos cavaremos tumbas para todo lo que
muera en nosotros,
Y nos detendremos ante el sol con voluntad,
Y seremos peligrosos.
http://open.spotify.com/track/5Wy0agOo7GZck5sgWmG7Eb
Another lonely heart. Eleny Mandel.
¡Bingo! Bueno, no se si se podrá escuchar a través de spotify aquí.
Saludos
Grandísimo, Ramón. Sólo por encontrar estas líneas tuyas ya hubiera merecido la pena leer tu blog.
Qué familiar que suena lo que dices…
Pero ánimo, que la victoria parcial no es lo mismo que la derrota. Que sigan quedando cosas por hacer no significa que lo hecho no valga.
Me preguntaba un médico joven que estuvo un tiempo entre pobres que si merecía la pena hacer algo que era como una gota en el mar. Le dije, pregúntale a la gota si mereció la pena o no.
Un matiz que aportó un buen amigo: Primero hay que ser solidario con los demás solidarios, y luego con el resto.
Gracias por seguir ahí, Ramón.
Esta es una de las cosas que mas me gustan de Internet, de repente y sin aviso,encontrar lugares como este. Volveré, me gusta lo que leo-
Imprescindible post. Gracias Ramon, eres una especie de pluma lumínica, una referencia literaria y vital.
Ramón, eres un generador de emociones brillante. Si ahora me atreviese a cerrar los ojos, probablemente los abriría bañados en lágrimas. Infinitas gracias…