Libertad para provocar: viñetas y fascistas
Wednesday, 2 de December de 2009 por Ramón
La libertad de expresión y su pluralidad es la esencia de la democracia y del periodismo. ¿Existen límites? Muchos responden: el Código Penal. Pero queda una zona difusa en la que las cosas no están tan claras. Un ejemplo fueron las viñetas de Mahoma publicadas en 2006 por el periódico danés Jyllands-Posten y que levantaron manifestaciones y causaron muertos en el mundo musulmán. Algunos (muy pocos) diarios de otros países occidentales las publicaron en solidaridad o por interés informativo. La mayoría, las censuró. Se asustó ante la respuesta de los fanáticos. Un amigo que da clases de Ética periodística en una escuela de posgraduados cuenta que la mayoría de sus alumnos sostiene que tampoco las habrían publicado. Preocupante. Las nuevas generaciones no creen en que este trabajo consiste en molestar.
El programa del canal 1 la BBC Question Time, que toma su nombre del tiempo de preguntas al Gobierno en el Parlamento y de un programa de radio de los años setenta, estuvo en octubre en el centro de otro debate sobre los límites de la libertad de expresión. Su invitado era Nick Griffin, líder del British National Party, un grupúsculo de extrema derecha que en las elecciones europeas logró en Reino Unido más de un millón de votos, el 6,2%, y dos eurodiputados. Es un personaje reprobable que defiende cosas reprobables como la expulsión de los inmigrantes. También tiene un discurso homófobo y contrario a los matrimonios gay.
¿Deben salir en la televisión pública solo aquellos políticos y personajes que hablan como piensa la mayoría? ¿Censuramos a los discrepantes de lo políticamente correcto? Hay que confiar más en la gente, que sabrá diferenciar entre un majadero como Griffin y un tipo inteligente. ¿Gordon Brown? Si no confiamos en la opinión pública de un país democrático, ¿en que confiamos? Hay que tener más fe en nuestros argumentos y valores. Aquella entrevista la vieron 8,2 millones de telespectadores, tres veces al audiencia normal del programa. Muy interesante esta crónica publicada en The New York Times del siempre grande John Burns.
¿Cuándo un Tengo una pregunta para usted, señor Otegui (entre cárcel y cárcel)?
(Seguirá)
Creo que el trabajo del periodista (no lo soy) es el de inquietar; el de removernos de la silla, tan cómoda, que estamos instalados; esas son las noticias o artículos que me interesan. La prensa está o debería estar para molestar al poder, al que manda y eso ocurre poco.
¿Para qué “un tengo una pregunta para usted” a Otegui?¿Para preguntarle cuánto cuesta un café en San Juan de Luz? Porqué lo del tema de rechazar la violencia ya se lo dejó claro hace poco al Follonero.
Puestos a provocar podríamos pasarle el cuestionario de TVE a algún líder de Fuerza Nueva, no se como se llamaran ahora. También es verdad que da más vértigo, al fin y al cabo a Otegui el sistema ya lo tiene más que asimilado.
¿Hay derecho a ser racista?
a veces el poder..está camuflado en la prensa..y si el que “juega” no es libre..todo es una trampa
Aquí nadie saca los pies del tiesto por miedo a que le corten la cabeza..
Me delato. Yo soy una de las alumnas que se oponía a la publicación de las viñetas. No lo veo preocupante. No es autocensura. Creo que el límite está en prestar el flanco a una instrumentalización increíble como la que se hizo entonces con aquellas viñetas. Yo defendería hasta la muerte el derecho del periódico danés a publicarlas. Pero esto no significa que una vez que se hayan convertido en balas de cañón de un debate islamófobo como fue entonces tenga que seguir republicándolas como si esa fuera la única forma de defender el derecho del Jyllands-Posten a publicarlas por primera vez.
Yo no sé si soy de las nuevas generaciones o no, pero tampoco creo que la esencia de este trabajo sea molestar. Yo creo que sea informar, hacerlo bien. Y si esto significa molestar al poder o a lo que sea, es cierto. Pero no creo que sea molestar para molestar, come me parece en muchos casos, en los que más que el interés general o el interés informativo cuenta el del proprio periodista en tener la posibilidad de hablar con personajes controvertidos.
Pero bueno, el discurso es largo e infinito, y con muchos matices, evidentemente. Sólo te digo que esto no tiene nada que ver con el hecho de que las nuevas generaciones tengan o menos apego a molestar. Además porque me parece que entre las viejas tampoco hay/había muchos dispuestos a jugarse el pellizco para hacerlo.
Perdóname el desahogo. Era un poco para molestar… 🙂