¡Qué sueño el de esta noche!
Wednesday, 7 de May de 2014 por Ramón
Anoche tuve un sueño. Soñé un desfile en el paseo de la Castellana. No había carros de combate ni soldados ni cabras de la Legión ni aviones ni bandas de música. Era un desfile de la nada, de ausencias, de ciudadanos inexistentes.
Sobre una tribuna larguísima se pavoneaba la clase dirigente del país: políticos, banqueros, empresarios, periodistas del poder, jueces, fiscales, presidentes autonómicos, diputados de todo tipo, alcaldes, concejales, asesores y carguillos. También estaban las escort, que las hay, y los apaniguados, que son legión. Y estaba Rouco con su medalla prendida de la nariz.
A las doce del mediodía, cuando dieron las campanadas de alguna iglesia cercana, se produjo una gran explosión, un ruido ensordecedor. Temí por un atentado terrorista, por un ha sido ETA o Zapatero, o los dos. Imaginé titulares y mochilas de Mondragón. Pero no hubo bomba ni pólvora ni metralla ni heridos ni muertos. No acepto la violencia ni en sueños, que soy muy mío.
Cuando descendió la cortina de humo pardo, que supuse arena africana saltarina de vallas e invasora, me di cuenta de que un olor insoportable a mierda lo impregnaba todo, incluida la bandera de Colón y el dedo de piedra del Almirante. La mierda oculta bajo la larguísima tribuna había explotado por acumulación, supongo, y lanzado al cielo de Velázquez decenas de toneladas de excremento líquido que tras ascender a los cielos bajaron a la tierra por efecto de la gravedad.
Toda la clase dirigente de este país estaba enmierdada hasta el gaznate. Fue un gran espectáculo. Allí andaba Espe llorando su enmierdamiento súbito y Aticus, y la Rue del Percebe en B y Mangalena y Pepín y tantos otros.
En mi sueño vi personas que milagrosamente estaban limpias, inmaculadas. Parecían luminarias en medio de un caos pestilente. Alguien dijo detrás de mi sueño: “Son los honestos, empecemos de nuevo con ellos”. Entonces sonó el despertador. Abrí los ojos sobresaltado y me encontré atrapado en otro sueño paralelo. Miré debajo de la tribuna y comprobé que la mierda seguía allí, sin explotar. La voz del primer sueño me dijo en el segundo: “Llegará el día”. Tranquilizado volví a dormirme dentro de un tercer sueño que es el sueño de millones de personas soñando a la vez un mundo mejor, como en Las ciudades invisibles de Calvino, ese libro magistral que me alimenta despierto y dormido.
Sublime.
Muchos soñamos, incluso desde la fría distancia, que ese día llegue. Y que lo haga pronto.
¡Ánimo!
Me has hecho soltar la carcajada! ¡vaya sueños más reales tienes! pues, no sé, por desgracia pienso que el mal siempre prevalece sobre el bien.. Ojalá no sea así por los siglos de los siglos…