El barrio que aprendió a dejar de disparar
Saturday, 20 de February de 2010 por Ramón
En Carrefour Feville, uno de los barrios de peor fama de Puerto Príncipe, la destrucción alcanza el 60% de los edificios. El terremoto arrasó 19 de sus 27 escuelas públicas y las que quedaron en pie tienen tantas grietas que nadie se atreve a entrar. El hospital para enfermedades pulmonares está en ruinas, lo mismo que las seis clínicas de atención primaria. También se hundieron bastantes iglesias, que el seísmo no respetó credos ni dioses.
Este arrabal lleno de partidarios del antiguo presidente Jean-Bertrand Aristide, depuesto en 2004 durante la penúltima intervención de EEUU, era el escenario habitual de ajustes de cuentas entre bandas rivales y tiroteos por cualquier nimiedad. Lo llamaban el suburbio de los revólveres. “Con el color de tu piel no hubieras podido estar aquí ni un minuto. En Carrefour Feville no entraban la policía haitiana ni los soldados de la ONU”, asegura el presidente de la comunidad, Patrick Massenat, de 39 años, y uno de los responsables del gran cambio.
Hoy es un barrio más o menos tranquilo y de los mejor organizados tras la catástrofe. Acostumbrados a carecer de Estado, funcionó la comunidad, muy activa desde 2007. De esa base popular y comunal nació hace unas semanas el proyecto Cash for work (Dinero por trabajo), financiado y dirigido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que ha empezado a extenderlo al resto de la ciudad: 35.000 personas trabajan cada día en la retirada de los pequeños escombros y hay planes de duplicar esta fuerza laboral remunerada (4,5 dólares por jornada). El objetivo del PNUD es limpiar las calles e inyectar dinero en la economía local.
El gran éxito de este barrio habitado por 150.000 personas muy pobres no es que hayan enmudecido las pistolas, ni que el hombre blanco pueda pisar sus calles sin cambiar de residencia -del mundo de los vivos al de los difuntos-, ni que inventaran un programa que ha servido a la ONU. El gran éxito es la fábrica de reciclaje que dirige Patrick Massenat. De ella brota toda la fuerza de la comunidad, su prestigio para imponerse a las bandas. Esa fábrica de pastillas para encender fuego es el hilo de esperanza del que cuelga todo Haití, la prueba de que otro mundo es posible.
En la entrada, los trabajadores separan el papel y el cartón del vidrio, plástico y metal. “Estamos negociado con los americanos para que nos compren el vidrio y el plástico. Con el metal no sabemos qué hacer”, dice Massenat.
El papel y el cartón pasan a la segunda fase de la cadena de montaje donde otros operarios lo separan en dos barreños, humedecen y trocean con las manos. En una tercera, dos hombres lo aplastan a golpes de mazo en dos morteros gigantes, como las mujeres africanas al desmenuzar el maíz. Más adelante el papel y el cartón se mezclan en una carretilla y la masa se le añade agua y serrín. Son latas vacías las que dan las medidas exactas hasta lograr tras sucesivos procesos unas pastillas que son un sustituto barato y limpio del carbón. Son 280 trabajadores, dos equipos de 140 que se turnan cada mes para que sean más los afortunados de tener trabajo. El 60% son mujeres.
Continúa en Cuadernos de Haití en la edición web de El País
… “En todos los rostros brilla satisfacción […] Esa sonrisa prendida en los labios y multiplicada en tanta gente es la felicidad de los que por fin se sienten útiles”. Qué cierto es, y con qué belleza has expresado la esencia. “Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.” (Charles Dickens)
Cualquier solución para erradicar la pobreza, pasa por potenciar las redes sociales propias. La caridad, como única acción, solo acarrea la pérdida de dignidad. Gracias, Ramón, por esta pincelada, pequeña pero muy precisa
Siempre me encantan tus relatos, si necesitas de alguien que te acompañe contacta conmigo playadeorense@hotmail.com y te mandaré mi curriculum
Gracias Ramón por contarnos que ellos pueden hacer cosas que funcionan. Nos enseñas cómo hay que cambiar la aproximación hacia estos países. Ya está bien de ir y hacerlo por ellos, son ellos quienes tienen que tomar la iniciativa para salir adelante.
Por cierto, si tienes tiempo echa un vistazo al Babelia del Sábado, es un especial sobre el género periodistico. Esta muy bien, pero les faltaba hablar de tus crónicas.
n