Los correctores saben lo que es una cantata
Wednesday, 9 de September de 2009 por Ramón
Si a un joven redactor se le preguntara ¿qué es un corrector? seguramente señalaría la herramienta de Windows o la del sistema operativo de su medio. Recuerdo que muchos niños (no sé si estadounidenses o europeos) respondieron en un estudio sobre conocimientos generales que la leche procedía del tetrabrik, no de la vaca.
En un periódico impreso (y en la web, también ¿por qué no?) el viejo corrector era un tipo que se las sabía todas, desde el lío de las esdrújulas hasta las cuestiones de concepto, como que Carmina Burana de Carl Orff no es una ópera sino una cantata, y ayudaba a que el producto colectivo fuese lo más impoluto posible, que las erratas molestan al lector y generan sensación de descuido.
En el Libro de Estilo de mi periódico se asegura que la errata es responsabilidad de quien la escribe, y es cierto, pero desde que se teclea en el ordenador existen varios controles que deberían eliminarla, y no es Windows el más fiable. El último de todos eran los correctores profesionales que poco a poco fueron fagocitados por otras tareas productivas que los distraen de su especialidad primera. Así salen muchos diarios.
Son numerosos los chascarrillos que corren sobre las erratas. Una de las mejores se refiere a un periodista que a mediados del siglo pasado se empeñó en escribir un texto titulado “En este artículo no hay erratas”, o algo parecido, y que tecleó personalmente en la linotipia tras corregir el borrador decenas de veces. No sé si por envidia, broma, mala follá o pésima suerte al día siguiente salió “En este artículo no hay irratas”. Manolo Saco, amigo y hermano mayor, columnista de Público y miles de cosas más en esta santa profesión (evité escribir oficio por razones obvias) sostiene que en un periódico “las erratas son las últimas en abandonar el barco”.
Ya lo hice en una de las viejas propuestas contra la molicie, pero os recomiendo un libro: Vituperio (y algún elogio) de la errata de José Esteban (Editorial Renacimiento). Arranca con una cita genial de Mark Twain: “Hay que tener cuidado con los libros de salud; podemos morir por culpa de una errata”.
Ayer se prejubiló Alejandro Capelo y días antes Leandro Soto, dos de los grandes correctores que he conocido en mi vida. Sólo quiero que quede constancia en este post de mi profunda admiración y respeto hacia ellos. Ha sido un inmenso honor compartir redacción; su sola presencia me ayudó a crecer.
En un trabajo de individualistas, perdón de especialistas, como el nuestro existen expertos que ayudan a coser una cultura colectiva. Sin cultura colectiva no hay periódico ni sentimiento ni nada.
En esta foto fue tomada a las 0240 de la madrugada del 09-09-09: Capelo atravesando el torno situado junto a la recepción con el último ejemplar que ayudó a crear. Muchas gracias, compañero.
Como intuyo que hasta le hará gracia la ironía, indicarle que el compositor de Carmina Burana se apellidaba Orff, no Orf.
Un cordial saludo, y felicitaciones a los jubilados.
Como dice Manolo Saco… Gracias, Javier: corregido.
bonita nota. ojalá nunca nos quedemos sin correctores, y el lugar que hasta ahora ocupaban Alejandro y Leandro no quede vacío con la excusa de la crisis.
Capelo es uno de los mejores profesionales con los que he trabajado en mi vida, el heredero de un viejo oficio ahora acorralado. Y uno de los tipos que más saben de tebeos. Salud.
Los correctores saben lo que es una cantata (Opinión)…
El periodista Ramón Lobo habla sobre el oficio del corrector de prensa, cuyos conocimientos tratan de evitar la publicación de erratas….
Ay, Capelo, qué gran pérdida para el diario. Además del ojo más hábil y adiestrado que he visto era un gran compañero con un estupendo sentido del humor. Cosa que se agradece a ciertas horas de la noche y con los ánimos cansados. Has hecho bien en recordarles a ambos. El trabajo de algunos periodistas no luciría tanto, ya no con sus erratas sino con reseñables faltas gramaticales o de ortografía, sin el ojo incisivo de estos compañeros. Chapó!
Esta reflexión me ha hecho mirar a mi entorno y buscar los invisibles imprescindibles que nos acompañan cada día. Gracías Ramón.
Vaya el abrazo de la Unión de Correctores a Alejandro Capelo y a Leandro Soto.
Y muchas gracias, Ramón, por acordarte de los correctores.
Saludos, abrazos.
Antonio
Presidente de UniCo,
la Unión de correctores
Sí, Yo soy correctora.
A menudo empiezo a leer algún artículo o una noricia en El País y lo dejo. Creía que los correctores hacía tiempo que se habían eliminado de esa redacción. La errata es lo de menos; es peor la ignorancia. Ya no se trata de que el estilo sea, muy a menudo, ramplón, y que los titulares ni digan nada o digan mentiras; es que los leísmos (los admitidos por la RAE y los que harían suspender un examen de lengua de ESO), la confusión de oír-escuchar, el uso erróneo de “ostentar” y “detentar”, y muchas otras patadeas a la gramática hacen que sea muy pesado leer ese (y otros) periódicos.
Se está eliminando a los correctores de redacciones, editoriales y de muchas partes donde se vende un producto basado en la lengua. ¡No se conformen! Yo, al primer leísmo, devuelvo el libro (o no lo compro).
Que cada errata corregida por Alejandro y Leandro se conviertan ahora en muchos días de feliz y merecido descanso. Suerte para ambos. Y gracias a Ramón.
Cuidado, Pilar, com las “noricias” y las “patadeas”. Lo primero que debe hacer un buen corrector es revisar a fondo su escrito antes de publicarlo, sea lo que sea. Con todo el cariño de una colega.
[…] 10 Setembre 2009 D’errates Posted by Anna under l’ofici, lapidari Leave a Comment Manolo Saco […] sostiene que en un periódico «las erratas son las últimas en abandonar el barco». Ramón Lobo, «Los correctores saben lo que es una cantata» […]
Me he alegrado por tu particular homenaje a una profesión denostada y no lo suficientemente reconocida. Yo he trabajado como correctora en alguna ocasión… es una labor muy complicada y delicada.
Es verdad que los objetivos del oficio de periodista son muy amplios, pero también es cierto que se agradece cuando te encuentras a periodistas que saben redactar, y para eso hace falta mucho más que una correcta ortografía o gramática. Entonces la figura del corrector sería más de apoyo y no como más a menudo de lo normal es: volver a redactar el texto.
No estoy de acuerdo en que todos los periodistas en todos los medios tengan un pésimo estilo. Hay joyas entre la gente de tu profesión, que propician un gran deleite intelectual.
Suerte y salud para los jubilados!!! 🙂
Muy bueno Capelo.
Vigilantes amigos, maestros anónimos.
Gracias RL, te honra esta pieza.
Y cuidado tú, María, con tu “com” en vez de “con”. ¡Hay que revisar, como tú dices!
Gracias de nuevo, Ramón, por tus escritos.
Un saludo
Ramón, gracias por este maravilloso regalo de despedida.
Alejandro
Los correctores ya no somos necesarios. Se nos despide con la excusa de la crisis, pero la verdad es otra: En realidad, los pésimos redactores que contratan los diarios no soportan el peso de su ignorancia. Cuando el corrector reescribe, acota, precisa o puntúa, el “redactor” sufre más de un bochorno. Solución: expulsamos al corrector… Y todos contentos con su soberbia de recién licenciados en nada. El empresario no es tonto, o mejor dicho, resulta ser un majadero completo al aprovechar la discordia y prescindir de una figura capital que ya no es querida ni aceptada (salvo honrosas excepciones, como la de nuestro querido “hermano” Lobo). Así van nuestros diarios, la cultura en general y este país, donde lo único que sobresale es la flor de la desidia o la mirada necia de quien prescinde de tan vital apoyo.
Señores redactores no os relajeis ,el espíritu y el ojo de un corrector como Alejandro siempre estará sobre vuestro cogote , aunque no lo veais lo sentireis , seguro , no hay falta que se le escape ni mar que convierta en embalse , ( seguro que él lo entiende ) . Un abrazo.
[…] Los correctores saben lo que es una cantata En la boca del lobo […]
Qué tristeza por ‘El País’ y por todos sus lectores, entre quienes me incluyo. Qué tristeza por el uso de la lengua, que es casi siempre un abuso, vistos los resultados impresos. Qué tristeza por la cultura, que es de lo que debería preocuparse la editora de ‘El País’, las de todos los medios de comunicación, en vez de crear productos para desinformar, malinformar o, en el mejor de los casos, simplemente entretener, siempre con un ojo puesto en la cuenta de resultados financieros.
Un abrazo al autor del post y a los prejubilados, de un prejubilado mental en este oficio (como el de las putas) que es cada vez menos profesión.
¡No sabía de la existencia de la figura del corrector/a!, ¡qué ingenua soy! Creía que los textos los había escrito el/la periodista tal cual aparecen, ¡pues vaya! En fin, pues mi enhorabuena a los/as correctores/as.
Me encanta aprender, también he ido a la Wikipedia a buscar “Cantata”. Y aquí no se para de aprender, de que surjan dudas, una cosa te lleva a la otra y te lías. ¿Y quién prepara las clases y esas cosas? ¡No me da tiempo!
Gracias por enseñarnos tantas cosas, un saludo, Montse
Alejandro, además, es un caballero; elegante y docto.
Y, para colmo, sabe de Diseño y de Historieta.
Un lujo.
JCuadrado