Londreseando en libertad
Thursday, 13 de March de 2014 por Ramón
No escribo palabras físicas en el libro que escribo desde hace unos meses, solo almaceno emociones que ya hablarán a través de su propia voz cuando me bucee en Madrid. Esta vez he puesto a las personas por delante; me dediqué a los primos hermanos, no a mi Londres particular. Quizá sea parte del aprendizaje, la consecuencia de crecer. Me he sentido a gusto.
Al final de mes iré a Barcelona, gran etapa en la preparación del libro. Me espera un primo a quien no conozco. Es una sensación rara, emotiva. Leo sobre la Guerra Civil y trato de imaginarme cómo fue: un abuelo de izquierdas y no creyente rodeado de hijos falangistas y una mujer ultracatólica insoportable.
He tardado de entender que mi activo principal desde la salida de una redacción es el gobierno absoluto de mi tiempo, poder trabajar sin sujeción geográfica, lo que soñaba a los 18. Ha tardado, pero llegó. Este viaje es la primera apuesta inteligente en el uso de ese tiempo. Tengo que aprender.
Pasé la tarde al lado a mi sobrina Eleonor. Jugaba con el iPad codo con codo, pegada, recordándome lo que me he perdido por no tener hijos. No se pueden vivir dos vidas contradictorias al mismo tiempo: silencio o bullicio; egoísmo o generosidad.
Hoy estuve en la Tate Modern. Vi la exposición de Hamilton. El edificio me sigue cautivando, me gustan los espacios conquistados, revividos. Comí en su restaurante con la City pintada sobre un cristal. Parecía tan real porque era real. Murmuraba. Londres es una ciudad en permanente reinvención.
Aquí viví en 1981. Fue un gran año, el de la boda de Lady Di. Ayer estuve en Bedford Place, la calle del hotel en el que trabajé, y me pareció compartir el caminar con un tipo como yo, pero 35 años mas joven. No nos hablamos, bastó una mirada. La vida es eso, sentirse acompañado de tus yos y no tener demasiada vergüenza de ninguno de ellos.
Mañana acaba el viaje, la inmersión. Visité el miércoles cementerio de la familia en el sur. Me siento en paz con los muertos y con los vivos. Ahora toca sedimentar y volver a escribir a velocidad de crucero. Sentirse despierto es una gran aventura.
Sin ánimo de entrar en bizantinismos, pero con ánimo de atacar a lo que podemos llamar cáncertraductor…que luego, además, complica la búsqueda indiana de las palabras…prefiero londoneando…me resulta muy snob (realmente le llamo inculto) llamar snob a quien dice London (hablando en castellano)…creo que la fusión y el necesario cosmopolitismo no pasa por llamarle Guillermo ni al autor de Hamlet ni al estropajoso personaje de ciertas novelas “juveniles”…
No conozco Londres y tengo muuuchaaas ganas de ir y con esos relatos acrecientas más los deseos 😀
Post muy intimista, lo que me gusta mucho, describes muy bien tus momentos, tus yoes; me quedo con este párrafo:” La vida es eso, sentirse acompañado de tus yos y no tener demasiada vergüenza de ninguno de ellos”. Eso es y no tener vergüenza de ellos, siempre hay que intentar rectificar, enmendarlos, Lo que pasa es que muchas veces lo repetimos; así somos.
http://intentadolo.blogspot.com.es/2014/03/la-asquerosa-cola-del-terrible-11m.html
Lobo, yo pienso que sí se pueden vivir dos vidas contradictorias al mismo tiempo, aunque no sé si podría explicarlo.
Por otro lado, más difícil que vivir en paz con los vivos y los muertos, yo creo que es vivir en paz con uno mismo.
Un saludo, feliz regreso, me has hecho añorar mi estancia en esa ciudad. Son de los mejores recuerdos que tengo, era joven, y estaba lleno de ilusiones.
Buenas tardes:
Me gustó verte anoche en la Sexta. Y oir tu testimonio sobre la emigración desde Africa.
Al hilo de lo que dice t.r. creo que la mayoría tenemos recuerdos fantásticos de esas ciudades porque éramos jóvenes cuando estuvimos en ellas. Se nos abría la mente y la vida a tantas cosas, veíamos el futuro como algo inmenso, muy alejados siempre de nuestra caspa y atraso nacional.
La próxima, debería usted cursar invitación a todos sus lectores.
Igual para su sorpresa nos apuntamos algunos.
SALUDOS