Spain Corruption SA
Tuesday, 8 de October de 2013 por Ramón
No soy jurista ni he seguido en profundidad el caso Malaya. No soy un experto en corrupción, solo una víctima, uno de esos millones de ciudadanos que pierden derechos sanitarios y sociales a espuertas porque el saqueo del Estado, en cualquiera de sus administraciones y niveles, cuesta 40.000 millones de euros al año en su estimación más modesta.
No soy experto, pero la sentencia malaya me ha dejado un mal sabor, un cabreo interior, la sensación de que aquí se premia la impunidad. Me sucede con Valencia cada vez que aparecen los Costa, Camps y demás corte de los milagros. En su risa hay algo de burla, de mensaje cifrado, de trampa insoportable.
Si robar cientos de millones de euros se castiga con una multa menor y diez años de cárcel, de los que se cumplirán tres, la conclusión es sencilla: merece la pena. Ningún trabajo honesto va a generar tanta plusvalía, ninguno garantiza una vida de rey del mambo, de choteo en las narices de la parroquia.
Que empresarios-concejales cordobeses condenados puedan seguir ostentando un cargo público es una vergüenza, una anomalía democrática. Un condenado por corrupción, aunque se trate de un solo euro, debería quedar inhabilitado a perpetuidad para todo cargo público, para cualquier concurso y trato con la Administración, sea estatal, autonómica o municipal.
Una persona que roba al Estado, es decir, a los que pagan impuestos, a los ancianos que cobran pensión recortada, a los enfermos con repago, cualquiera que participe en el saqueo de esos 40.000 millones de euros al año, debería pudrirse en la cárcel hasta que devuelva el dinero. Robar nunca puede merecer la pena.
Esta sociedad española a la cola en los informes PISA, sean jóvenes o adultos, esta sociedad con tantas taras educacionales y éticas no puede consentir esta mofa ni exculpar a los ladrones según qué sigla. Las personas que acuden a los juicios de los Fabra, o de cualquier otro, para vitorear al insigne constructor de aeropuertos vacíos, al suertudo superlativo del los sorteos de Navidad, son tan corruptos como su héroe y merecerían el desprecio de sus conciudadanos.
La corrupción más dañina empieza en nuestro silencio.
Realemente, sentencias así, producen indignación y lanzan un mensaje pesimo a la sociedad.
Ahora bien, me pregunto si el pésimo nivel educativo tiene que ver con la corrupción campante libre de toda culpa. El sentir general en España es: son unos chorizos pero si yo estuviera en su lugar haría lo mismo.
La lista de personas vitoreadas al salir de los juzgados, incluso con sentencias firmes, es enorme y no exclusivamente futbolistas, el ejemplo de Messsi en los juzgados de Gavà debería guardarse para la posteridad.
SI, Ramón, resaltémoslo, a ver si un día vemos a más ciudadanos protestando en la calle (o donde sea)
La verdad es que si, que vergüenza de Justicia… ¿De verdad se ha hecho Justicia con sentencias así?… Ver para creer…
El problema fundamental es la confusión generalizada de las quejas con las críticas.