El eclipse de Milosevic
Sunday, 3 de May de 2009 por Ramón
Un par de meses después del final de la cuarta guerra balcánica iniciada y perdida por el caudillo serbio Slobodan Milosevic -Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo- se produjo un eclipse total de sol que era visible desde los Balcanes. Los medios de comunicación locales bombardearon a la población con informaciones alarmantes sobre las consecuencias del fenómeno en la salud y cómo el sol eclipsado podía causar incluso la ceguera. El 11 de agosto de 1999, fecha del acontecimiento, Belgrado amaneció vacío. Mucha gente optó por quedarse en casa y no acudir al trabajo. Apenas circularon coches y autobuses de transporte. Fue el último ejercicio público de manipulación de quien logró llevar a su pueblo a cuatro guerras desastrosas que causaron decenas de miles de muertos, heridos y desplazados.
En la OTAN, feliz por su victoria ante un enano militar, nadie supo ver en el eclipse un termómetro de la gravedad del estado de intoxicación de una sociedad carcomida en sus miedos y fantasmas históricos, y que su recuperación exigiría cuidados intensivos y una atención continuada. Algo que no sucedió ni antes ni después del asesinato de Zoran Djindjic en 2003 porque los Gobiernos son como los periódicos saltan de un país a otro como en el juego de la Oca. No es que terminen los conflictos, sino que dejamos de hablar de ellos.
Siempre me ha interesado este asunto de la manipulación. En Belgrado he visitado dos veces a Aleksandar Vuco, psiquiatra y experto en traumas colectivos. En ambas con la misma excusa: “Serbia necesita una sesión en el diván”. Vuco pasó consulta a su país en un sótano (que era el inconsciente) dedicándole 50 minutos por sesión; eso sí, sin cobrarle ni cobrarme:
“Las excusas que escucha -todos hicieron barbaridades; fue en respuesta a no sé qué; no lo sabíamos- son mecanismos de negación de la culpa. Superar esa negación es un proceso largo y doloroso por el que pasó Alemania. Si el Gobierno entregara a Ratko Mladic no sucedería nada, sólo algunas protestas. Con él se iría una parte de esa culpa nacional, pero nuestro problema es más profundo que Mladic”, me dijo en julio de 2005. (Más en Serbia en el laberinto).
En febrero de 2008 conocí a dos serbios muy interesantes, el etnólogo Ivan Colovic (“Para que haya una catarsis son necesarios políticos que digan a los ciudadanos que hemos perdido las guerras y cometido crímenes. Entonces comenzará el duelo”) y la socióloga Milena Dragicevic: “Hemos pasado de la tradición oral donde dominan los mitos a la era audiovisual. No tuvimos como el resto de Europa siglos de Gutenberg en los que primó el pensamiento científico y los hechos comprobados. (…) En la lengua serbia la palabra compromiso tiene unas connotaciones negativas, pues quien pacta es el débil que no merece respeto”. (Más en La catarsis de nunca acabar)
Los poderes del gran oportunista que fue Slobodan Milosevic y el eclipse de Belgrado también afectaron a muchos comunistas españoles que durante años vieron (perdón, no vieron) lo que sucedía en los Balcanes cegados por la ideología.
Creo que en Croacia pasa algo parecido con Tudjman, aparte de que la libertad de prensa pase por momentos delicados.
Esa catarsis de la que hablas es necesaria, puesto que los jóvenes necesitarían saber quién fue y qué planeó ese siniestro personaje y otros que se movían en las cercanías de la ambición. ¿Qué tipo de historia del siglo XX se estudiará en los institutos serbios y croatas?
Por cierto, interesante apunte el de los comunistas españoles que desconocía por completo, quizás por juventud.
Magnífico post. Un saludo
Croacia es casi peor porque al ganar la guerra y obtener la independencia parece que todo estaba justificado.
“¿Qué tipo de historia del siglo XX se estudiará en los institutos serbios y croatas?” Interesante pregunta, sí señor
… ¿y en los bosnios?