Soy una orquesta de dolores
Monday, 29 de July de 2013 por Ramón
El hombre es el único animal que camina exageradamente dos veces seguidas sobre la misma ciudad. Los corazones palpitantes se multiplican en mi cuerpo: pies, gemelos, rodillas…; allí, también. Parezco una orquesta de dolores.
Paula vio Nueva York desde los bajos de Brooklyn. Al salir del metro, de una estación excesivamente alejada, una mujer amable nos equivocó amablemente. En vez de enviarnos al Brooklyn Highs Promenade, el mirador del The End de la película Manhattan de Woody Allen, nos indicó un camino largo hacia una zona reconquistada. Los almacenes abandonados de las películas de policías están siendo reemplazados por áreas de ocio, campos de fútbol de césped artificial, columpios, barbacoas y paseos. Lo llaman Brooklyn Bridge Park.
Desde allí, a pie de río, la ciudad de enfrente parece mágica, una ballena varada, viva. Faltan las Torres Gemelas que siguen impresas en mi memoria. Destaca la nueva antes llamada de la Libertad por el Gobierno Bush y ahora One Trade Center con Obama. Es hermosa a su manera. Medirá 1776 pies en homenaje a la fecha de la independencia. Pero hay quienes discuten que se incluya la antena. Debía ser hasta el final de la zona habitable.
El parque de Brooklyn estaba lleno de familias judías. Nueva York domingueaba. Paula, que no sabía apenas nada de ellos, preguntó. Al llegar a casa buscó en Internet. Es una de las lagunas de la educación en España; no enseñan a conocer al Otro. Le expliqué que el judaísmo era parte de nuestra historia, Sefarad, que me gustaban más los laicos. Siempre me gustan los laicos. Le hablé de religión, del miedo.
Le enseñé la vista del puente de Manhattan con el Empire State entre los arcos. Esperas una reacción de sorpresa, un desmayo. La niña asimila en un silencio juvenil que no sé definir; está entre un “ya; ya lo he visto” y “me da igual”. De jóvenes no procesamos, solo engullimos. Es el tiempo y la experiencia lo que nos enseña a comparar, a crecer.
Llovía. Un calabobos constante nos empapó al cruzar el puente. En EEUU, los meteorólogos te anticipan la hora exacta en la que debes abrir el paraguas. Las nubes bajas se comieron los altos de los rascacielos del centro de la isla. Parecía otoño por los grises.
Comí un brunch de mediodía con unos amigos de toda la vida: Santi y Emma. Me gustaron sus abrazos. Fue de personas que han vivido juntos experiencias intensas, dolorosas. Son apretones intensos, sin palabras habladas. La conversación es muda, de corazón a corazón. Santi, Emma y yo somos veteranos de Bosnia. Era el primer encuentro desde mi fusilamiento laboral. Les di las buenas nuevas. Paseamos por el puerto recuperado de Chelsea. Nueva York es la ciudad que se reinventa cada día. Es su vitalidad lo que me atrae. Contagia.
Paula, su madre y yo tomamos pastel de manzana en Bubby’s. Después de engullirlo, el paraíso en la tierra. Adiós a los dolores, a los problemas, a los gobernantes y sus coros. Desparece lo superfluo, llega la música, la esencia.
Buenos día:
Gracias por compartir tu/mi futuro viaje. Qué ganas me cogen. Le llamo viaje a las emociones, como aquel viaje Estambul con el Orient Expres en mi memoria cinéfila. Deseo que todavía exista el NY de Allen para cuando consiga ir.
A Paula éste viaje no se le va a olvidar nunca y a tí tampoco. Besos y a disfrutar