La playa del río número dos
Friday, 15 de May de 2009 por Ramón
Sierra Leona es un lugar en el que los difuntos caminan junto a los vivos, como en Ruanda. Pero a diferencia del país de las Mil Colinas, en la bellísima Sierra Leona los muertos parecen en paz. Es el conflicto del que más me ha costado regresar: las heridas de aquel niño Boy -a quien Gervasio y yo no pudimos salvar-, y la muerte de Miguel Gil en una cuneta de Rogbery y su funeral en Vimbodí cuando comprendí que no éramos inmortales y que este trabajo mata, como la mata la vida. Pero en esa Sierra Leona brutal -de asesinatos en masa, manos cortadas, violaciones, mercenarios y diamantes- también era posible la esperanza. Me lo enseñó el misionero Chema Caballero en su centro de rehabilitación de niños soldados en Lakka.
Tras dos estancias complicadas -enero de 1999 y mayo de 2000- y unos cuantos traumas de difícil digestión, tenía miedo a regresar, miedo a que me defraudara. Ninguna realidad resiste el contacto de un buen recuerdo. Un viaje a Liberia en 2006, para entrevistar a la presidenta Ellen Johnson-Sierlef, me sirvió de excusa para volar a Freetown. ¡Qué tiempos en los que se viajaba sin presupuesto!
Chema Caballero me fue a buscar al helipuerto. Las emociones se agolpaban en cada latino del corazón: Lungui, el helicóptero de la Paramouth, Miguel, los muertos hinchados, aquellas dos chicas que se levantaron las camisetas y nos enseñaron las tetas, los amputados del centro Esperanza para mañana… Dormí en la casa de un ex guerrillero y me moví con una guardia personal de cuatro chicos: el asignado por Chema, un conductor que tenía los ojos muy juntos y que me recordaba a Bush, y dos gorrones que comieron gratis varios días bajo la excusa de mi seguridad.
Al segundo día, cuando Chema regresó a su parroquia en el norte del país, pedí a Abu que me llevara al río número 2, un lugar al que jamás pude llegar durante la guerra. Ese viaje más allá de Lakka fue un viaje de reordenación, como lo fue la curva en la que mataron a Miguel. Al llegar a la playa del río número 2, escogí una canción en el reproductor y me coloqué los auriculares tras pedir silencio a unos chicos silenciosos. ¡Qué belleza! ¡Qué paz! Me arrodillé en la arena, tomé dos puñados en las manos y liberé uno a uno a todos mis fantasmas. Desde entonces son muertos que caminan en paz por mi vida.
Minha Galera. Manu Chao. No tengo ni idea por qué mi dedo escogió esta canción. Pero cuando la escucho estoy en Sierra Leona, el país más hermoso del mundo.
…no sé por qué…pero me parece que comienza a oirse y leerse y sentirse por todos los lados la palabra hermoso…y hermosa claro…
qué bien
canción hermana:
http://www.youtube.com/watch?v=MJHgMD1S0bg
Gracias por Bob Marley y Nicole Behnam.
ramon, hay una mujer estupenda, nicole behnam, que me escribio esta manana desde freetown. trabajo 2 anyos alla en temas de educacion y ahora hace una tesis sobre las contradicciones que experimentan profes y ninos en sierra leona con programas internacionales que hablan de paz, cuando muchos de ellos se sienten ‘endiablados y pecadores’ pidiendo justicia… y entre unas y otras cosas nicole describe tan bien la belleza de la vista al mar que tiene desde su habitacion. yo solo estuve una vez alla, tres semanas, en matru, makeni y bo y si… es uno de esos sitios que atrapa… ojala puedas volver pronto, y conocer a nicole.
Conocí a una señora en un pueblecito de Cuenca que viajaba con su imaginación y un atlas entre sus manos. Trazaba rutas y soñaba paisajes, gentes…
Leer tus experiencias estimulan aún más mis deseos de conocer todos esos pueblos que sufren, toda la belleza que encierran… tantas y tantas cosas que no deberían nunca resultarnos ajenas.
Noticia destacada en Mundo.es…
Sierra Leona es un lugar en el que los difuntos caminan junto a los vivos, como en Ruanda. Pero a……
Ramón,
También soy periodista, también soy amigo de Chema (de antes de que se fuera a África) y también conozco Sierra Leona (por fortuna, un poco después de la guerra).
Y también creo que es un país bellísimo, con una gente luchadora que se agarra a la vida y al futuro con un fuerza tremenda.
Y recuerdo el silencio de remontar en canoa el River number 2, y la cruz metálica en Rogbery Junction, y a Abu todavía aprendiendo a ser mecánico y la casa de Shiaka y su familia con Freetown a sus pies, y los críos correteando por delante de la misión en Madina…
Y, hablando de dejar escapar fantasmas, ví con mis propios ojos cómo con paciencia, dedicación, cariño y perdón es posible que personas que fueron capaces de cometer los crímenes y abusos más horribles se transformen, como ha demostrado el programa de rehabilitación de niños-soldado de Chema y los otros misioneros javerianos.
Buen fin de semana!
En agosto de 2005 viajé a Sierra Leona junto a otro amigo periodista, Gabriel. Una apuesta arriesgada pues en tan sólo tres semanas debíamos elaborar un reportaje de cómo estaba Sierra años después de al firma de la paz y cuando ya nadie se acordaba de Sierra en prensa. O casi nadie. Sin tiempo y con poco dinero, dos freelance, ya saben, al tercer día supimos que iba a ser un lugar muy complicadopara trabajar: calor, la hostilidad que despertaba mi Nikon en Freetown, los 100 dólares diarios de taxi y chofer y los almuerzos multitudinarios para nuestros muchachos de seguridad y los “gorrones”, también refugiados que no lo eran y algunos amputados que se hicieron pasar por víctimas del RUF.
Fue complicado dar con las personas idóneas. Muchísimo. Pero si fue uno de los trabajos más difíciles también fue el más interesante, complejo, aleccionador y emotivo. Además, sólo nos trajimos recuerdos de esos que repites una y otra vez con una copa de vino en la mano. Si hasta el del helicoptero Mi-8 reconvertido con asientos de autobús y piloto ruso o ucraniano o vaya usted a saber con lamparones en la camisa me hace sonrier.
Luego en el helipuerto: Gbessie, Abu y los demás mostrando un cartón con nuestros nombres escritos. Lluvia intensa. Shiaka, su casa sobre la ciudad y un generador enorme como respuesta a que nos abriera las puertas sin saber de nosostos. Los ojos muy abiertos de Abu controlandome de lejos para que nada me pasara en ese antro infame llamado Paddy’s en el que terminé una noche con un cooperante al que debía entrevistar. Las hermanas mexicanas y japonensas de Lunsar, hermosas. Madina y las sonrisas al otro lado del objetivo. Chema y su Real Madina, el fútbol para hacer “regresar” a esos chicos que estuvieron en el mismo infierno. Esas miradas. Atardeceres en el pequeño bohio central de Madina, su único “bar” tomando Star y cacahuetes hervidos mientras ese “extraño” misionero de pantalones de colores y pulseras nos contaba lo feliz que era allí, con sus chicos después de haber escuchado mil y una historias terribles en noches interminables en Lakka. O como le plantó cara a Foday Sankoh el día que se presentó en Saint Michel. Mis 28 en Madina y la cena que se marcaron Chema y Carlos: un pollo entero al ajillo y una botella de Rioja. Y un copazo de Duque de Alba de postre, cortesía de Carlos. La mejor cena de cumpleaños que tuve jamás.
Ivan M. García
Estimado Señor Lobo,
Estoy realizando un trabajo de investigación sobre Sierra Leona para un Máster en Comunicación en Conflictos Armados, en especial sobre Su cobertura de la guerra en 1999. Este blog es la forma más rápida que he encontrado para ponerme en contacto con Ud., espero no le importe. Le iba a pedir si estaría dispuesto a contestar a un par de preguntas acerca de Su trabajo de corresponsal en la zona. Nada largo, sólo necesitaría conocer el marco en el que se movía para realizar Su labor.
Puede ver mi dirección de e-mail, verdad? Espero tenga el tiempo para contestarme y darme instrucciones sobre como contactar con Ud..
Mientras, reciba un cordial saludo!
Giorgio Alan Franco