Cuadernos de Kabul: los empotrados tampoco están seguros
Thursday, 13 de August de 2009 por Ramón
La noticia del accidente del fotógrafo Emilio Morenatti y del camarógrafo indonesio Andi Jatmiko en una carretera de Kandahar ha conmocionado a la creciente colonia de periodistas en Kabul. Estas cosas siempre son siempre un desagradable recordatorio, como cuando se hunde un pesquero o se produce la explosión en una mina. Cada profesión tiene sus miedos y sus fantasmas.
Morenatti ha perdido un pie, pero no las ganas: era él quien animaba a su mujer, Marta Ramoneda, tan fotógrafa como él, en una conversación telefónica poco antes de su evacuación a Dubai. Su empresa, Associated Press (AP), ha anunciado que no escatimará en su recuperación y que Emilio tendrá acceso al mejor tratamiento ortopédico. Hace bien AP, pues necesita de grandes reporteros en tiempos en los que no sobra el talento. Mejorar la sensibilidad ha costado varias desgracias. Ocho entre los españoles: Juantxu Rodríguez (Panamá), Jordi Pujol (Bosnia-Herzegovina), Luis Valtueña (República Democrática de Congo), Miguel Gil (Sierra Leona), Julio Fuentes (Afganistán), Julio Anguita Parrado (Irak), José Couso (Irak) y Ricardo Ortega (Haití).
Hay tres formas de estar en una guerra como periodista: por libre, empotrado con uno de los combatientes y en un hotel bebiendo whisky y zapeando por las televisiones globales. De éstos hay poco que decir. De los que pisan la calle, todo; los plumillas buscan historias y los fotógrafos y camarógrafos, imágenes. No hay otra opción. Pero nadie, ni los que van por su cuenta ni los que viajan con una parte, que también son libres, tienen acceso a la película completa. Sólo hay que ser honesto y reconocer las limitaciones.
Siempre han existido empotrados. Algunos, como Ernie Pyle, escribieron crónicas maravillosas en la II Guerra Mundial, y dejaron frases que son el resumen exacto de lo que significa este oficio: “Yo no sé nada de la gran película, sólo veo a soldados cansados y sucios que están vivos y tienen miedo a morir”, escribía en Brave Men.
Cada guerra tiene sus héroes. A veces son soldados; las más, civiles, y el trabajo de gente como Morenatti es estar allí. Ser testigo. Aunque cueste.
En Irak, y sobre todo en Afganistán, donde las condiciones de seguridad son escasas y las carreteras peligrosas, el empotramiento garantiza excelentes historias e imágenes y un cierto grado de protección. ¿Una forma de control? La era de Internet es el antídoto. Solo es información veraz desde más ángulos.
Los norteamericanos son extremadamente profesionales con la prensa. Entienden su trabajo y su responsabilidad como militares ante la sociedad civil que les paga y sostiene. Vietnam les enseñó cómo se pierde una guerra desde la información. Todos los periodistas que se empotran eligen a los estadounidenses y, a veces, a los británicos. Los otros ejércitos con tropas en Afganistán prefieren mantenerse lejos de las miradas de los periodistas y ocultarse ante sus opiniones públicas. Sabrán por qué.
Publicado en Cuadernos de Kabul en la web de El País.
Eso de Pyle se parece a otra cosa que decía Montanelli: “En mi vida he visto muchas batallas, pero incluso cuando lograba relatarlas nunca entendí cómo se habían desarrollado y estoy convencido de que tampoco lo entendían los generales que las dirigían. Al final he llegado a la conclusión de que cada batalla es fruto del caos, en el que sólo los periodistas tratan de poner una pizca de orden con sus reseñas”.
Los corresponsales de guerra tienen un valor que admiro y al mismo tiempo temo. Cuidate mucho…te lo dicen todos, pero no está de más.
Hay muchos héroes anónimos, vosotros lo sois también. Y necesitamos héroes, vivos y en activo!! 🙂
Yo sólo le pido a un reportero o periodista que me cuente lo que importa, no sólo lo que impacta, o a pesar de esto último. Una foto o una crónica ha de tener alma, verdad y honradez…. Eso creo.
Gracias por estas crónicas. Imprescindibles.
Roberto
Por favor, sigue mejorando nuestra sensibilidad por mucho mucho tiempo. Es un imperativo.
Los corresponsales de guerra tienen dos peligros en el ejercicio de su trabajo: uno, el evidente, estar en medio de una guerra y el segundo, no dejarse influir por lo que ve y siente – rabia, impotencia, miedo, odio.. – para poder desarrollar su labor informativa.
Un saludo y ánimo a Emilio
Observo que no sólo las diferencias en cuanto a la consideración de los sucesos por los que salió herido Morenatti cambian del blog a la empresa informativa. Buena parte del artículo también. Algo que, por suerte o desgracia, se puede obtener de la web de El País:
“Los otros ejércitos con tropas en Afganistán prefieren mantenerse lejos de las miradas de los periodistas y ocultarse ante sus opiniones públicas. Sabrán por qué.”
¿Tiene algo que ver con esto?: http://juanblanco.nario.es/?p=1037
No entiendo bien lo que dices, Juan. Si te refieres a las facilidades que reciben los periodistas con las tropas españolas te diré que mi experiencia es mala, no por las tropas sino por los ministerios de Defensa, tanto del PP como del PSOE, empeñados en aislarlas.
Señor Lobo:
Me parece muy mal que haya utilizado el término accidente para referirse al atentado que ha sufrido el convoy en el que iba el fotógrafo español. Usted más que nadie debería saber que importan mucho las palabras que se usen.
Un saludo, y tenga cuidado ahí fuera.
“Hay tres formas de estar en una guerra como periodista: por libre, empotrado con uno de los combatientes y en un hotel bebiendo whisky y zapeando por las televisiones globales”. Genial frase, al igual que el resto de la crónica.
Muchas gracias por permitirnos conocer el día a día de Afganistán y por hacernos reflexionar continuamente.
Salud y suerte.
Fue un ataque contra un convoy americano en una zona de guerra. Estas cosas las hablamos mucho entre nosotros, los periodistas. Siempre he defendido que salvo que te bajen del coche y te peguen un tiro, que es un asesinato, lo nuestro son accidentes laborales, como los mineros y pescadores. Con ese espírito empleé la palabra.
[…] Y aprovecho tambien para mandar otro abrazo virtual a Ramón , Gerva, Mikel y Mónica, algunos de los mejores periodistas españoles, también ahora […]
En tu crónica de hoy me ha gustado especialmente que nombras a un gran periodista para dar paso a informar sobre las relaciones entre periodistas en situaciones extremas. Civismo y solidaridad no van reñidos con profesionalidad. Kapuscinski viajó con Herodoto precisamente por donde tú estás ahora. Seguramente lo tendría como libro de cabecera, en ese intento de crear hogar. Dos sabios codeándose con culturas milenarias, muy presentes en la idiosincrasia española. Te dejo un regalito para hacer más tuyo el cuarto que te acoge. Creo que los periodistas son también unpoco como el niño que era Herodoto, apasionado y entusiasmado ante su trabajo y su viajar.
“…parte en busca de esos mundos.Y descubre algo fundamental:que son muchos y que cada uno es único.E importante.Y que hay que conocerlos porque sus respectivas culturas no son sino espejos en los que vemos reflejada la nuestra.Gracias a esos otros mundos nos comprendemos mejor a nosotros mismos, puesto que no podemos definir nuestra identidad hasta que no la confrontamos con otras.”
Yo reanudo el viaje, también. Y con el mismo entusiasmo y pasión que el de una niña. Te seguiré unos días en prensa escrita. 🙂
Efectivamente, me refería a eso. Nunca la culpa es de los pelusos, sino más bien de los que los dirigen. Gervasio Sánchez se lamentaba de la actitud de algunos dirigentes militares españoles, y por lo que veo es el sentir general.
Cambio de tema: creo que ‘accidente’ es más que acertado. Morenatti viajaba empotrado en el ejército invasor. No iban a por él, sino a por el enemigo.
Un abrazo, y gracias por tus crónicas.