Machismo, ceguera y cainismo
Saturday, 17 de May de 2014 por Ramón
Siento un rechazo ideológico y emocional hacia el machismo, una actitud que detesto. Reconozco que algo de ese virus está dentro de mí. Se me coló a través de la educación, familiar y escolar; se asentó en el tardofranquismo y en la democracia aún en tránsito. Está en los chistes, algunos muy buenos, y está en las cosas menudas. El Diario.es tiene un blog dedicado al micromachismo. Es una suerte que no trabaje allí, acabaría en la cárcel, denunciado. Es broma.
Tengo muchas amigas feministas y con ellas comparto lo esencial. El machismo me llegó por contaminación ambiental. El feminismo por convicción a través de la reflexión y el pensamiento. Me incomodan las hembristas: copian los errores que denuncian. No es un asunto de exclusiones, sino de inclusiones radicales.
Admito que estoy en tránsito, aprendiendo, corrigiendo, abierto a crecer. Me gusta sacar el tema ante mujeres, provocar un poco en espera de respuestas inteligentes que me ayuden en la limpieza interior.
Creo que se equivocan las personas que centran su esfuerzo en el los y en el las. Se quedan en la superficie de una batalla más profunda. Hace poco, una profesora de Ávila me contó una experiencia personal. Un día dijo al finalizar la clase: “Los niños pueden salir al recreo” y una niña pregunto: “¿Y las niñas no ?”. Son terrenos de aprendizaje para todos, sin dogmas.
Aunque el motor no está en la regla de masculino+femenino=masculino, sé que el lenguaje es un transmisor de estereotipos, xenofobia y sexismo. Más que decir los vascos y las vascas, hay que modificar conceptos, valores, tradiciones.
Esa misma profesora me enseñó que la lucha está también en los colores, en el absurdo azul para ellos y rosa para ellas, como si no existieran más opciones. La lucha está en el juego, en dejar que los varones jueguen a las muñecas. No es cosa de maricones, que diría un machista, sino de aprender roles ampliados, aprender a ser padre.
Si visitamos un parque veremos cómo los niños y las niñas juegan desde muy jóvenes con los roles equivocados -machos alfa y princesas- ante padres progresistas que transmiten sin saberlo los mismos roles recibidos: mediasnaranjas, príncipes azules, etc.
¿Cómo se rompe la cadena? Desde la educación y la concienciación. Ya nadie insulta con el desafortunado ‘subnormal’. Pero aún se insulta desde el no menos desafortunado ‘autista’. Es posible aprender, cambiar.
Acabar con el machismo es una tarea titánica. El machismo es consustancial al poder que ejercen y han ejercido de manera patrimonial los hombres. También existen mujeres que lo ejercen desde una óptica machista.
Es inconcebible que una mujer gane menos por un trabajo igual, es una injusticia, seas directora del The New York Times o actriz oscarizada. Son inaceptables actitudes como la Arias Cañete. No es solo el barniz machista, es su desdén intelectual, su incapacidad de aceptar errores, su falta de honestidad con la verdad. Ya sabemos que los yogures caducados no son buenos para la salud.
Me preocupa esta sociedad polarizada entre derechas e izquierdas, abismada, incapaz de buscar esa verdad de manera honesta, denunciar excesos incluidos los de nuestros amigos y cercanos ideológicos. No somos una sociedad sana, culta, generosa. Somos sectarios. La regeneración empieza por nosotros mismos, por abrir puertas y ventanas y que corra el aire de una puta vez. Feliz fin de semana.
Después de años de periodismo, de buen periodista, dominando el léxico y la prosa, hubiese escrito lo mismo, palabra por palabra, frase por frase, jamás hubiese expresado mejor mi opinión. Quizás sea la madurez de la edad o más bien de lo vivido, eres un buen ejemplo de ser humano.
El machismo. Algo que debemos eliminar de la sociedad, algo que nos ocasiona tanto daño que no nos dejara continuar en la búsqueda de la igualdad. Quien es mejor? No importa, lo esencial es que cada cual tiene capacidades que se deberían aprovechar. Que buen Post, Me gusto.
Es una evolución excesivamente lenta. Aunque haya voluntad por parte de los padres de no educar en el machismo, tantos siglos de vivir rodeados por conductas de ese tipo, tantos años en que decisiones que afectan a las mujeres las toman hombres, en que son los curas y no las monjas los que hablan de sexo, etc.etc. hacen que la madre progresista a tope cuando hay que ir a la cocina a traer algo que falta en la mesa sigue pidiéndoselo (a veces ordenándeselo) a la hija y no al hijo. Es el caso en que en una pareja progresista quien suele dejar de trabajar media jornada para poder atender a su bebé es casi siempre la mujer. En las propias empresas no entenderían que fuera el hombre el que renuncia a la mitad del sueldo y a su desarrollo profesional. Yo creo que en la superficie hay mejoras más para ser políticamente correcto que otra cosa, pero en el fondo no se avanza. Y lo que más me angustia es que todavía haya tantas mujeres que sean machistas.
Pues voy aún un paso más alla: esos padres que llevan al hijo de paseo porque es muy bonito pero no saben que la ropa limpia no sale del cajon. Muchas madres tenemos que reducir jornada, no por principios, sino para no trabajar 16 horas o más al día y no poder casi disfrutar de tus hijos porque no los ves en medio del caos doméstico…
Gracias por la reflexión, tan certera. Mañana espero madrugar para escucharte. Hoy mi Barsa me ha vuelto a decepcionar, aunque el campeón es merecidísimo.
María Luz García, seguramente haya muchas madres así, pero te aseguro que no es mi caso.