Londres, capital de la infancia
Sunday, 9 de March de 2014 por Ramón
En Londres, capital mi infancia. Hoy, en familia: paseo por el río, conversaciones sobre un pasado común, desenterrando sabores, olores, voces, muertos que siguen vivos. Cae el sol de la tarde disfrazado de primavera. Los parques están inundados de niños que juegan felices en un presente eterno sin escuchar a los agoreros. Los jóvenes hacen botellón europeo (en vaso de cristal) en un resol cerca del puente de Putney. Tres chicas y dos chicos se levantan las camisetas para dejar a la vista una piel blanca, invernal. Las sendas se pueblan de personas que corren y sudan. Una chica empapada se cruza jadeando, murmurando ayes; no parece que vaya a sobrevivir al esfuerzo. Los ciclistas hacen zigzag para no atropellar a los paseantes. En el río Tamesis, dos embarcaciones compiten a remo batido entre los vítores de sus amigos. Aún no es tiempo para las regatas entre Cambridge y Oxford, pero el escenario es el mismo. El río es una escuela de veleros y curiosos. Los aviones descienden sin apenas ruido hacia Heathrow, como si planeasen para no estropearnos la tarde de domingo.
Mañana bajo en tren al sur: Brighton y Worthing, a las playas de mi niñez. Necesito aspirar el libro que escribo, empaparlo de brisa y sal, de algas. Los zarandeos emocionales merecen la pena cuando se transforman en motores. Bucearse es una manera de corregirse, de mejorar, de verse en los defectos. Iré a casa de mis abuelos que ya no es casa de nadie conocido.
Tengo ganas de despertar ese pasado armado de mi varita mágica. Cada foto fija lleva incorporado un vídeo. Me sentaré en un banco cualquiera y veré sin prisa mis películas sonoras y oloras. Lo bueno de Inglaterra es que nadie se dedica a destruir escenarios. Aquí no hay fiebre por derribar para poder lucrarse en la construcción de cualquier adefesio; aquí se mima el pasado de varias generaciones para que todos, fantasmas y vivos, puedan seguir interpretando la obra que libremente escogieron. Es tiempo de cambiar la mía, ahora solo necesito encontrar la música adecuada para no dejar de bailar.
He vivido en Inglaterra algunos meses hace muchos años y recorrí el Sur. Amo Londres, mi capital prefe, pero Oxford me tocó el corazón, conozco Brighton, el Royal Pavilion y el castillo de Dover, el color verde de un pueblo llamado Sándwich, la magia de Straford, las termas de Bath y el verde de Cambridge. Disfruta del Sur de Reino Unido y de un buen atardecer, si puedes, en Trafalgar Square.
Qué envidia me das! Take care & drink a good tea!
Llevo unos días pensando en mudarme a London. Construir una nueva infancia para mi hija de seis años, con la esperanza de un futuro algo mejor del que parece le esté esperando en nuestro país. Al final las fronteras las ponemos nosotros, y en realidad, si nos lo proponemos, no hay límites.
Qué semanas más intensas llenas de emociones al volver a revivir tiempos pasados. Qué buen material para el libro. 😀
Graciñas por la tarde londinense…y por recordarme una de las curiosas virtudes británicas: el cuidado de sus fantasmas…
Genial que vayas revisitando escenarios para tu libro. Creo que los escenarios aunque sean los mismos serán a la vez muy diferentes por que las gentes sí que no son las mismas y a veces lo que con ojos de niño se ve como algo majestuoso, luminoso, único, con los ojos de otra edad puede parecer algo decadente, caduco, y tal vez inexistente. Espero que describas magistralmente el “ambiente” personal y del entorno de aquellos años.