Ser director de periódico, ser jefe
Sunday, 2 de February de 2014 por Ramón
No voy a escribir sobre Pedro Jota -un personaje complejo con negruras (11M), oscuros y luces, porque otros lo han hecho muy bien. Es uno de los cuatro grandes directores de periódicos de ámbito nacional de los últimos 50 años junto a Emilio Romero (Pueblo), Luis María Anson (ABC) y Juan Luis Cebrián (El País). Los cuatro tienen en común un carácter endiablado, olfato periodístico para saber dónde está la noticia, ego de estrella de Hollywood y una personalidad arrolladora. Cuando se tiene su talento perdono casi todo, incluso que me despidan. De los cuatro prefiero al Cebrián director: creó un gran periódico, el de los primeros años de democracia.
Los que me molestan son los que no tienen talento, los mediocres. Estos son los peligrosos. Ser jefe es difícil. Los hay que gritan y maltratan a su tropa, los que en ese desprecio a los que sienten debajo, hallan la satisfacción de creerse arriba. He padecido a alguno. Los hay también excelsos, con mano izquierda, con prestigio, que no necesitan ejercer la autoridad porque la tienen, como José María Izquierdo, Sol Gallego o Joaquín Estefanía. Los hay que son capaces de influir, enseñar, de marcar el camino. Son los esenciales.
He tenido la fortuna de cruzarme en mi vida profesional con Juan José Porto (Pyresa), Doñate (El Heraldo de Aragón), Miguel Ángel Aguilar (El Sol) y Luis Matías López (El País). Ahora, como freelance, no me puedo quejar: he dado con cuatro magníficos jefes. En la lejanía contractual y física no tienen que soportarme. Es su ventaja. Porque yo, debo admitirlo, no he sido ni soy nada fácil en el arte de la obediencia.
Un buen jefe es como un entrenador de fútbol; debe saber colocar el equipo en el campo, motivarle y obtener el máximo provecho del talento individual para logros colectivos. Son como los directores de orquesta: consiguen que el grupo suene como los ángeles sin tener envidia del primer violín.
Hay personas que nacen para ser jefe, que tienen el don, como Mariló Ruíz Elvira, una extraordinaria redactora jefa en las secciones de Internacional y Nacional en El País. O Carlos Castro, que ese educó en el Pueblo de Emilio Romero. Ambos tienen la virtud de la paciencia infinita, de llevarte siempre al huerto.
En periodismo, la mesa es más importante que el corresponsal o el enviado especial. La mesa es la escuela verdadera: es la orquesta, la cocina, el control de calidad. Una buena mesa te mejora o no estropea la crónica, evita errores, suministra ideas y ánimos. En El País he vivido grandes mesas. Les debo mucho.
Hoy puse esta canción en A Vivir. Es maravillosa y la interpretación, un lujo. Feliz semana.
¡¡¡¡¡Hallan!!!!!
Ups!!! Gracias
Resulta curioso notar que la marcha de Pedro J sirve para comprobar que el periodismo sigue vivo (hay grandes profesionales)…y, por cierto, el asunto de las “mesas” es vital en cualquier actividad profesional que se precie…
Leo con gusto estas y otras reflexiones, ya sabes 😀
Me he enamorado de tí. Escríbeme un mail, interno.
!Que buen articulo , muy creible , muy didáctico! Muy buen escrito , por cierto , con”sabio contenido”.
Apertas agarimosas
http://intentadolo.blogspot.com.es/2014/02/un-proceso-constituyente.html
¿Y yo que pienso que el periodismo actual en los grandes medios se ha entregado al poder del dinero? ¿quién se atreve a morder la mano del amo? ¿Cuánto daño produce una noticia mal contada?
Por cierto, preciosa comparación entre la mesa y la cocina.
Y yo que llego a este articulo por medio de un gran comunicador y gran persona, tambien te digo que preciosa comparación entre mesa, cocina, campo de juego, periodismo o forma de vida. Grandes aquellos que saben manejar equipos y situaciones en favor del bien común. Gracias Ramón