De Chinatown a Dan Rather
Monday, 26 de October de 2015 por Ramón
Un domingo perfecto: lento y pausado. Me encanta la vida sin prisas. Más aún si estoy en Nueva York donde la velocidad ambiental convierte mi actitud en rebeldía, en un desafío al mundo acelerado en el que sobrevivimos.
Me tocó recoger la cocina, lavar los platos, vasos y copas de la cena de la noche anterior. Es una tarea que me relaja. Salimos tarde de la casa, caminamos por la Primera Avenida dirección Downtown hasta llegar al barrio chino. Cuando empecé a cruzar un semáforo en rojo, detrás del último coche que pasaba, el conductor ralentizó su marcha mientras señalaba al disco y a sus ojos, como diciendo “mira la luz: no está permitido pasar”. Era blanco y grande, de los que les gusta mandar. Respondí: “Go, go”. Me pareció menos complicado que explicarle que cruzo cuando me da la gana, sobre todo si no hay tráfico ni peligro. Hay personas que llevan la obediencia inyectada bajo la piel.
Comimos en un chino de la calle Pell llamado Joe’s Shangai. Sé que Idoya Noain, la mujer que mejor conoce la ciudad, me va a matar: es uno de sus sitios secretos. Pedimos unos soup dumplings majestuosos. La sopa está dentro de los dumplings, una especie de empandilla no frita; un manjar. En la mesa vecina, una mujer oriental los devoraba como nosotros y nosotros como ella: ayudados de una cuchara y con soja. No sé quién copió primero a quién. No es fácil ingerir la sopa del interior, y menos sin mancharse.
El público era chino en su mayoría con algunos occidentales armados de libro-guías. No sé si fue casualidad o se trata de una costumbre del lugar, pero las dos mujeres extranjeras más bellas eran rubias de 185 cm o más. Parecían walkirias. No nos atrevimos a ponernos de pie hasta que se marcharon.
Tras un paseo por SoHo entramos en unos cines próximos a Union Square. Vimos Truth con Cate Blanchett (en el papel de Mary Mapes) y Robert Redford (Dan Rather) como figuras principales. Trata sobre una información emitida por el programa 60 Minutes de CBS en 2004, -antes de la elección que ganó George W. Bush a John Kerry (¡qué noche vivimos en El País!)- sobre cómo el joven Bush se enroló en la Guardia Nacional para evitar luchar en Vietnam. El contenido de la información era correcto. Falló la solidez de la prueba principal. Dan Rahter tuvo que dimitir. No desvelo nada, es historia.
Es una excelente película, obligatoria para periodistas, llena de lecciones que explican lo que está pasando, la degradación ética y profesional en muchos casos, no todos, afortunadamente. No sé pierdan el alegato final de Blanchett-Mapes ni la última palabra que pronuncia Rather en su despedida. En el primer caso está la descripción precisa de nuestros problemas; en el segundo, la esencia del periodismo.
Si renunciamos a formular preguntas incómodas, a poner en duda la versión pomposa del poder, si nos plegamos a los intereses, dejaremos de ser útiles al ciudadano y desparecemos como oficio. El infoentretenimiento y el corta y pega que tanto gustan porque ganan dinero, o no lo gastan, no sirven para descubrir la verdad, son solo instrumentos espurios de aquellos que la quieren ocultar.
Feliz lunes.
Una vez más, gracias por la crónica. No hacen falta muchos rollos ni miles de fotografías para que se te haga interesante la crónica de un viaje a un sitio al que muchos han (hemos ) ido. Cada uno tiene “su ” viaje, pero la gracia está en cómo lo cuentas. Se nota que vas sobrado de oficio. Salud!
Y qué bien te sientan esos días ahí. Gracias por rematar con tu última frase. Que suerte tenemos que queden personas como tú.
Que huevones son estes USA, capaces de inventarse mapesas y ratheros…