Otoño en el parque del Retiro
Wednesday, 16 de October de 2013 por Ramón
El cristal sirve de parapeto, de barrera de silencio. Los niños juegan al otro lado; ellos interpretan el papel de brutos; ellas, de princesas; veo alguna republicana rebelde que escala árboles y lanza patadas. Debe llamarse Esperanza.
El reparto de roles -macho y hembra con sus limitaciones y deberes- comienza en los juegos del parque, en las primeras socializaciones. Es donde deberíamos actuar, impulsar una verdadera igualdad. Padres progresistas, y los otros, los que apenas progresan, repiten los roles aprendidos de sus padres. Es un círculo difícil de romper incluso para los que no tienen hijos.
Me gusta la niña del jersey morado, la que se sube a los árboles y explora las hojas; tiene carácter.
Desde mi promontorio-biblioteca-municipal observo la vida en un día soleado de otoño: el niño explorador que recoleta ramas, los sin yo que se mueven en manada, los padres que pasan, los padres que no pasan, los que agobian.
Junto a estas escenas llenas de color bailan mis recuerdos. Las memorias se diferencian de lo que acontece porque son en blanco y negro, transcurren a cámara lenta bajo el runrún de un reproductor antiguo. Allá está la Casa de las Fieras, el elefante Perico, los monos fumadores junto a los monos pajilleros, mi padre enmudecido ante el pene rojo y erecto del simio gustosón, mi abuelo Marcel de visita desde las grandes-bretañas escandalizado por el tamaño mínimo de las jaulas. Era de un tamaño proporcional a la jaula de la dictadura que nos tenía presos a todos: monos, personas y pajas.
Los niños están vestidos para el combate; parecen escapados de una serie de televisión. Alguna niña lleva traje, debe ser la reina. La mayoría de los padres tratan de desdoblarse en sus hijos, ser de nuevo a través de ellos, desean que alcancen lo que los padres nunca pudieron alcanzar. En la infancia se cuecen nuestras debilidades, las taras psicológicas. Busco las mías en blanco y negro porque en color no me suenan.
Un niño se acerca al cristal y me saluda: del parque de los juegos al parque de los libros, de los ensismamientos. Me gusta ese niño. Debería presentárselo a la niña que escala árboles y estudia las plantas. Hacen buena pareja para la lucha.
Lo reflejas bien hasta el final. A mi también me gustan las niñas que trepan al los árboles y los niños que saludan hasta detrás de los cristales,
Un abrazo.