Tengo una gata en mi ventana
Thursday, 15 de August de 2013 por Ramón
La he llamado Miércoles porque apareció a última hora de la noche. Podría añadirle Jueves porque es en esta madrugada insomne cuando me zalamea desde el alféizar de la ventana. Es gata y multicolor: blancos con una gran variedad de marrones y grises. Es guapa, parece bien alimentada. Le he puesto un cuenco con leche desnatada. Tuve tentaciones de darle un poco de atún, pero eso hubiera sido barcenear, pagar un sobresueldo.
Miércoles Jueves está sobre las tejas de la casa de al lado, alerta; vigilante. Si me acerco a la ventana, viene enseguida arqueándose. Me quiere engatusar. Antes se me coló en casa. Inspeccionó el salón y un trasterillo que tengo para guardar cachivaches.
Miércoles Jueves me recuerda a Claudio, mi gato de toda la vida, y a Oliverio que peleó durante dos años con sus pulmones. También a Susan Sarandon, la gata de Galicia que no me traje por imperativo legal. A Claudio le encantaba el tejado; en invierno aprovechaba el calor de la teja árabe y en verano estiraba las patas, se hacía el interesante bajo la luna. Oliverio era más loco; se iba durante horas.
Un día apareció un gato birmano. Lo llamé Miércoles también. Como diría Moutinho: el verdadero Miércoles. Se dejaba acariciar y yo le ponía pienso. Dejó de aparecer y encontré por el barrio unos carteles hechos a mano con la descripción de un gato perdido muy parecido a Miércoles Primero. No sé si lo robaron o se cayó en un patio, pero desde entonces se acabaron las excursiones de Claudio y Oli.
Me gustan los gatos porque son neuróticos, curiosos y testarudos, como yo. Nos entendemos bien. Hay química.
Esta tarde fui a la peluquería de la Cava de San Miguel y me quité la barba. Necesito que la cara respire, sentir el agua de la ducha, mis dedos. Me dejé hacer con los ojos cerrados. Al abrirlos me topé con un tipo lejanamente familiar que no era yo sentado en el mismo sitio. Hace años, cuando me quitaba la barba parecía mucho más joven. Ahora, sin el escudo barbado cuento los desperfectos del tiempo: las arrugas, los abultamientos y los decaimientos. Parece que todos los kilos que me sobran están allí, concentrados, expuestos.
Con el caminar de la noche, el insomnio que ahí sigue, y las visitas de Miércoles Jueves me he distraído de mí mismo, algo que siempre es bueno. Terminé el texto para el número de septiembre de TintaLibre. Escucho música en mis nuevos auriculares. Me ordeno, navego. Pienso en Egipto, en mi necesidad de volver a viajar. Pienso fórmulas para el curso que viene. Las hay, habrá que pelearlas. Feliz jueves.
Feliz también para usted!
Y, como otras veces, ¡gracias por las palabras y la música!
Qué bonita crónica. Se te da muy bien hablar de gatos, recuerdo haberte leído en tiempos antiguos algunas cosas sobre tejados, gatos y otros, en un tono bastante parecido a la ensoñación. Aquellos sueños surrealistas que no sabíamos si era sueño o realidad hasta casi el final de la lectura. Me gusta que vuelvas a escribir en el blog con este ritmo casi diario, para “consumirlo” también diariamente.
Pienso igual que Ana. Sobre todo lo que más me gusta de los gatos es que aflore esa personalidad tan interesante tuya. ¿y las tortugas, qué pasò con ellas?