Islas silenciosas
Tuesday, 2 de February de 2010 por Ramón
Soy periodista y vivo inmerso en la sociedad de la comunicación y a pesar de ello me siento a menudo incomunicado, solo, incapaz de entender a los otros, incapaz de explicarme a los demás. Vivo en un mundo que parece un mar lleno de islas. De vez en cuando dos Robinson Crusoe con el chaleco antisentimientos puesto intercambian señales con banderas, pero nadie les ha entregado un manual ni explicado qué significa cada una de ellas. Mientras el Robinson de la isla A cree entender que se avecina un día soleado y lo toma como una invitación a acercarse, el de la B se afana en advertirle de que amenaza tormenta y es mejor la distancia para evitar colisiones.
Me gusta sentarme los domingos en la plaza de Oriente de Madrid y observar a las islas navegar por las aceras enarbolando sus miedos y soñar un ratito que no soy una de ellas, sino tierra firme a salvo de mí mismo, banderas de colores y tempestades.
Cuanta verdad y sabiduría en tus palabras…
No eres una isla. Como decía Scott Fizgerald, acaricias a la gente con palabras. Bs
Exquisito articulo, me siento plenamente identificado con tu pensamiento Ramon.
He vuelto de Londres y en la City hay “una polinesia”. Maravilloso artículo.
Saludos
Roberto
te puedes sentir incomunicado…, pero nunca llevas ese chaleco antisentimientos..eso es lo que más me gusta Ramón.
Tu eres tierra firme, fértil y soleada para tantos de nosotros … quien se acerque a tu orilla con chaleco es que no ha entendido nada….
el problema de todos es el ‘a salvo de mí mismo’. porqué? conseguir salvar eso es salvar todo, si acaso es posible
saludos a todos!
Los chalecos protegen, pero tambien aislan…
Todos somos naufragos en nuestras islas, por eso construimos puentes, esperemos que las banderas coincidan…
Nadie es una isla completo en si mismo;
cada hombre es un pedazo del continente,
una parte de la tierra;
si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad;
y por consiguiente,
nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti.
John Donne.
Me encantan las islas. En la isla me siento más conectada con la tierra que en ningún sitio. Puedo sentir que el océano o el mar se extiende bajo nuestros pies, puedo mirar hacia el vacío de los acantilados e imaginarme donde está cada lugar, cada país, y reconerme situada en medio de todo ello y pensar: sí estoy aquí.
Esa sensación de “estar aquí” en el mundo, solo la siento cuando estoy en una isla, en mi isla, y mi enchufito al mundo, mi conexión. Cuando me hallo en la gran ciudad en la tierra firme, me cuesta más imaginarme y sentir el mundo bajo mis pies y más allá de las fronteras que les pusimos a los países… Me siento perdida entre tanta tierra…
Permiteme decirte que tu chaleco antisentimientos es un colador 🙂 He relacionado tus chalecos antisentimietos con los parapetos de poesía de los versos de El último de la fila:
Si les miente la vida
se hacen parapetos con poemas.
Un día color de melocotón,
cuando todos seamos libres,
cuando las piedras se puedan comer
Buen post inspirador.
Quiero recomendarte un libro el cual me gustó mucho, “El libro de un hombre solo” de Gao Xingjian, un genio.
Llevo días sin entrar, pero hoy que lo hago ha merecido la pena. Nunca se está solo cuando te rodean tantos solitarios forzosos. Sigue en esta línea. Saludos
Te leo a menudo; nunca he entrado a hacer ningún comentario, pero hoy lo hago porque lo que has escrito tiene belleza y sentimiento y porque muchas veces uno se ha sentido como tú, solo, distante, mero espectador de la vida. Saludos
A ver si se te va a llenar de navegantes la plaza de Oriente cualquier domingo! Un post con esencia. Un placer
Islas que forman archipiélagos y que, a veces, se unen a través de
una mítica Atlántida. Esa geografía es mucho más interesante y divertida (y dura y dolorosa) que la tierra firme, en la que tampoco estamos a salvo. Se está muy bien entre este montón de islas que ha surgido en torno a tus propuestas. Gracias.
Yo ando isolated y desubicada desde que nací. Al final he llegado a la conclusión de que no queda otra que aceptarlo. La humanidad es mucha y variada y yo me tranquilicé un día del pasado septiembre en que iba atravesando la Mancha, a la altura de La Roda, y me fijé en el paisaje. Todo llano, apenas sin vegetación, y de repente divisas un altísimo pino que está ahí, inmenso, pero más solo que la una. El autobús seguía avanzando y no más lejos de 500 metros aparecía un bosque no muy grande pero repleto de pinos. Y pensé. Y pensé que los humanos somos una copia de lo que sucede en la naturaleza. Yo soy como ese pino manchego, solitario y desubicado. ¿Y por qué? Sencillamente porque cuando iba cayendo mi semilla al suelo del bosque -que ese tendría que haber sido mi destino-, una energía perversa, un fuerte viento, me llevó en volandas alejándome de un entorno protector. Y ahí te quedas intuyendo un destino incierto y duro; el de una superviviente. No hay más. Con la madurez, una descubre las ventajas de ese estado. No es ni bueno ni malo, simplemente es. No te sientas mal.
Saludos Paloma
Las mañanas de nubes o de azul, como hoy, salgo al balcón a ver brotar el sol por encima de las calles e intuyo el mar; en pijama, todavía miope, el pelo enmarañado. Las fotos que voy haciendo las guardo en la carpeta “El cielo sobre Barcelona”. Sonrío entonces como una principita en su planeta y sé que el día va a ir mejor, aunque ya esté llegando tarde. Desde éste mi planeta-isla os veo a todos cuando saludáis. Agito la mano.
Ramón tienes razón, vivimos en la época de las comunicaciones, pero completamente solos, formamos un archipielago humano.
Vivo en Suecia, y la comunicación nunca ha sido el fuerte de este pueblo, muy bien en la película de Bergaman, “El Silencio”, expone esta sociedad. Ver la película en los fines de los 70, no me causó gran impresión, ni la vi una obra de arte. Cuando llegué aquí, me pareció entrar en la película, hasta en los colores de las paredes, y ese Silencio, que llegaba al grito.
Otra de las razones que nos convierten en islas, es que ya no se lee, no hay muchas películas que puedas comentar, la cultura es pobre.
Ya no hay tiempo. Corremos en cualquier dirección sin rumbo fijo. Nos cansamos, no tenemos tiempo.
Me detengo ante lo hermoso, sonrío a un niño que pasa a mi lado. Regalo una sonrisa a los ojos desconocidos que se encuentran con los míos.
Trato de no perder la ternura, en este mar revuelto y camino detrás de la Utopía.
Gracias y saludos
Lidia
Hacía días que no entraba y me encuentro poesía en prosa en estado puro. Muy buena, muy buena! Y todos los que comentan te dan la razón. Porque es cierto, estamos solos. Pero si todos nos sentimos igual, ¿no será que detrás de esa soledad aparente hay unos hilos casi invisibles que nos conectan? Hilos hechos de emociones, de sentimientos, tan fuertes como los que tú destilas en este post. Sólo que, como no podemos verlos ni tocarlos, damos por sentado que no existen. Yo también me he sentido así, pero ahora no podría aunque quisiera (os ahorro cómo he llegado hasta aquí, es largo). Ahora ya siento los hilos, los veo. Pero, por cierto, cuando los olvido, ¡se está de bien sola!