No es país para heterodoxos
Wednesday, 3 de February de 2016 por Ramón
Si pienso en los defectos de España me salen unos cuantos: ausencia de sociedad civil, un mal sistema educativo que genera más mansedumbre que rebeldía, una corrupción sistémica que salpica a casi todos los partidos y estamentos, una democracia menguante sin división efectiva de poderes, un empresariado poco productivo que en su mayoría basa el éxito en la cercanía al poder con el que se intercambia favores. No exageremos, también hay cosas que han mejorado desde la Transición: ahora nos paramos en los ceda el paso.
Sobre estos defectos obvios reina uno que los engloba y nos aplasta como sociedad: la rotundidad. La mayoría de los políticos, periodistas e intelectuales somos contaminadores activos de rotundidad. Leemos la realidad nacional e internacional desde dos trincheras. Solo se puede ser propalestino o pro Netanyahu; chavista o antichavista; tiburón de Wall Street o anticapitalista.
Estamos presos de dos libros de Petete que contienen instrucciones precisas de cómo se debe sentir, pensar y hablar (rotundamente) ante cualquier circunstancia pasada, presente o futura. Si uno se desmarca tres centímetros, el grupo al que se supone pertenece amenaza con la expulsión. No es país para heterodoxos.
Lucho contra mi propia rotundidad, de la que habrá numerosos ejemplos. El periodismo en la calle me ha enseñado que desde la rotundidad, una forma supina de simplicidad, no se puede comprender la realidad, compleja por naturaleza.
Trato de no confundir información, reportaje, análisis y opinión con verdad revelada. Sé que puedo estar equivocado. El periodismo independiente empieza por serlo ante tus jefes y tus compañeros ideológicos de viaje. Lo único sagrado es el lector.
Mariano Rajoy es un símbolo de rotundidad nacional, una enfermedad que empieza a afectar a Pablo Iglesias (al menos en sus ruedas de prensa) y a un buen número de políticos catalanes. Artur Mas es otro ejemplo preclaro de rotundidad hispana (con perdón). Si no encontramos puentes con Catalunya en las esperanzas deberíamos explorar en los defectos compartidos.
Una de las grandes aportaciones del 15-M, un levantamiento contra la rotundidad del poder, sus excesos y fastos, fue la transversalidad, la ausencia de banderas.
Es esta rotundidad ambiental la que impide escuchar al otro, que por lo general también habla de manera rotunda. Escuchar es conceder a la otra persona la posibilidad de enseñarnos algo. No sé si habrá Gobierno en un mes ni quién lo compondrá, pero uno de sus objetivos debería ser liberarnos de este mal histórico desde el ejemplo. Necesitamos un proceso urgente de desrotundización.
Dos citas de Orwell que vienen al caso:
“En nuestra época no existe la posibilidad de mantenerse fuera de la política. Todos los asuntos son asuntos políticos y la política, en sí misma, es una masa formada de mentiras, evasiones, locura, odio y esquizofrenia”.
“Toda la propaganda de guerra, todos los gritos, las mentiras y el odio, provienen, invariablemente, de gente que no está luchando”.
Pues eso, feliz miércoles.
[…] No es país para heterodoxos […]
Ramón, totalmente de acuerdo contigo. Muy interesante reflexión
Pues voy a ser rotunda: SI hay que ser rotund@ en temas fundamentales. NO hay que ser rotund@ en algunos temas ó en las vías, a veces, para lograr resolver temas fundamentales…..
Vamos, que soy muy rotunda en el elogio de la gama de grises, que también existen. Y también son hermosos. Y fundamentales. Asi que, estoy en acuerdo y en desacuerdo rotundo con diferentes partes de su post.
Rotundamente de acuerdo.
Saber escuchar es algo que escasea mucho por estos lares. Por eso no hay diálogo ni negociaciones, porque para empezar no sabemos escuchar ni nos interesa el mensaje del otro. Sin embargo sí se nos da mucho mejor mercadear.
Yo estoy rotundamente en contra de quienes me quieren hacer comulgar con ruedas de molino. No se puede acusar a quien recibe mamporros e insultos de no tener flexibilidad para esquivarlos. Hay que ser rotundo en la condena de quien lanza los improperios y causa el daño a gente que nunca molestó a nadie.
Rotundamente en contra de la falta de rotundidad en cuestiones éticas básicas.
Para ser rotundo hay que ser muy simple…y se debe tener cuidado con la simpleza. Alguna gente confunde simpleza con desmemoria… y a otros el detallismo los aprisiona.
Heterodoxo soy, categórico lo fui, a ratos…