Thanksgiving in Trumpland
Friday, 25 de November de 2016 por Ramón
Lo que medio mundo llama Black Friday es un día gris, fresco y hermoso en la ciudad de Nueva York, la capital de un mundo que se desvanece. También es el día en el que millones de personas tratan de ubicar los restos del pavo en algún lugar del organismo tras hacer la digestión. Hay quien propone llamar Turkey Day a la festividad de Acción de Gracias, cuando lo preciso sería llamarle Killing Turkey Day porque es una masacre.
El día de Thanksgiving se despierta como el de Navidad en España, bajo un aroma extraño, de excepcionalidad suspendida. Parece una tregua. Está en los andares de la gente, en el intercambio de sonrisas en la calle, como si nos conociéramos todos. A mediodía cae el silencio sobre la ciudad del ruido.
La tradición es acoger a amigos y extraños. Es una fiesta familiar en la que manda la generosidad. Fui con Antonio, a quien vuelvo a gorronear vivienda y cápsulas de Nespresso, a casa de Magdalena y Óscar, dos linternas en la oscuridad. Nos juntamos cerca de veinte, la mayoría hispanoparlantes. Solo había un norteamericano. No se habló de política, ni de la de aquí ni la de España. No me atreví a proponer un minuto de silencio por el pavo.
La cena fue excelente, el pavo en su punto. En mi último Thanksgiving en EEUU, allá por 1985, el pavo escapó por la ventana, chamuscado por fuera, crudo por dentro, harto de que la cocinera le introdujera una y otra vez en el horno. Es broma: no escapó, nos lo comimos medio crudo. Una pena que la huida imaginada no hubiese sido real.
Los tres niños de la cena jugaron sobre mi espalda y mis piernas. Siempre atraigo a los niños y a los animales. La conexión funciona desde el lenguaje corporal. Me gustan mucho los niños de los demás, los que incluyen devolución. Me tocó fregar. Me encanta fregar, una rémora de mi año de camarero en Londres, allá por 1981.
Conocí a Lorenzo. Trabaja con ratas y con el miedo patológico. Les induce los temores para ver cómo reaccionan y buscar la forma de quitárselos. Se llama biopsicología, o algo así. Le provoqué desde el animalismo. Es un tema apasionante: el miedo, cómo se fabrica y se distribuye en una sociedad indefensa a través de los medios de comunicación y del cine que sirven, a veces sin saberlo, de correas de transmisión de estereotipos.
En cuanto se fue el norteamericano empezamos a hablar de Trump y de España. Fui prudente.
Esta mañana paseré por Central Park para ver árboles, los últimos de color antes del frío del invierno. Después quizá caiga en la tentación del Black Friday. Esta noche más pavo con más españoles. Ya tengo sitio para el siguiente.
Mi dieta se tambalea. Para defenderme ayer caminé casi nueve kilómetros.
Feliz día.
Como siempre, cáustico, pero con mucha elegancia, Ramón!
Debo ser una rancia, Qué le vamos a hacer. Este Black Friday, que llevan unos años esforzándose en colarnos, me declaré en huelga de consumo. Me negué hasta a comprar narajas de zumos. Desayuno sin zumo. Le dije a mi madre que soy perisexagenaria y ya no recuerdo, debilidad cognnitiva….. No vuelvo a comprar ni alimentos básicos hasta el próximo lunes. Resistimos con los básicos. Hasta los gatos.
Cuando pienso en los USA hay veces (por suerte no siempre) que me siento como un pavo en el centro de la mesa…
Gracias por traernos imágenes de los EEUU. New York es símbolo, icono, también realidad, pero creo que en nuestra mente la utilizamos a veces como la imagen o representación de un país que no es como, equivocadamente, pensamos. Ciudad donde el capitalismo luce sus mejores galas pero no tanto sus consecuencias, estas se ven más en otras ciudades como Detroit.
Siempre nos quedará New York y un Ramón Lobo que nos la cuente.