Fotografías con play de memoria
Wednesday, 7 de March de 2012 por Ramón
Cierro los ojos y vuelan dentro de mi cabeza las fotografías de Gervasio Sánchez. Abro los ojos y nada cambia: sigo poseído, preñado de un dolor ajeno y propio, vívido, sentido, compartido durante más de una década. Algunas de las fotografías, como esta que encabeza, tienen play de memoria. Me sitúo ante ellas; no veo una imagen fija sino un vídeo de la matanza de aquellos niños que jugaban junto a la catedral católica de Sarajevo. Detrás estamos, difusos, Julio Fuentes y yo; conmovidos con la visión de un padre con pelo negro, barba negra, tristeza negra, camiseta negra que al entregar su hija a los médicos se le quedó un rodal blanco de masa encefálica junto al pecho. Escucho voces, las carreras de los enfermeros, los golf llegando al hospital de Kosevo con más heridos en el maletero. Escucho ráfagas de silencio y nos escucho gritando, blasfemando, retando a los cabrones de la montaña.
Ese vídeo de Kosevo sigue girándome como un tiovivo con los nombres de los amigos muertos recordados ayer por Gervasio Sánchez en su parlamento: Juantxu Rodríguez, Jordi Pujol, Luis Valtueña, José Couso, Julio Anguita Parrado, Julio Fuentes y Ricardo Ortega.
Gerva ha inaugurado una antología de sus primeros 25 años de trabajo en la antigua Tabacalera, calle Embajadores, 53 de Madrid. El lugar está a medio rehabilitar o a medio demoler; parece un edificio suspendido en la nada del Sarajevo sitiado: un lugar bombardeado, francotiroteado. El frío viaja a escasa altura, por debajo de las fotos, y anida rápido en los pies del incauto y malprotegido. Pese al soplo siberiano, el visitante vivirá una experiencia infrecuente en estos tiempos de simulación y estafa: la conmoción.
El fotógrafo ofrece imágenes inéditas, rescatadas de su archivo por Sandra Balsells, comisaria de la exposición. La puesta en escena en ese Sarajevo bis es magnífica; dirige al visitante a través de los continentes hasta cada imagen, a cada persona que mira y calla. El edificio se esfuma, deja atrás un esqueleto que no distrae, que acoge y ofrece el espacio necesario para el diálogo de cada uno con lo observado.
Me emocionan especialmente las fotos de Sarajevo, las más lejanas en la memoria. Gervasio no solo es un excelente fotógrafo y un gran amigo, es un tipo insobornable que ha sabido encontrar en sus proyectos de Vidas Minadas y Desaparecidos la capacidad de narrar y denunciar que ya no cabe en los medios de comunicación, tan preocupados en los políticos, los banqueros, los obispos y los reyes, como si el boato fuese la gran ideología del siglo XXI, la ideología de la vacuidad.
Las palabras nunca pronunciadas, la palabras imaginadas, flotan en el ambiente, se entrecruzan, juegan lejos del frío sibericano, se muestran para que cada uno escoja las suyas. A mi me gustan dos que nunca se gastan aunque tantos las olviden: honestidad y dignidad.
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(La exposición estará en ese lugar hasta el 10 de junio. Está abierta de martes a viernes; de 10.00 a 20.00 / Sábados, domingos y festivos: 11.00 a 20.00. Entrada gratuita).
(No dejen de ver los vídeos con su montaje sonoro).
Gracias, Ramón, por expresar lo que muchos pensamos pero no encontramos las palabras adecuadas para hacerlo. A cabo de ver hace unos días su exposición “Desaparecidos ” y hace tiempo “Vidas minadas”. No pueden desaparecer de mi retina.
Esas palabras que tanto te gustan y nos gustan, HONESTIDAD Y DIGNIDAD, las poseía Ricardo Ortega en grado sumo y añadiría otra INTEGRIDAD. Hoy, se cumplen 8 años de su muerte. Su recuerdo tampoco desaparecerá de nuestras vidas.
Creo que la guerra de los Balcanes es una vergüenza que los europeos arrastraremos de por vida, un “gran pecado” por omisión. Qué mal lo hicimos, estaban aquí al lado y nosotros, con la resaca de la Expo de Sevilla y los Juegos en BCN, nos limitábamos a oir las noticias. Tardamos mucho en saber quienes eran los malos, a pesar de vuestro buen trabajo.
Desgarrador, conmovedor post.
Ayer, cuando vi en la sección de los Balcanes a unas mujeres cruzando un puente desvencijado, entendí por fin la angustia que me transmitió “El violonchelista de Sarajevo”. En la estantería espera impaciente “Un puente sobre el Drina”. Gracias por contarnos la Historia.
Si esto es lo que dejamos a las próximas generaciones mal vamos,,,y solo demostraría lo estúpidos que somos como humanos para caer una y otra vez en las mismas trampas de las guerras.
Al hilo de los post sobre Siria y otros sobre el trabajo de los periodistas en los conflictos bélicos, he vuelto a leer aquella recopilación de escritos realizada por Manu y Gervasio ‘Los Ojos de la Guerra’ meses despues del asesinato de Miguel Gil. Desde mucho antes , los hechos han permanecido inalterables, aunque hayan cambiado países, tipos de armas, confesiones religiosas e ideologías. No soy optimista. Desde los conflictos centroamericanos relatados por Manu hasta las más recientes de Líbano, Libia o Siria me llevan a la certeza de no haber remedio posible y que involucionamos hacia situaciones más brutales donde no hay buenos ni malos. Tan solo víctimas y verdugos.
Y como bien dices en el pie de foto que te ha correspondido, ahora las misma imágenes están en SIria… desolador!
Hola
Yo aporto la siguiente idea:
Todos os que viven de la política ( conocidos por el eufemismo de políticos) debieran hacer uso obligatorio de los servicios públicos. Sus niños al cole público, las visitas al medico en hospitales públicos, transporte público, etc etc. Ya veréis a que velocidad aumenta el presupuesto para lo publico ( lo de todos)
Nada cambia. Los mismos perros con distintos collares. Menos mal que el ser humano también crea, no solo destruye. Recomiendo una película anti belicista que descubrí por casualidad hace poco y que es una auténtica maravilla: El arpa birmana. En blanco y negro, es de año 54 o 56, no recuerdo, y narra la historia de una pequeña tropa japonesa justo al terminar la segunda guerra mundial. Es una obra de arte.
Y además de Gervasio, siempre Gervasio, en la fundación Mapfre en el paseo de Recoletos, Madrid, la del fotógrafo Lewis Hine y su fotografía social de principios del siglo XX
Nos salva el ARTE… siempre.
Saludos y buen fin de semana
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