Cuando el crimen es revelar el crimen
Tuesday, 15 de September de 2009 por Ramón
El periodismo no otorga a los informadores derechos suplementarios a los de cualquier ciudadano, pero la condena ayer a seis años de prisión y una multa de 7.000 euros a Florence Hartmann me parece un atropello y un despropósito judicial; una prueba de esto no funciona.
El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) ha sentenciado a la periodista francesa por violar la ley de secretos en un libro (Pais et Châtiment; Paz y Castigo) en el que según dicen se aprovechó de su anterior condición de portavoz de la fiscalía del TPIY (Carla del Ponte) y del acceso a material reservado. El magistrado que juzgó a Hartmann (que es una experta en Balcanes con un excelente libro sobre Slobodan Milosevic) asegura que “es necesario desalentar a cualquier acusado o cualquier persona contra la revelación de información confidencial en el futuro” (juez Bakone Moloto).
En Pais et Châtiment Hartmann revela también que EEUU y Rusia evitaron la captura de Radovan Karadzic y su general Ratko Mladic.
Los documentos criminales son unos suministrados por Belgrado durante el juicio de Milosevic en los que se detalla la vinculación entre el Ejército de Serbia y las milicias serbobosnias que cometieron crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y genocidio en la vecina Bosnia-Herzegovina (BiH), incluido el más grave, el de Srebrenica, donde fueron asesinados cerca de 8.000 varones.
Según Hartmann esos documentos secretos debieron suministrarse al otro tribunal sito en La Haya, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), dependiente de la ONU, que dirime conflictos entre Estados (y que muchas personas confunden). La CIJ estudió durante años una demanda del Gobierno de BiH contra Serbia. Sarajevo acusaba a su vecino de ser el responsable intelectual y material de esos crímenes, algo que según Hartmann probaban los papeles en manos de otro tribunal internacional con sede en la misma ciudad. También, las miles de crónicas y reportajes de decenas de periodistas que no se tuvieron en cuenta.
En una decisión política, cocinada con las grandes potencias y tal vez pactada con el Gobierno de Belgrado, el CIJ eximió a Serbia de toda responsabilidad por falta de pruebas. El argumento de algunos responsables europeos es que no se puede castigar a todo un pueblo por los delitos de una camarilla. Cierto. ¿No se podría aplicar también a Irak? La justicia depende de la cotización de los buenos y malos, manga ancha o mancha estrecha en nombre de la libertad, la democracia y los valores universales.
¿Quién juzga ahora a los jueces que ocultaron pruebas? ¿No es más grave que revelar su existencia?
Recomiendo este artículo de Stéphane Manier: Florence Hartmann, journalisme et châtiment
Lobo, a mí también me parece una condena excesiva. Y además tengo la sensación de que cuando se juzga a un o a una periodista se busca dar ejemplo, marcar territorio y establecer límites. En cambio, se es más benévolo o más permisivo a la hora de perseguir y juzgar a criminales de guerra com Karadzic o Mladic. Desde el punto de vista del ejercicio profesional, cada periodista sabe o ha de saber donde están los límites. Imagino, porque no tengo los conocimientos necesarios para afirmar, que Florence Hartmann, sopeso esto antes de escribir su libro y decidió optar por contar la verdad a pesar del precio a pagar. Salud.
El juez Bakone Moloto reafirmó su sentencia asegurando que “es necesario desalentar a cualquier acusado o cualquier persona contra la revelación de información confidencial en el futuro”, un precepto que bien podría haber aplicado a los jueces que ocultaron las pruebas en el caso de Serbia. Creo que cada día la justicia se aleja más de los objetivos que debería perseguir. Estoy harto del corporativismo que profesan -siempre hay excepciones, y si no que se lo pregunten a Garzón- y de la sumisión que en ocasiones profesan al poder político.
Salud.
Precisamente vengo de leer un art en elpais.com sobre el trabajo que hicieron los periodistas en el caso Watergate, los problemas entre periodismo y política, el buen trabajo del buen periodismo, todo ello plasmado en una también buena película por Redford.
Es una condena excesiva… más si tienes en cuenta cuantos criminales de guerra siguen por ahí sueltos. Qué mundo.
Lobo, llevo varios días dándole vueltas al tema y hoy estaba escribiendo algo sobre la relación prensa y poder y he pensado que ¡qué demonios! si suena a lisonja, pues que suene, pero eres un tío elegante, porque hay un claro paralelismo entre la situación que describes y la que está viviendo hoy un periodista español por gracia de la Fiscalía de Madrid. Un abrazo. Salud.