En el nombre de dios y del Estado
Monday, 23 de December de 2013 por Ramón
Hay dos Iglesias: la que trabaja calladamente en ayuda de los demás sin abusar de su presunta obligación de evangelizar a todo dios, y la que engorda próxima al poder, de mamarlo. De la primera podríamos rescatar el ejemplo del obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero; en la segunda está nuestro Rouco Varela, representante de una visión franquista de las relaciones Iglesia-Estado.
Jordi Évole hizo el domingo una gran labor divulgadora y denunciadora del incumplimiento flagrante de la Constitución. ¿Dónde está la presunta aconfesionalidad si tenemos las misas, los símbolos y los obispos hasta en la sopa y en actos que son estrictamente civiles? ¿Dónde está la separación Iglesia-Estado en las tomas de posesión, en los funerales?
No voy a escribir “la Transición fue un desastre”; sería ventajista e injusto tantos años después. Se hizo lo que se pudo aunque se concedió demasiado por temor a una nueva dictadura, a otra guerra civil. Es posible que no se supieran leer las oportunidades del fracaso del 23-F, si es que las hubo, o de la victoria arrolladora del PSOE en 1982.
Lo que está claro es que aquella gran obra de ingeniería política necesita una actualización urgente, lo mismo que la Constitución. Nuestro programa operativo se ha quedado obsoleto, no sirve para mover la realidad en la que vivimos. El ordenador de la democracia va lento, se cuelga constantemente, y en esos cuelgues, en ese apagar y encender todo el rato, nos meten los virus de las preferentes, la Ley Mordaza, la retrógrada reforma del aborto, la reforma educativa y las clases de Religión Católica.
Es necesaria una revisión de la Ley Fundamental que insufle de vida y responsabilidad a la clase política, que ordene el abuso de la caja de las autonomías, que no son para colocar amiguetes sino para ser útiles al ciudadano. Necesitamos dar acomodo a la nueva realidad social de Catalunya. Necesitamos el laicismo como un motor real de la separación entre la Iglesia y el Estado aconfesional. Tengo mis rayas rojas, como todo el mundo. Estas son algunas.
1) La educación debe ser pública, obligatoria, gratuita y de calidad. La educación y la investigación deberían centrar el esfuerzo inversor del Estado. No estoy seguro de si debe existir educación privada, pero si la hubiera no puede ser doctrinaria. La asignatura de Religión Católica no se debería enseñar en los colegios porque no es una ciencia ni una disciplina, solo es una creencia sin comprobación empírica. Se debería enseñar en todo caso y como asignatura obligatoria la Historia de las Religiones desde un punto de vista laico.
2) Un Estado decente protege a sus enfermos y ancianos. Les ofrece medios, no se los arrebata.
3) Un Estado decente lucha contra la corrupción, porque el robo de un euro público es un delito grave contra todos. No puede haber amnistía ni indulto para quien ha defraudado la confianza colectiva. Un condenado por corrupción no debería obtener ningún cargo remunerado con dinero público. Y sin es empresario, ningún contrato.
4) La Iglesia, al menos una parte de ella, realiza un trabajo social importante. Ayudemos a esa parte, pero no al todo. El Estado no puede seguir manteniendo un credo privado que actúa como ariete contra el bien de todos. Podemos llegar directamente a las monjas que trabajan en hospitales, a los curas que se desviven por los pobres sin necesidad de pagar el sueldo de los Roucos, a financiar las campañas contra Gobiernos elegidos en las urnas o las cadenas de televisión y radio que insultan a diario. Un nuevo Concordato, y que se cumpla.
5) Recuperación de la Memoria Histórica. Que cada familia encuentre a su muerto, sea quien sea: republicanos o de la división azul. Es un deber del Estado, una urgencia. Esa actualización del programa operativo debería incluir la creación de un relato común. No podemos criticar a Artur Mas por su ridícula manipulación del 1714 si el resto de la Historia está plagada de insensateces.
6) Otra ley laboral es posible. Y una empresarial, que castigue los daños sociales causados por actos irresponsables.
7) Una televisión pública como la PBS estadounidense o la BBC británica.
8) Que la Real Academia de la Lengua incorpore dos palabras inglesas desconocidas en nuestra cultura: dimission y accountability.
Feliz Navidad.
Deberías hacer una copia de este post y enviárselo como carta a los Reyes Magos. En realidad todo lo que planteas sería viable pero parece tan imposible.
Tenemos una administración poco eficaz, prepara y forma a ciudadanos para los que luego no tiene un acomodo profesional en la empresa. Quitando el “ideario” que es transversal y está presente por desgracia en todos los Ministerios, en los demás aspectos funcionan como compartimentos estancos. La educación y la empresa deberían estar totalmente vinculados dentro de la gestión.
Está claro que el foco no lo ponen en el ciudadano
Añado que el Estado tal y como está, también deberías ponerlo en minúscula.
Que pases buen día Ramón y asomadores!
En el 82 hubo un despilfarro de entusiasmo por el cambio y de toda la honradez acumulada por un tal Pablo Igleias y seguidores…y eso se paga (lo estamos pagando)…
Ah, estuvo muy bien tu artículo sobre los últomos Papas en el Infolibre de hace unos días.
A mí me preocupa si la todopoderosa Iglesia, esa mole, dejará a Francisco hacer lo que parece ser un cambio progresista. Muchos cargos se negarán en redondo o boicotearán a su manera algunos de los proyectos, no renunciarán a sus privilegios jamás. Menudos lobbies debe haber en esa “casa”.
Y encima, según la disposición adicional quincuagésima quinta de los Presupuestos Generales del Estado para 2014: “Durante el año 2014 el Estado entregará, mensualmente, a la Iglesia Católica 13.266.216,12 euros …”
¡qué vergüenza!!!
Ya. Pero quién va realizar tan ingente tarea? Rubalcaba o la presi de Andalucía… ? O los de Cayo Lara? Yo no veo a nadie….España va a volver a ser el furgón de cola de Europa por mucho tiempo. El tejido económico destruido por esta crisis no se va a regenerar, no hay capacidad. ..y las consecuencias derivadas en lo social van a perdurar en el tiempo, o agravarse. Repito, no veo a nadie para tan ingente tarea.