Postales de Nueva York/ Brooklyn
Friday, 25 de September de 2009 por Ramón
Manhattan y Brooklyn parecen España y Portugal, dos países que se dan la espalda, algo que es más cierto en el caso del español que en el portugués. Los neoyorquinos de la isla -que unos holandeses avispados compraron a unos indios con escasa visión comercial- miran a Brooklyn como un lugar extraño al que cuesta ir incluso para comer en Peter Lugar, el restaurante en el que se sirven las mejores carnes de toda la ciudad. Una amiga que tenía un loft en Brooklyn preguntaba a sus íntimos si se habían sacado ya el pasaporte para poder visitarla. Ahora que vive en el Bronx, donde asegura que crecen los árboles y la gente es tranquila, tiene aún más dificultades para convencer a sus visitas.
Para un viajero-turista sería imperdonable no cruzar el East River (en metro o sobre el agua en un taxi-barco) y adentrarse en Brooklyn, aunque sea con la excusa de ver mejor los rascacielos de Manhattan. Para los lectores de Paul Auster, entre los que me encuentro, pasear por Brooklyn Hights resulta una delicia. Cada vivienda es una tentación, una excusa para soñar con una buena lotería. Las calles Willow y Cranberry están llenas de sabor literario: en ellas se escribieron grandes obras como A sangre fría de Truman Capote.
Desde el Promenade, el paseo que discurre junto al río, la vista resulta hermosa y familiar. En los bancos de hierro se siente el aliento de Woody Allen en Manhattan, una de sus mejores películas. La visión del cogollo financiero, desde donde se decide la suerte de acciones, fortunas privadas y publicas y vidas de millones de personas, impresiona sin la visión de las Torres Gemelas, cuya ausencia es una presencia constante. En la orilla de Brooklyn del East River están desapareciendo los almacenes abandonados en diversas crisis y surge poco a poco un proyecto de jardines (y supongo que algo más en lo que sea necesario pagar) ralentizado por la pereza de los brotes verdes que todos los dirigentes políticos dicen ver empujados sin duda por su visión única de las cosas. Es un lugar espléndido para sentarse y pensar, o comprarle un dibujo a M, el pintor ruso que copia la realidad que ven sus ojos en unos grabados en tinta china.
Si se deja atrás el River Café, un lugar al que solo se entra si hay mucho dinero en el bolsillo o en el banco, se sube por calle donde está el Eagle Warehouse y se gira por Front Street se encuentra una perpendicular con una visión del puente de Manhattan. Debe ser la sección de puente más filmada de la historia. Merece la pena el rodeo antes de cruzar el Brooklyn Bridge, un monumento arquitectónico y un placer para la visión y el olfato.
Los sábados y domingos hay que compartir el espacio con decenas de atléticas personas convencidas de que correr con el rostro desencajado y enrojecido es bueno para la salud y decenas de ciclistas que intentan los mismo pero desde una posición más cómoda. En el tramo final de puente, cuando emergen los automóviles del piso inferior, es como si el caminante estuviera moviendo un dial imaginario pues se suceden las músicas y las radios que escapan por las ventanillas abiertas de los coches. Es Nueva York.
Lobo, hbiera sido también interesante que hablaras de Dumbo http://en.wikipedia.org/wiki/DUMBO,_Brooklyn
Lobo, es Nueva York, pero de tu mano aparece como algo más humano, menos mecánico y frío que lo que tenemos algunos en la retina. Ya se que al final hay vida y son las personas las que “pintan” las ciudades. Y también se que a veces nos llevamos por demasiados y frecuentes estereotipos, pero insisto me gusta conocer NY de tu mano. Salud.