El búnker que cobra por respirar
Tuesday, 27 de October de 2009 por Ramón
Los bancos que cobran las comisiones más elevadas y opacas y mayores bonos reparten entre sus directivos son los que tienen más seguridad frente al cliente. Debe ser la mala conciencia o el dicho aquel de “se cree el (no recuerdo) que todos son de su condición”.
Cuando se llega a la sucursal de una de estas… ¿se llaman de verdad instituciones financieras?, pues eso, cuando se llega, una voz que parece nacida de una garita israelí de Jenin da órdenes militares sobre los objetos metálicos mientras una pequeña luz roja advierte de que el sujeto es potencialmente peligroso.
El candidato a cliente debe desandar el túnel de cristal blindado y depositar los objetos sospechosos en unas taquillas numeradas. Vacíe bien sus bolsillos porque la voz de la garita es omnipresente y omnisciente y todo lo sabe. Un móvil, una llave, un recuerdo pesado, cualquier cosa despertará su indignación mientras que empleados de carne y hueso simulan trabajar al otro lado.
Cuando el incauto entra por fin en el templo del dinero debe guardar paciente cola, por lo general larga y de avance parsimonioso entre manteles de diseño, vajillas de desecho y cuberterías oxidables, mientras que los simuladores estampan sellos en papeles inservibles que arrojarán a la papelera al final de la jornada. El cajero, que es un hombre o mujer orquesta y hace de todo, recibe o da dinero, según le da, y por cualquiera de esas gestiones simples cobra un pastón en comisiones que se revelan días después en una carta incomprensible.
Cuando el ya emérito cliente abandona la sucursal con los bolsillos bastante más vacíos que cuando entró en ella suena un pitido especial, casi inaudible, similar a la risa de la hiena. No es la carga metálica de la grapa con la que cosieron los papeles, sino las deudas recién adquiridas.
(Nota: cualquier parecido de este post con la realidad es mera coincidencia).
¡Que bueno! 🙂
Mejor pasarse a la banca virtual, preferentemente Triodos
Lo malo es que haran lo propio los bancos con sucursales arrastrando esa y otras pestes que han inventado para erosionar el dinero de los cuentacorrentistas.
Las comisiones son… no importa lo que son…es que no deberian siquiera ser, son una burla.
Una “mera coincidencia”, sí señor. El colmo es cuando vas a otra sucursal del mismo banco que el tuyo y no te dan el dinero porque tu firma no coincide, aunque tu carné de identidad así lo diga.
¡Cuánto recuerdo a la Bruja Avería de mi infancia y aquel eslogan :”¡Viva el mal, viva el capital!”.
Un saludo
¿Colmo?
Otro “colmo” es cuando vas a pedir un crédito y no te lo dan, y luego te enteras de que el mismo banco te había “preconcedido” un crédito que entra en la estadística de los “X-mil” millones en créditos preconcedidos.
Me gustaría saber -de esos- cuántos se han “concedido” y cuántos se los ha quedado el banco para “comprar chollos”
Aunque no viene al caso, cierra Soitu.es. A mí me da mucha pena.
el otro día vi un banco de esos (Santander creo que era) y me quedé flipando….
entrabas y te metian en una caja dos por dos que pitaba si llevabas metal, recuerdo que un chaval que llegó después que yo se pegó casi 20 minutos intentando entrar por que le pitaba todo, dejó el casco, el cinturón, las llaves, el movil y seguía pitando… al final le abrieron desde dentro.
todos somos sospechosos para los poderosos…
(solución, no quiero ver un banco de esos más ni en pintura)
Curioso eso de los arcos de seguridad en los bancos. En Canarias (que creo que sigue formando parte de España) sólo los he visto en una entidad (británica para más señas) que anunciaba que tu hipoteca te devolvía dinero cada mes. Eso sí, para que te la dieran debías demostrar que no la necesitabas.
En cuanto al análisis, no puedo coincidir con él en lo que a los empleados de las oficinas se refiere. Los bancarios no son los culpables de que ya no se concedan créditos, ni fingen que trabajan estampando “sellos en papeles inservibles que arrojarán a la papelera al final de la jornada”, ni están tan bien pagados como se dice por ahí. De hecho, son también víctimas de los banqueros: escasez de personal, presión por objetivos comerciales difícilmente alcanzables, horas extras “obligatorias” que no son pagadas, prejubilaciones a edades tempranas con condiciones penosas… la lista es interminable.
Hay, como en todas las profesiones, de todo, pero la mayoría se preocupa y pelea por sus clientes. Cargar contra ello es, una vez más, matar al mensajero.