El mar, sus olores y fantasmas
Thursday, 19 de January de 2017 por Ramón
A veces cierro los ojos y siento la brisa del mar, sus olores y náufragos. En los días temporal dejo que los 32 vientos de la rosa de los vientos me limpien por dentro y me habiten palabras traídas de países muy lejanos. En los días de temporal me despierto con el rostro mojado hablando idiomas desconocidos.
En Galicia percibo el poder telúrico de la tierra y el agua. En la Costa de la Muerte todo parece embrujado: piedras, árboles, gaviotas, barcos, gentes. Siempre quise ser navegante, explorador, tener un río por el que escapar. Y lo he sido de alguna manera.
Hoy visité una residencia. Quedé aplastado por la industrialización de la vejez. Me tocó asitir al turno de comida de los ancianos que necesitan asistencia. Me impacta estar con seres que extraviaron la maleta de su vida, sus recuerdos. Una mujer me miró con la boca ladeada y los ojos idos. En ellos había un hilo de luz, una última conexión que se resistía a ceder.
Caminé por la ciudad como si las aceras fuesen alcantilados. Hay un miedo concreto y próximo que me zarandea. Solo sé que no llegaré a ese estado. Antes volaré hacia el mar. Seré pájaro.
cuando yo era pequeña,
nacì en el 1961
queria haber nacido niño;
nacer niño todavia tenia muchas ventajas.
una poeta como yo, ya nacida desde niña,
desdeñaba todas las labores impositivas
incluidas las ajenas.
mi hermano mayor disfrutaba de esa enajenacion de la historia que nos hace a todos machistas.
si hubiera sido hoy,
hubiera pedido operarme,
pues veia yo,maria luz, que las ventajas corrian paralelas a mi sexo
hete aqui a las puertas de el deterioro masivo.
y sigo pensando igual; ser hombre aún tiene sus ventajas por mucha presunción de culpabilidad de entrada.
entonces sin remediarlo me habria puesto un pene verdadero,
hoy seria una transexual y…
a qué me lleva la escena?
namastè family
No veas como te entiendo. Mi madre tuvo dos caídas con fractura de pelvis. Como trabajo estuvo en distintas residencias. Las había sin distinción, mezcladas, con personas totalmente idas y/ó sedadas.
La primera persona con Alzheimer en mi entorno fue una amiga de mi madre y mis tíos, de Aranjuez, emigrada a Cataluña. Mi hijo me pregunó porqué Azucena le decía cada vez que pasaba que “que niño mas mono, ¿de quién eres?, cuando sabía de sobra que era mi hijo. A sus 5 años le costó mucho entender que ya no le recordaba, pese a conocerlo de sobra desde que nació.
Hay personas que sufren por distinos temas. Recuerdo a Angel, en la misma residencia, 91 años, que cada dos días tomaba el autoús para ir a su casa para estar entre sus libros, sus documentales y sus csosas. Decía que el no era hombre de bares y amigotes, que siempre había salido con tu señora. Su señora estaba poco dispuesta. Y el me decía “qué hago aquí encerrado, sin salir a un aperitivo y a una comida, que vida es esta.”
Estuve a punto de adoptarle. De decirle que no me importaba que fuera un catolicazo total, que entendía la necesidad de salir a cualquier momento lúdico. Que mi madre rechazaba y rechaza cualquier momento lúdico, aunque luego lo disfruta, pero que mientras haya vida………..
Es el carácter, ni la enfermedad ni la edad. Querer ó no querer vivir sin extorsionar al prójimo.
Un amigo mío se tropezó un día con Francisco de Ayala en un restaurante de Madrid. Iba apoyado levemnte en el brazo de una mujer. Estuvo junto a su mesa y pudo darse cuenta que los retazos de conversacón provenientes de la mesa en la que estaba eran inteligentes y coherenes. Cuando llegó a su despacho googleó, verificó que Francisco de Ayala, al que ya creía muerto, tenía 102 años…. y seguía alternado. Y estaba estupendo.
Un amigo mío, viejo militante maoista, lierado durante una década en CCOO de RENFE venía horrorizado de una cita con ex-compañeros de militancia. Decía que parecía que hubiera estado en una reunión social en la residencia de su madre nonagenaria. Obsesos de la salud cuando no directamente hipercondríacos. El, de momento, prefiera a su nieta recien nacida y el cajón flamenco al que se ha dedicado en cuerpo y alma desde su prejubilación.
Nosotros llevamos a mi suegra a una residencia después de haber recorrido varias para elegir la más hogareña y de menos usuarios. Tuve el sentimiento de cuando anduve todas las guarderías de mi barrio buscando una que reuniera también esas condiciones para mi niño pequeño. Existe el momento en que se da la necesidad de llevar a nuestros ancianos a un lugar donde todas sus necesidades fisiológicas estén cubiertas, añadiendo constantes visitas para llenar de amor y alegría su corazón. Es curioso, en aquella residencia, lo que llegábamos a conversar y reir, con ella y con sus compañeros. Ella solía decir que ojalá se hubiera ido antes allí. Eso desde su lucidez, en este caso, y su invalidez.