Un escrache de los que hacen época
Thursday, 11 de April de 2013 por Ramón
Sentado en una oficina del Inem no existen pensamientos ni preocupaciones más allá de atender como un autómata la llamada del número: bib, C13; bib, B16. El miedo es a perder la vez, tener que regresar al comienzo de la rueda del molino. El afectado se incorpora con lentitud, como si pesara por dentro, y se dirige a la mesa. No hay sonrisas ni voces. Solo un arrastrar de pies.
Hay un carril invisible en el suelo por el que circulan las personas. Cuando la cifra es elevada lo llaman normalidad y se convierte en regla. Quien se sale del carril paga, tropieza, cae. Cuando uno está sentado en una oficina del Inem no reflexiona sobre los motivos: quién o quienes le han descabalgado del tiovivo, del giravidas. El primer golpe nunca responde preguntas esenciales.
Ayer cerré un círculo, la capitalización efectiva. No tendré que regresar. Cuando los funcionarios hacen su trabajo tampoco piensan; teclean, tampeonean papeles, formulan preguntas automatizadas. En una pared cuelgan tres cruces negras fotocopiadas: una, por la paga extra suprimida; otras por los derechos perdidos. Esas cruces negras son la esperanza. No todo es como parece ser.
En la calle me cruzo con gente silenciosa en un día gris. Uno niño va de la mano de su madre a un colegio en el que le enseñan a memorizar lo que no sirve. Repetir para no pensar, criticar, disentir. Pasan dos ancianos y un autobús repleto de sombras. Madrid en blanco y negro.
En el país de la corrupción no importa el saqueo por familias políticas, y no tan políticas. Se suceden los titulares, las fotos, los escándalos. Me irritan la mentira institucionalizada y la mansedumbre insoportable de los que nada dicen. Supongo, espero, que hasta la cobardía y el egoísmo tienen un límite, una raya, un hasta aquí hemos llegado, y si se traspasa se armará la buena, un escrache de los que hacen época: Bastilla, la guerra del té en el puerto de Boston… Lo necesita como el respirar esta Europa secuestrada por mediocres y mangantes. Otra Europa es posible; otro ciudadano es urgente.
Qué bonito !!! y me alegro que no tengas que volver en un buen tiempo por el INEM ,, todos los que hemos pasado alguna vez sabemos lo “poco agradable” que es la situación.
Bss SG.
En la deshumanización reside la conformidad y poco a poco, asistimos impávidos a la uniformidad de colores trasmutando en un gris triste. Nos roban la dignidad y nos arrojan los despojos de un capitalismo brutal que hace más ricos a los ricos y más miserables a los pobres.
Gracias por éste magnífico artículo que nos invita a reflexionar y quizá, a actuar.
Yo pasé por ese viacrucis durante cuatro años. Confieso que, sentada, o de pie, esperando el bib de mi turno, miraba furtivamente a los que me rodeaban deseosa de encontrar a gente que por su aspecto similar al mío me reconfortara de la insidiosa creencia de que mi situación era fruto de mi falta de capacidad y no de las circunstancias económicas. Era como si en mi cabeza no cupiera otra visión que la de que el paro era fruto de la incompetencia, de la carencia de habilidades, de recursos intelectuales o de la ausencia de una tupida red de contactos que te abrieran las puertas de un empleo. Así que me sorprendía a mí misma haciendo retratos psicológicos de todos los que me rodeaban, tratando de adivinar qué les habría llevado hasta allí, qué sentirían, qué pensarían y en cierto modo envidiando la suerte de todos aquellos que seguían recibiendo su prestación por desempleo cada mes. A mí se me acabó, y ni siquiera pude recurrir a la socorrida “ayuda familiar” porque no podía justificar que mi hija dependía de mí y que su padre no le aportaba ningún sustento salvo que presentara una denuncia ante la fiscalía. De nada me sirvieron mis declaraciones a Hacienda ni una justificación bancaria de los movimientos de mi cuenta. Y allí estaban ellos, los funcionarios del antiguo Inem, respondiendo a tus preguntas y demandas con el automatismo, y muchas veces antipatía, de quien le importa un carajo tu situación personal.
Aunque tiendo a ser optimista y a ver el lado bueno de las cosas, este largo calvario ha marcado en mí una impronta psicológica que no sé si podré borrar algún día. Pese a que desde hace un tiempo trabajo en Francia, no sé por qué extraña razón me sigo considerando “parada” y, lo que es peor, todo ello ha generado en mí una inseguridad paralizante.
Afortunadamente existe gente como tú, Ramón Lobo, que no se deja asfixiar por sus circunstancias personales y sigue adelante informando y denunciando la sinrazón que nos rodea, permitiéndonos a muchos aliviar nuestra “parálisis” al ver reflejados en tus escritos nuestros propios pensamientos y sentimientos.
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Y tienen suerte que por ahora solo hay escrache, quizás porque aquí aún hay instituciones benéficas que te dan de comer y vestir, porque en otros países, esa CASTA estaba fuera, ni escraches ni bobadas
Buenas noches: He empezado a leer y ya lo estaba viendo en blanco y negro y cuando lo has dicho me he dado cuenta. Espero que no renunciemos a los colores del arco iris. Sin alegría e ilusión nada merece la pena. No claudiquemos.
Ramón, sigo usted desde Brasil. Me gusta mucho lo todo que escribe. Tenemos , brasileños e espanholes, muchísimo en común: escandalos, corrupcion, impunidad. Es un hombre con/ de mucha coraje: ciudadano. Me gusta tambiem leer sugerencia de libros.
Gracias.